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"Espiritualidad Bíblica de la Pascua"
¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!

Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse y destruya la oscuridad de la noche.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, Cristo, tu Hijo Resucitado.
(Fragmento Pregón Pascual)
SOLEMNIDAD DOMINGO DE PENTECOSTÉS
“¡Aleluya! El Espíritu del Señor llena toda la tierra; Él da consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. ¡Aleluya!”.
(Sabiduría 1, 7)
Estaban reunidos en el cenáculo y con ellos estaba María, la Madre de Jesús
El libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. 2, 1-11) narra lo que sucedió en Jerusalén cincuenta días después de la Pascua de Jesús.
Los discípulos estaban reunidos en el cenáculo y con ellos estaba la Virgen María la Madre del Señor.
El Señor resucitado les había dicho que se quedaran en la ciudad hasta que recibieran de lo alto el don del Espíritu.
Y este se manifestó con un «ruido» que vino repentinamente del cielo, como un «viento impetuoso» que llenó la casa en la que se encontraban (cf. v. 2).
Se trata, pues, de una experiencia real, pero también simbólica.
Algo que sucedió pero que también nos da un mensaje simbólico para toda la vida.
Esta experiencia revela que el Espíritu Santo es como un viento fuerte y libre, es decir, nos trae fuerza y nos trae libertad: viento fuerte y libre.
No se puede controlar, detener ni medir; y ni siquiera predecir su dirección.
No se deja enmarcar en nuestras exigencias humanas — nosotros tratamos siempre de enmarcarlo todo—, no se deja enmarcar en nuestros esquemas y en nuestros prejuicios.
El Espíritu procede de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo e irrumpe en la Iglesia, irrumpe en cada uno de nosotros, dando vida a nuestras mentes y a nuestros corazones.
Como dice el Credo: «Señor y dador de vida». Tiene el poder porque es Dios, y da vida.
(Regina Caeli, 23 de mayo de 2021)
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SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA
“Señor, ¿qué va a pasar con éste?" Jesús le respondió: "Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme”.
(Juan 21, 21-22)
Relación de jesús con sus discípulos
Hoy meditamos sobre el diálogo entre Jesús resucitado y Pedro al final del Evangelio de Juan.
Es un diálogo conmovedor, en el que se refleja todo el amor de Jesús por sus discípulos, y también la sublime humanidad de su relación con ellos, en particular con Pedro: una relación tierna, pero no empalagosa, directa, fuerte, libre, abierta.
Una relación de hombres y en la verdad. (…)
El evangelista nos advierte que da testimonio de la verdad de los hechos (cf. Jn 21, 24) y es en ellos donde hay que buscar la verdad.
Podemos preguntarnos: ¿somos capaces nosotros de custodiar el tenor de esta relación de Jesús con los discípulos, según su estilo tan abierto, tan franco, tan directo, tan humanamente real?
¿Cómo es nuestra relación con Jesús? ¿Es así, como la de los apóstoles con Él?
¿No estamos, sin embargo, muy a menudo tentados a encerrar el testimonio del Evangelio en una realidad respetuosa pero DORMIDA? En realidad creemos sólo lo que nos conviene, preocupándonos en lo menos importante.
Esta actitud, que parece de respeto, en realidad nos aleja del verdadero Jesús, e incluso se convierte en ocasión para un camino de fe desconectado de nuestra realidad y vida cotidiana; en un camino muy mundano, que no es el camino de Jesús.
Jesús es el Verbo de Dios hecho hombre, y Él se comporta como hombre, Él nos habla como hombre, Él es Dios y hombre verdadero. (…)
Meter la nariz en la vida de los otros no es de Jesús, y la respuesta de Jesús a Pedro es franca e incluso áspera: «¿Qué te importa? Tú, sígueme»
(Audiencia general, 22 de junio de 2022)
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JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA
“Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos y que por su TESTIMONIO, el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí”.
(Juan 17, 20.23)
La vida sin Jesús no vale la pena
En nuestra primera lectura de hoy (Hechos 22, 30; 23, 6-11) Lucas ha insertado en el episodio de Pablo ante el Sanedrín, elementos de su propia composición.
Esto lo sabemos porque relata sucesos que no hubieran podido ser posibles, como el de un oficial romano ordenando que el Sanedrín se reuniera o siendo presente a sus deliberaciones (v. 30).
Evidentemente Lucas, que no conocía de primera mano la vida en Jerusalén, no sabía que los romanos no querían interferir en los asuntos religiosos de la gente judía.
El motivo de sus inserciones, y para todo este episodio, parece ser la demostración de lo que resulta cuando un pueblo rechaza a Jesús.
Cuando el Sanedrín intenta contestar el discurso de Pablo y rechazar sus palabras sobre Cristo, la reunión se disuelve en división, griteríos, y violencia.
El pasaje de los Hechos de los Apóstoles de hoy, nos enseña que la vida sin Jesús, es un desorden y no vale la pena.
En su Audiencia General, el Papa Francisco en su catequesis, explica que el TESTIMONIO es el primer medio de la Evangelización. Haz clic en la IMAGEN...
MIÉRCOLES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA
“Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros; cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre de ellos”.
(Juan 17, 11-12)
Jesús intercede por nosotros
El capítulo 17 de Juan es el culmen del discurso de despedida de Jesús.
Tiene un carácter lírico y majestuoso; de hecho, algunos han conjeturado que posiblemente fuese cantado durante las eucaristías antiguas.
A veces es titulado la "oración sacerdotal" porque Jesús está actuando como "sumo sacerdote".
Pero si se comporta así, no está preparándose para hacer un sacrificio, como en Lev 21, sino que está haciendo súplicas al Padre por sus discípulos, de acuerdo con la imagen del sumo sacerdote en La Carta a los hebreos y con la afirmación de Pablo en Rom 8, 34.
Debemos darnos cuenta que los discípulos para quien Jesús suplica no fueron únicamente los que lo siguieron durante su vida. También somos nosotros.
Si no fuera así, ¿Por qué concluimos nuestras plegarias con las palabras, "por medio de Jesucristo nuestro Señor"?
Benedicto XVI explica los momentos de la oración de Jesús -Oración Sacerdotal- en la Última Cena. Conoce esta maravillosa catequésis. Clic en la IMAGEN...
MARTES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA
Fiesta de san Matías, Apóstol
“Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra a cuál has elegido para desempeñar este ministerio y apostolado; le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles”
(Hechos 1, 25-26)
Nos escoge Dios para nuestro Apostolado
A los niños es común hacer la pregunta:
¿Qué trabajo quisieras hacer cuando seas adulto? Probablemente pocos niños de hoy contestaran que quisieran ser apóstoles.
No hay duda de que era lo mismo en la antigüedad, cuál niño podía insistir en ser, tal como eran los apóstoles, una persona pobre, despreciada, y enviada a países desconocidos?
Pero el apostolado no es un trabajo que uno escoge; es una misión que Dios lo otorga a los que él quiere.
Por eso, vemos en la primera lectura que Matías, el santo que festejamos hoy, que se pusieron a orar de este modo: "Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra a cuál de estos has elegido para desempeñar este ministerio y apostolado, del que Judas desertó para irse a su propio lugar". Echaron suertes, le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles por la voluntad de Dios.
Por eso, Jesús dice en el Evangelio que "yo los elegí a ustedes" (v. 16) Cualquiera que sean los Dones y los servicios espirituales* que hayamos recibido y estemos ejerciendo, los hemos recibido por vocación y volutad de Dios.
Conoce más acerca de la "Iglesia, comunidad jerárquica fundada sobre los doce Apóstoles" según la Doctrina de "San Juan Pablo II". Clic en la IMAGEN...
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
“El Señor Dios dijo a la serpiente: «Establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te aplastará la cabeza» ¡Aleluya!”
(Génesis 3, 15)
“No tengan miedo”
Lee completo el Evagelio de HOY...
Estas son las palabras con las que la Virgen María se dirige a los tres pastorcillos portugueses de Aljustrel el 13 de mayo de 1917.
Es un espléndido domingo por la mañana, Lucía Dos Santos (10 años) y los primos Francisco y Jacinta Marto (9 y 7 años), después de haber participado en la Misa en la parroquia de Fátima, llevan a apacentar a sus ovejas a la ladera de la Cova da Iria.
Como era su costumbre, al escuchar la campana del Ángelus recitan el Rosario y después mientras juegan se asustan por un resplandor improviso.
Confundiéndolo con un rayo y temiendo la llegada de un temporal, se encaminan para llevar el rebaño de regreso.
Los detiene poco después un nuevo fulgor y delante de ellos, ven a una bella Señora vestida de blanco, sobre un roble, resplandeciente de luz.
“He venido a pedirles – les dice – que vengan aquí por seis meses consecutivos, el día 13, a esta misma hora, luego "les diré qué es lo que quiero”.
La Señora tiene un vestido adornado con bordes dorados, con un cordón de oro como cinto, un manto cándido y en la mano un rosario de cuentas blancas.
La que habla es Lucía; Jacinta escucha la conversación mientras Francisco no oye nada.
“¿Quieren ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les mandará, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?” Pregunta María.
“Sí, queremos”, responde Lucía.
Y María dice: “Entonces, deberán sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra consolación”.
Las apariciones en la Cova da Iria
Lucia ordena a los primos que no cuenten lo ocurrido, “nadie nos creería”, explica.
Pero Jacinta, por miedo de recibir un castigo por haber reconducido antes de tiempo a las ovejas del apacentamiento, relata todo a la madre, que no le cree.
Lucía, Francisco y Jacinta son regañados por sus padres. Pero la noticia se difunde y en la cita del 13 de junio, con los tres niños, se reúne una pequeña muchedumbre.
María pide que se rece tanto y a Lucía, que aprenda a leer y a escribir para transmitir sus mensajes.
En la tercera aparición, se reúnen dos mil personas que dejan en la Cova da Iria ofertas en dinero.
La Virgen renueva a los pastorcillos la invitación para que se presenten cada 13 del mes en el mismo lugar, reitera su exhortación a rezar por la humanidad y les muestra el infierno.
Lucía, Francisco y Jacinta son ridiculizados por los incrédulos, el párroco duda de la veracidad de sus relatos y el alcalde de la municipalidad de Villa Nova de Ourém, encargado de Fátima, trata de hacerlos retractar.
El 13 de agosto, son detenidos en la cárcel, no pueden ir a la Cova da Iria, pero María se les aparece inesperadamente el 19 de agosto, mientras apacientan el rebaño en Valinhos, poco distante de Aljustrel.
Lucía le pregunta qué tienen que hacer con las ofertas de los fieles dejadas en la Cova da Iria y la Virgen le responde que haga construir precisamente allí una capilla.
La aparición se repite puntualmente también el 13 de septiembre y para el último encuentro María promete un prodigio para que todos crean.
“Soy la Virgen del Rosario”
Es un día frío y gris el 13 de octubre, la lluvia azota a 70 mil personas, entre las cuales periodistas, fotógrafos y prensa internacional, María revela a Lucía, Francisco y Jacinta: “Soy la Virgen del Rosario”, mientras continúa lloviendo.
Después de la aparición, el milagro prometido: la danza del sol. El astro puede ser observado sin ninguna dificultad, asume colores diversos, gira sobre sí mismo y parece que se precipitará sobre la tierra. Y cuando el evento extraordinario termina, la ropa de la gente, hasta poco antes empapada de lluvia, está perfectamente seca.
Solamente 13 años después, el 13 de octubre de 1930, la autoridad eclesiástica declara las apariciones “dignas de fe” y autoriza el culto a la Virgen de Fátima.
Francisco muere el 4 de abril de 1919, Jacinta el 20 de febrero de 1920. Lucía el 17 de junio de 1921 ingresa entre las religiosas de Santa Dorotea.
Después de más de 10 años de los votos perpetuos elige entrar en el monasterio carmelitano de Coimbra. Muere el 13 de febrero del 2005, a la edad de 97 años.
Francisco y Jacinta son beatificados el 13 de mayo del 2000 por Juan Pablo II y canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017.
Conoce más acerca de los secretos ya revelados y los mensajes que recibió Sor Lucía, última superviviente de los tres pastorcitos a quienes la Virgen María se les apareció en Fátima, Portugal. Haz Clic en la IMAGEN...
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, SOLEMNIDAD
“Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse”.
(Hechos 1, 11)
Subió al Cielo, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos
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Jesús resucitado ha subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo.
Por lo tanto, la Ascensión nos exhorta a levantar la mirada al cielo, para después dirigirla inmediatamente a la tierra, llevando adelante las tareas que el Señor resucitado nos confía.
La Ascensión del Señor al cielo, mientras inaugura una nueva forma de presencia de Jesús en medio de nosotros, nos pide que tengamos ojos y corazón para encontrarlo, para servirlo y para testimoniarlo a los demás.
Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a lo largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra.
En este itinerario encontramos a Cristo mismo en nuestros hermanos, especialmente en los más pobres, en aquellos que sufren en carne propia la dura y mortificante experiencia de las viejas y nuevas pobrezas.
Como al inicio Cristo Resucitado envió a sus discípulos con la fuerza del Espíritu Santo, así hoy Él nos envía a todos nosotros, con la misma fuerza, para poner signos concretos y visibles de esperanza.
Porque Jesús nos da la esperanza, en su Ascensión abrió las puertas del Cielo y de la esperanza de que llegaremos allí.
Conoce la Doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la Ascensión del Señor. Haz Clic en la MAGEN...
SÁBADO DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se los concederá. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa"
(Juan 16, 23-24)
Un Amor que palpita en cada Palabra
Hech 18. 23-28; Sal 46; Jn 16. 23-28
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A través del Evangelio de Juan, Jesús habla mucho del amor.
En el pasaje que leemos hoy, en cambio, Jesús lo muestra concretamente en sus palabras y su actitud hacia los discípulos.
Por medio de su invitación de "pidan al Padre en mi nombre" (v. 23), por medio de su promesa de que "les hablaré claramente del Padre" (v.25) y más aún, "no será necesario que yo los recomiende ante el Padre pues el Padre mismo los ama" (vv. 26-27), Jesús está exhibiendo su preocupación tierna y afectuosa por los discípulos después de su muerte.
No es necesario preguntar si Él los ama. El amor palpita en cada palabra suya.
A decir verdad, no queda claro cuando dice, "cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada" al cual se refiere en el texto (v. 23) y que ha suscitado discusión entre los exégetas ¿Es el día de la resurrección de Cristo? ¿Es el día final de la historia? No obstante, lo que queda claro en las Palabras que hoy escuchamos es la preocupación tierna y afectuosa, el Amor de Jesús por sus discípulos que trasciende hasta el día de hoy, que trasciende y hoy llega hasta ti y a mí.
Conoce esta joya -para laicos, religiosos y sacerdotes- que son los 43 textos de las catequesis que el Papa Benedicto XVI impartió en sus audiencias de los miércoles (mayo de 2011 a octubre de 2012) y que constituyen la mejor ESCUELA de ORACIÓN cristiana, la ORACIÓN de JESÚS. No te lo pierdas. Haz clic en la IMAGEN...
VIERNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, porque se alegra de haber traído un hombre al mundo"
(Juan 16, 21)
Una buena mamá, según la Biblia
Las madres son sinónimo de amor y tienen un rol importante en la sociedad. Los hijos pueden elegir su propio camino, pero son las mamás quienes establecen los primeros senderos que ellos deben transitar. Su ejemplo como madre, ya sea bueno o malo, es el que sus hijos seguirán. Por esta razón, la función que ellas ocupan en nuestras vidas es algo que no podemos menospreciar.
En la Biblia encontramos que hay características que hacen a una buena mamá, y que Dios bendice a la mujer que sigue estos principios básicos.
Según la Biblia, una buena mamá es:
Amorosa
El amor por un hijo no es algo que se adquiere de forma automática cuando se da a luz. Hay miles de mujeres que rechazan a sus propios hijos y, por otra parte, hay otras que aman y cuidan a niños como si fueran sus propios hijos.
De acuerdo a la Biblia, una buena mamá ama a sus hijos (Tito 2:4; Efesios 5:1-2) porque son un regalo de Dios (Salmos 127:3). Sin embargo, si no se tiene amor, no se puede dar amor.
Incluso cuando no sentimos amar a alguien, Dios nos da la capacidad de hacerlo con un amor que sobrepasa todos los límites, y Él puede dotar a cualquier mujer de un corazón tan grande como para amar de esa manera (Isaías 49:15).
La base de su hogar
En Proverbios 31:10-31 se encuentra una lista de las cualidades que toda mujer -y madre- debe tener. En esos versículos se explica que mucho de la felicidad y estabilidad de un hogar depende de la mamá. Esto no elimina la importancia de un hombre como cabeza del hogar, sino que resalta que la madre es quien mantiene unido al hogar, y gracias a quien se encaminan las cosas.
Fiel a Dios
La fe de una madre sirve de ejemplo para sus hijos de generación en generación. Eso fue lo que sucedió con Timoteo, un joven que impactó a su generación, y el cual fue el resultado de la fidelidad a Dios de parte de su mamá y su abuela (2 Timoteo 1:5). Gracias a estas dos mujeres, él se convirtió en uno de los personajes más emblemáticos de la Biblia, pues no solamente amó a Dios sobre todas las cosas y sino que vivió de acuerdo al propósito que Dios tuvo para su vida.
Enseña a sus hijos el camino correcto
La enseñanza de una madre a sus hijos permanece con ellos aún después que ella se ha ido. Es por ello que es una responsabilidad y una bendición que Dios le encargó a las mamás (Proverbios 1:8, 22:6, 31:26-27). Una madre no solo debe educar a su hijo sobre la vida, sino que también debe guiarlo a conocer más de Jesús y fomentar que desarrolle una relación estrecha con Él (Deuteronomio 4:10, 6:6-7; Efesios 6:4). De este modo, será un hombre o una mujer de bien en el futuro.
Ora por su familia
Hay miles de historias de madres que han salvado a su familia porque Dios respondió su oración. Cuando una madre ora con sinceridad y fervientemente por su familia, aún cuando parezca que todo está perdido, Dios responderá su oración y salvará a su familia (Juan 14:13).
Disciplina a sus hijos
La Biblia nos dice que Dios castiga a quien ama, es decir que el castigo merecido, es una forma de demostrar amor real. Esto no es con el fin de infligir dolor en el hijo, sino de enseñarle que está procediendo mal y evitar que sus acciones traigan peores consecuencias (Proverbios 13:24, 19:18, 22:15, 23:13-14)
Conoce la Carta Apostólica de San Juan Pablo II sobre La dignidad de las mujeres (Mulieris Dignitatem) donde exalta la vocación de la mujer a ser madre o a permanecer virgen; ambas decisiones deben ser por AMOR. Clic en la IMAGEN...
JUEVES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en Alegría"
(Juan 16, 20)
La Alegría Cristiana
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La alegría cristiana es el respiro del cristiano. «un cristiano que no es alegre en el corazón no es un buen cristiano».
La alegría «es la respiración, el modo de expresarse del cristiano».
La alegría «no es algo que se compra o yo la hago con el esfuerzo: no, es un fruto del Espíritu Santo», porque quien causa «la alegría en el corazón es el Espíritu Santo».
«La alegría del cristiano, no es vivir de carcajada en carcajada, no, no es eso».
La alegría del cristiano no es ser divertido, no, no es eso, es otra cosa».
«La alegría cristiana es la paz, la paz que hay en las raíces, la paz del corazón, la paz que solamente Dios nos puede dar: esto es la alegría cristiana».
«No es fácil custodiar esta alegría», hay una inquietud buena, pero hay otra que no es buena, la de buscar las seguridades en todas partes, la de intentar gustar por todas partes».
«La alegría, la consolación» son «nuestra respiración de cristianos».
Lee completa (ve el video o escucha el audio) de la homilía del Papa Francisco en Santa Marta, sobre la "Alegría Cristiana". 28 de mayo de 2018 . Clic en la IMAGEN...
MIÉRCOLES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"Atenienses: Por lo que veo, ustedes son en extremo religiosos. Al recorrer la ciudad encontré un altar con esta inscripción: 'Al Dios desconocido'; pues bien, yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo"
(Hechos 17, 22-23)
La Misión del Espíritu Santo
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El Evangelio de san Juan nos presenta un pasaje del largo discurso de despedida, pronunciado por Jesús poco antes de su pasión.
En este discurso Él explica a los discípulos las verdades más profundas relacionadas con Él; y así se expresa la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu.
Jesús sabe que está cerca de la realización del designio del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por esto quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo.
Será el Espíritu quien prolongará la misión de Jesús, es decir, guiará a la Iglesia hacia adelante.
Jesús revela en qué consiste esta misión. Sobre todo, el Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir (cf. Jn 16, 12).
No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos (cf. v. 15).
El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro.
Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.
(Prédica completa del Ángelus, 22 de mayo de 2016)
Reflexiona sobre la acción que realiza el Espíritu Santo al guiar a la Iglesia y a cada uno de nosotros a la Verdad, guiado por la Catequesis del Papa Francisco. Clic en la IMAGEN...
MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"El carcelero y todos los suyos se bautizaron. Después invitó a Pablo y a Silas a su casa, les preparó la mesa y celebraron una fiesta familiar por haber creído en Dios"
(Hechos 16, 33-34)
La despedida de Jesús y el jucio del Espíritu
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En el Evangelio de hoy, Jesús está preparando a sus discípulos para su salida al mundo.
No es la primera vez que ha hablado de este tema, ya que lo ha discutido desde el capítulo 14 y por lo tanto los capítulos 14 a 17 del Evangelio de Juan son a veces llamados su "discurso de despedida".
No obstante, en nuestro texto Cristo se refiere a algo nuevo, a saber, la venida del Espíritu y su juicio del "mundo" entendido como el conjunto de los que irracionalmente se oponen a Dios.
El texto es propuesto como una especie de consolación para los discípulos.
También puede servir como consolación para todos los que encontramos oposición, por parte de los poderes políticos, económicos, y sociales, a nuestros esfuerzos por difundir el Evangelio.
En tales circunstancias, debemos recordar que no estamos solos.
Alimenta tu fe y lee la interesante obra de San Agustín "El Combate Cristiano" contra los demonios y los herejes y reflexiona cómo la Gracia de Cristo vence al diablo. Haz Clic en la IMAGEN...
LUNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
"¡Aleluya! Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. ¡Aleluya!"
(Antífona de Entrada. Rm. 6,9)
El Espíritu de la Verdad dará testimonio de Mí
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Estamos ya en la semana sexta del Tiempo Pascual, iniciada ayer Domingo.
Seguimos hoy con la enseñanza de Jesús a sus discípulos sobre su relación con el mundo y no se refiere a la creación sino al mundo en cuanto es gobernado por el maligno.
Jesús deja claro que el mundo odia a los discípulos como lo odia a él mismo.
Ante la gravedad que significa rechazar a Jesús, el Señor muestra la primera función del Espíritu Santo: dar testimonio de Él para que los discípulos también puedan dar testimonio; dice Teodoro de Mopsuestia: “Cuando habléis, el Espíritu confirmará con su testimonio vuestras palabras, por medio de señales evidentes”.
Jesús presenta al Espíritu Santo como el Paráclito, palabra que significa: “el que es llamado al lado mío para ayudarme”, es decir, un médico, un abogado, un intercesor, un defensor, un protector, alguien que me consuela o que me escucha; todo esto es el Espíritu Santo, el Paráclito.
También Jesús lo llama el Espíritu de la Verdad, porque Él nos enseña toda la verdad sobre Jesús, nos ayuda a entender su misterio y su misión.
Dice Jesús qué Él mismo enviará al Espíritu de junto al Padre; es decir el Espíritu Santo proviene del Padre Dios y lo envía Jesús, es el Espíritu del Padre y del Hijo; y lo enviará para que los discípulos puedan ser fieles y den testimonio sin miedo a la persecución, como el martirio de varios cristianos de Jerusalén por parte de los judíos y la posterior expulsión de los cristianos de las sinagogas hecha por los dirigentes judíos en el Concilio de Jamnia, el año 70 D.C.
Al respecto dice San Agustín: “…era conveniente manifestarles que había de venir aquel que, infundiendo la caridad de Dios en sus corazones, los haría fuertes para la predicación”.
Pregúntate y respóndete hoy mismo:
¿He aprendido en mi vida a confiar en el Espíritu Santo? ¿Tengo miedo a dar testimonio de Jesús? ¿Cómo enfrento la burla, el rechazo, la crítica, por mi fe en Jesús?
Conoce quién es el Espíritu Santo sigueindo la Doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica. Clic en la IMAGEN...
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
"Dios todopoderoso, concédenos que en esta sexta semana de Pacua que hoy iniciamos, continuemos celebrando con incansable amor estos días de tanta alegría en honor del Señor resucitado, y que los misterios que hemos venido conmemorando se manifiesten siempre en nuestras obras"
(Oración Colecta)
Llamado a la obediencia, a la entrega y al Amor.
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El llamado a permanecer en el amor (como lo ha manifestado la deidad) está acompañado de una guía. Es decir, distinto a como algunos leen al evangelista Juan — filosófico, abstracto, ideológico (lo cual, en algunos sentidos, puede ser cierto), el llamado al apostolado en Juan 15 está acompañado del “qué” y del “cómo”. La forma de responder a este llamado, y de poder realizarlo, es la obediencia, “si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mis amor…” (15.10). Ese llamado, a su vez, es seguido con un ejemplo de cómo este llamado a la obediencia no sólo es útil, sino eficiente.
Y es eficiente porque Jesús hizo lo mismo — fue permaneciendo en el amor que él sentía por el Padre (y el Padre por él), que el maestro pudo ser fiel a través de su ministerio. Y es importante, en la predicación, el hablar no sólo del amor, sino de lo que amor significa en nuestras tradiciones teológicas y exegéticas. El amor del que habla Jesús no es sentimental, pero sí es incondicional. El mandamiento de obedecer es el mandamiento de amar con el amor incondicional que hemos aprendido y experimentado de Dios.
Lee la refelxión completa, clic Aquí...
Conce esta homilía de Benedicto XVI sobre la OBEDIENCIA y el AMOR. Clic en la IMAGEN...
SÁBADO DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
Fiesta de los Santos Felipe y Santiago, Apóstoles
"Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
(Juan 14, 6-8)
Los dos merecn nuestra veneración
1 Cor 15,1-8; Sal 18; Jn 14, 6-14
Lee completo el Evangelio de HOY...
En el Evangelio, el apóstol Felipe es el destinatario de algunas palabras claves del Señor: Jesús está tan unido al Padre que es el camino al Padre.
Así mismo, en la primera lectura, Pablo resume la fe clave de la primera comunidad cristiana, incluyendo las manifestaciones del Cristo resucitado a unos "testigos escogidos".
Se refiere a una manifestación a Santiago (v. 7), la cual no se menciona en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, sin clarificar si se trata de Santiago, "el hermano del Señor" (Gal l, 19), que no era un apóstol, o de Santiago, "hijo de Alfeo" (Cfr. Mc 3, 18), que era un apóstol y es uno de los santos de hoy.
Si se trata de éste, tenemos una clara afirmación de que a él, como a Felipe, Jesús reveló algunas verdades centrales. Por eso, los dos merecen nuestra veneración.
Santos Apóstoles Felipe y Santiago.
¡Rogad por nosotros!
Conoce más acerca de los Apóstoles Felipe y Santiago bajo la guía segura con "bellas descripciones" de Benedicto XVI. Conócela: Clic en la IMAGEN...
VIERNES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
«Como la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre y entonces todo el que crea en él tendrá por él vida eterna»
(Juan 13, 14- 15)
¿Qué significa la Exaltación de la Cruz?
Lee completo el Evangelio de HOY...
Cuando honramos o exaltamos la Cruz, lo que hacemos los cristianos es principalmente reconocer a Cristo mismo (2do Concilio de Nicea)
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 617 afirma:
"Por su sacratísima pasión en el madero de la cruz nos mereció la justificación" enseña el Concilio de Trento subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de salvación eterna". Y la Iglesia venera la Cruz cantando: "Salve, oh cruz, única esperanza".
¿Por qué celebramos la Exaltación de la Santa Cruz?
Así como celebramos el sacrificio de Jesús en la Cruz, la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz conmemora dos sucesos históricos.
El primero es el descubrimiento, en el año 320, de la verdadera cruz, del Calvario y de la tumba de Cristo.
Santa Elena, madre del emperador Constantino, los encontró bajo un templo erigido a la diosa Venus, donde habían sido enterrados por los romanos.
El Segundo acontecimiento que origina la celebración de esta fiesta es la dedicación de una iglesia en ese lugar en el año 335.
Hoy en día, esa iglesia, que existe desde entonces, recibe el nombre de Basílica del Santo Sepulcro, y alberga el Calvario, la tumba de Jesús y la cisterna en la cual Santa Elena encontró los instrumentos de la Pasión de Jesús, incluida la Cruz.
“Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, es fuerza de Dios y sabiduría de Dios”
San Pablo en 1 Cor 1,22-24
Conoce más sobre la Exaltación de la Cruz y muchos otros datos interesantes: Fuente EWTN
Reflexiona el sentido de la Muerte de Jesús en la Cruz según la Doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica. Clic en la IMAGEN...
JUEVES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
«Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor»
(Juan 15, 10)
Permanezcan en mi amor
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Cristo pide una cosa: permanecer en su amor.
¿Qué nos quiere decir con esto? Imaginémonos cómo es permanecer en un «lugar»: como cuando uno «permanece» en la parada del autobús, esperando el transporte que lo llevará de vuelta a casa. Cristo nos pide esperar firmes en su amor, agarrados con fuerza de la cruz: ahí donde Cristo nos ha reconciliado con el Padre y donde nos muestra el camino hacia el cielo.
Permanezcamos en el amor de Cristo. Y el modo de hacerlo es cumpliendo sus mandamientos.
Durante la misma cena, poco antes, Jesús había dicho ya a sus apóstoles: «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros., así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.» (Jn 13, 34) Permanecer en su amor significa creer en el amor, realmente. Y para ello no sólo hay que recibir amor sino dar amor.
Permanecer en el amor da como fruto la alegría plena. A esto nos invita Cristo, éste es el plan de amor que tiene sobre nosotros.
Él quiere que encontremos su propia alegría, la alegría que es más resistente que los clavos de la cruz y la roca del sepulcro.
La alegría de amar como el Padre ama al Hijo y como el Hijo nos ama a nosotros. Amar y ser amado, ésta es nuestra parada, nuestro destino y nuestra plenitud.
(Conoce AQUÍ completa la homilía de S.S. Francisco, 4 de septiembre 2016)
Conoce la reflexión de Benedicto XVI acerca del sentido del mandato de Jesús: "Permaneced en mí, en mi amor" en su "Lectio Divina" en su visita al Pontificio Seminario Romano Mayor. Clic en la IMAGEN...
MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
San José Obrero, Esposo de la Virgen María y protector de los trabajadores
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, mi Padre lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto»
(Juan 15, 1)
El que permanece en mí, da fruto abundante
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No podemos ser buenos cristianos si no permanecemos en Jesús. Y, en cambio, con Él lo podemos todo (cf. Flp 4,13).
Con él lo podemos todo, pero también Jesús, como la vid con los sarmientos, nos necesita.
Tal vez nos parezca audaz decir esto, por lo que debemos preguntarnos: ¿en qué sentido Jesús necesita de nosotros? Él necesita de nuestro testimonio.
El fruto que, como sarmientos, debemos dar es el testimonio de nuestra vida cristiana.
Después de que Jesús subió al Padre, es tarea de los discípulos, es tarea nuestra, seguir anunciando el Evangelio con la palabra y con obras.
Y los discípulos —nosotros somos discípulos de Jesús— lo hacen dando testimonio de su amor: el fruto que hay que dar es el amor.
Sólo unidos a Cristo, recibimos los dones del Espíritu Santo, y así podemos hacer el bien al prójimo, hacer el bien a la sociedad, a la Iglesia.
Por sus frutos se reconoce el árbol. Una vida verdaderamente cristiana da testimonio de Cristo.
(Papa Francisco, Regina Caeli, 2 de mayo de 2021)
Conoce más acerca de San José Obrero, como protector de los trabajadores y del trabajo humano, como participación en el plan divino. Clic en la IMAGEN...
MARTES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
«Animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios»
(Hechos 14, 22)
Jesús hace siempre la voluntad del Padre
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Perfección cristiana y voluntad de Dios
Cumplir la voluntad de Dios, dice San Vicente, es el medio por excelencia para alcanzar la santidad a la que está llamado el cristiano.
Para significar la realidad de la unión con Dios Padre, San Vicente utiliza indistintamente los términos «perfección», «justificación», «santidad» y «santificación».
Partiendo del sentido etimológico de «perfección» -perfectio-, acción acabada, hace consistir la santidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios, ejercicio que lleva a la aceptación plena del designio divino.
Pesa sobre él la exhortación paulina: «Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Tes 4,3).
No olvida, sin embargo, que la santidad es exclusiva de Dios y que Él es quien santifica al hombre por la efusión del Espíritu Santo.
Si la santidad, por otra parte, «se encuentra en la caridad», es necesario descubrir y vivir el designio de Dios en el amor, ya que la práctica de la voluntad divina «es un ejercicio de amor y sólo de amor, anticipo del paraíso, donde todo es amar».
Si falta la respuesta del amor, de nada aprovecha cumplir materialmente las leyes, aunque éstas sean cauce de la voluntad divina.
Por el contrario, el amor adelanta la felicidad eterna, agrada al Señor: «empieza a hacer ya en la tierra lo que constituye la bienaventuranza del cielo, empieza el paraíso en este mundo».
Vicente de Paúl no dedica a ninguna virtud tantos elogios como al ejercicio de la voluntad de Dios.
Dice que es un medio «infalible», «seguro», «universal», «rápido», «fácil», «excelente», «compendioso» y «el menos expuesto a engaño», y «si hay algún otro ejercicio que lleve a la perfección se encontrará eminentemente en éste».
Escribe lapidariamente a Luisa de Marillac: «¡Qué poco se necesita para ser santa: basta hacer en todo la voluntad de Dios». Y con los misioneros comenta: «La perfección no consiste en éxtasis, sino en cumplir bien la voluntad de Dios». Por consiguiente,
«¿Quién será el más perfecto de entre los hombres? Será aquél cuya voluntad sea más conforme con la de Dios, de forma que la perfección consiste en unir nuestra voluntad con la de Dios hasta el punto que la suya y la nuestra no sean, propiamente hablando, más que un mismo querer y no querer».
El designio de Dios sobre la familia vicenciana no termina en la obra de evangelización, sino que se extiende al ejercicio de las virtudes características, como la sencillez, la humildad, la mansedumbre, la mortificación y el celo por la salvación de los hombres.
El ser y actuar del vicenciano se nutren y expresan en la práctica del querer divino. Dios quiere que seamos sencillos, humildes y caritativos, porque estas virtudes definen los rasgos del evangelizador de los pobres y de la familia que Él mismo ha fundado.
San Vicente de Paúl, tras exponer distintos pareceres de maestros espirituales, concluye que ningún medio puede compararse, para alcanzar la santidad, con el de la voluntad de Dios:
“El cumplir siempre y en todo lo que Dios quiere es un medio infalible para conseguir en poco tiempo la perfección cristiana”.
Lee el documento completo y conoce también la opinión de San Francisco de Sales y otros maestros espirituales acerca de este tema. Haz Clic en la IMAGEN...
LUNES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
«El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada»
(Juan 14, 23)
El que me ama cumple mis mandamientos
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En el v. 23 del pasaje de hoy, Jesús enlaza su palabra con la de Dios Padre.
Escuchar a Jesús y responder a sus palabras nos permite vivir en armonía con Dios, pues Dios hace su “morada” en las personas que aman a Jesús y guardan sus palabras.
Esas palabras están tan vinculadas a Dios que Jesús puede afirmar que sus palabras no le pertenecen de manera exclusiva, sino que provienen del Padre (v. 24).
El prólogo del evangelio de Juan nos anuncia que la Palabra de vida pone su “tienda de campaña” entre nosotros (es lo que literalmente dice Juan 1:14 y que se traduce como “habitó entre nosotros”), comprometiéndose íntegramente con nuestra realidad. hasta las últimas consecuencias.
Ahora Jesús promete una “morada” permanente de Dios con nosotros y con nosotras, sellada –en la ausencia física de Jesús– por la presencia del Espíritu Santo (vv. 25-26).
El Espíritu Santo ha de vivificar el sentido de las palabras de Jesús, recordándonoslas y también enseñándonos todo lo que sea necesario para que sigamos las pisadas de Jesús.
La obra del Espíritu Santo está tan compaginada con la de Jesús que se puede decir que el Espíritu Santo actúa en su nombre, y que es enviado por el Padre de la misma manera en la que fue enviado Jesús (v. 26).
El envío, las palabras, las enseñanzas y la presencia de Dios entre nosotros y nosotras se entretejen de manera inseparable entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Comentario de Nancy Elizabeth Bedford en WorkingPreacher
Reflexiona con Benedicto XVI acreca de: "El Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros" (Jn 1, 14) Clic en la IMAGEN...
QUINTO DOMINGO DE PASCUA
«Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada»
(Juan 15, 5)
El valor y el reto de «permanecer»
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La Palabra de Dios continúa indicándonos el camino y las condiciones para ser comunidad del Señor Resucitado.
El pasado Domingo se puso de relieve la relación entre el creyente y Jesús «Buen Pastor».
Hoy el evangelio nos propone el momento en el que Jesús se presenta como la «Vid verdadera» y nos invita a «permanecer unidos» a Él para llevar mucho fruto.
Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo «permanecer», que en el pasaje de hoy se repite siete veces.
Se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar un respiro amplio a nuestro testimonio cristiano en el mundo.
El dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y del permanecer en Jesús.
Él es para nosotros la vida de la que absorbemos la savia, es decir, la «vida» para llevar a la sociedad una forma diferente de vivir y de brindarse, lo que pone en el primer lugar a los últimos.
Cuando somos íntimos con el Señor, somos capaces de dar frutos de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz, que derivan de la Resurrección del Señor.
Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra.
Cada actividad –el trabajo, el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas– cada actividad, pequeña o grande, si se vive en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio, es una ocasión para vivir en plenitud el Bautismo y la santidad evangélica.
Que nos sea de ayuda María, Reina de los santos y modelo de perfecta comunión con su Hijo divino.
Que nos enseñe Ella a «permanecer en Jesús», como sarmientos unidos a la vid y a no separarnos nunca de su amor.
Nada, de hecho, podemos sin Él, porque nuestra vida es Cristo vivo, presente en la Iglesia y en el mundo.
[Conoce más del: Papa Francisco, Regina Coeli, 29-IV-2018]
Conoce también acerca de la Iglesia como Cuerpo de Cristo y de la necesidad que tiene la Iglesia de «permanecer en Jesús» según la Doctrina del Catecismo de la Iglesia católica. Clic en la IMAGEN...
SÁBADO DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Cualquier cosa que pidan en mi nombre, Yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre»
(Juan 14,13)
“Los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo"
Basemos nuestra refelxión en el versículo 52 del capítulo 13 de los Hechos de los Apóstoles, de la primera lectura de hoy: “Los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo"
La Biblia está llenas de conexiones directas entre el "estar llenos" del Espíritu Santo y la "alegría".
Romanos 14:17 dice: “Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo”. 1 Tesalonicenses 1:6-7 dice: “Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya”.
No estamos diseñados para tener alegría por nosotros mismos; más bien, la alegría viene del hecho de que el Espíritu Santo vive dentro de nosotros.
Cuando los discípulos comenzaron a llenarse con el Espíritu Santo sus vidas cambiaron dramáticamente: pasaron de ser seguidores de Jesús temerosos y débiles a agentes transformadores del mundo llenos de alegría, sacrificio y poder. Tuvieron gozo en medio de una intensa persecución porque el Espíritu Santo los llenó con sus frutos.
Tenemos el mismo Espíritu Santo que tenían los discípulos y Él anhela hacer el mismo tipo de obras en ti y en mí hoy como lo hizo en ellos hace miles de años.
Él desea llenarnos de alegría en medio de cualquier prueba o dolor. Él anhela sanar y transformar nuestros corazones para que sean reflejos más grandes de la bondad de Dios.
Él desea hacernos un pueblo tan alegre que no haya otra explicación para nuestro gozo, que no sea que Dios está con nosotros.
Entonces, ¿cómo permitimos que el Espíritu lleve el fruto de la alegría en nuestras vidas? ¿Cómo crecemos en nuestra relación con esta parte misteriosa de la Deidad?
Todo comienza con una postura de humildad y oración
El Espíritu Santo nunca nos obliga a tener una relación más profunda con Él. Es pacífico, poderoso, cariñoso y paciente. Debes hacer tiempo para responder a sus pequeños tirones en tu corazón para caminar en una relación más grande con él.
Debes humillarte y pedirle más, no importa cómo se vea. Permite que la verdad del amor y la fidelidad de Dios arroje cualquier temor o reserva sobre un estilo de vida de conexión total con el Espíritu Santo.
Pídele que te llene hasta el desbordamiento hoy y que te guíe a un estilo de vida que lleve el fruto de una relación íntima con Él.
El Espíritu sabe cómo guiar nuestros corazones
Él sabe si fuimos hechos más introvertidos o extrovertidos; sabe si somos más intuitivos, pragmáticos o lógicos y conoce las formas perfectas de guiarnos hacia vidas más profundas y fructíferas.
Pasa tiempo permitiendo que el Espíritu te guíe a una vida llena de más gozo.
Permítele hablar contigo y guiarte en cualquier forma que desee, y descansa en su presencia amorosa mientras aprendes lo que es alcanzar una relación más profunda con Él.
Fuente iDisciple
Reflexiona acerca de la "Alegría como fruto del Espíritu Santo" ayudado del Papa Francisco.Clic en la IMAGEN...
VIERNES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Escuchen y comprendan estas cosas, reyes y gobernantes de la tierra. Adoren al Señor con reverencia, sírvanlo con temor»
(Salmo 2, 11)
Soy El Camino, La Verdad Y La Vida
El Capítulo 14 del evangelio según San Juan nos introduce en el discurso de despedida de Jesús ubicado después de la “última cena”.
Iniciando el discurso Jesús exhorta a la confianza y anuncia su partida y su vuelta gloriosa, a modo de preparación para la gran revelación del versículo seis.
La primera invitación es a no temer, a no inquietarse, sino que, a creer en Dios y en el mismo Jesús, se trata de dar el paso definitivo de la fe en Jesús como el único salvador.
Segunda invitación, usando la concepción popular de la “geografía” del cielo, Jesús insiste en la confianza de que en Él preparará en el Cielo, a todos sus discípulos (as), un lugar. Nada han de temer los creyentes, pues el Señor les espera con los brazos abiertos en la gloria celestial.
¿Y cómo llegar hasta allí? Nada hay que temer porque el mismo Jesús dice que los llevará, por eso dice que ya conocen el camino, pues lo conocen a Él.
La pregunta de Tomás sirve para preparar la tercera invitación y gran revelación del Señor:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Esta es la sexta vez que Jesús se revela usando la fórmula “Yo soy” (que nos remite al Nombre de Dios)
Jesús nos invita a creer que Él es la fuente de la Vida y de la Verdad, porque es el Hijo encarnado, el Verbo encarnado; por eso mismo es el Camino, porque Cristo viene del Padre y vuelve al Padre.
Sólo por Jesús se puede llegar al Padre Dios, no hay otro camino.
Reflexiona acerca de la "Fe como respuesta el hombre a Dios" según el Catecismo de la Iglesia Católica. Clic en la IMAGEN...
FIESTA DE SAN MARCOS EVANGELISTA
JUEVES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Dios es enemigo de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno»
(1 Pedro 5, 5-6)
El evangelista san Marcos
Juan Marcos pertenecía a una familia helenizada de Jerusalén que puso su casa a disposición de los primeros cristianos (Hech 12, 12-16) y acompañó a Pablo a Antioquia –junto con Bernabé– en su primer viaje misionero (Hech 12, 25).
Luego siguió a Pedro a Roma, se puso a disposición del príncipe de los apóstoles durante su cautiverio (Col 4, 10), interpretando luego fielmente su figura en su Evangelio.
San Pedro, por su parte, se refería familiarmente a Marcos como a «mi hijo» (1 Pe 5, 13).
Finalmente se puso de nuevo a disposición de san Pablo durante sus días en prisión (2 Tim 4, 11)
San Marcos es el evangelista que pone más de relieve a Jesús como un Mesías humillado, hostilizado y traicionado.
Este «Siervo sufriente» y crucificado nos conduce a la profesión de fe del centurión: «Verdaderamente éste era el Hijo de Dios» (Mc 15, 39).
Marcos evangelizó y estableció la Iglesia en Alejandría, fundando allí su famosa escuela cristiana.
Murió mártir aproximadamente el 25 de abril del año 68 en Alejandría y sus reliquias están en la famosa catedral de Venecia.
Conoce más acerca de la Misión, como exigencia de catolicidad de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica 849-852 Clic en la IMAGEN...
MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”»
(Hechos 13, 2)
Dios envío a su Hijo para salvar al mundo
Este es el camino de la historia del hombre: un camino para encontrar a Jesucristo, el Redentor, que da la vida por amor.
En efecto, Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él.
Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de ese otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer –nosotros-, todo, según nuestra mentalidad, de acuerdo con nuestros criterios, incluso de acuerdo a la presunción de ser y de llegar a ser los únicos jueces del mundo. Esta es la historia del hombre: desde un árbol a otro.
En la cruz está también la historia de Dios, para que podamos decir que Dios tiene una historia. Es un hecho que Dios ha querido asumir nuestra historia y caminar con nosotros: se ha abajado haciéndose hombre, mientras nosotros queremos alzarnos, y tomó la condición de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte en la Cruz, para levantarnos: ¡Dios hace este camino por amor! No hay otra explicación: solo el amor hace estas cosas.
Hoy miramos la Cruz, historia del hombre e historia de Dios.
(Conoce completa la homilía de S.S. Francisco, 14 de septiembre de 2013).
Jesús es Luz
Necesitamos de esta luz que viene de lo alto para responder con coherencia a la vocación que hemos recibido.
Anunciar el Evangelio de Cristo no es una opción más entre otras posibles, ni tampoco una profesión.
Para la Iglesia, ser misionera no significa hacer proselitismo; para la Iglesia, ser misionera equivale a manifestar su propia naturaleza, es decir: dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz.
Este es su servicio. No hay otro camino. La misión es su vocación.
Que resplandezca la luz de Cristo es su servicio. Muchas personas esperan de nosotros este compromiso misionero --en este sentido--, porque necesitan a Cristo, necesitan conocer el rostro del Padre.
(Conoce completa la homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2016)
Conoce qué dice el "Catecismo de la Iglesia Católica" sobre el "Juicio Particular" que será en el mismo momento de tu muerte y todo lo que afrontarás al salir de este mundo. Clic en la IMAGEN...
MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Ustedes no creen en mí, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen»
(Juan 10 25-26)

La Santa Trinidad, Pintado por Andrés López (activo 1763-1811), Pintado en 1780, Óleo sobre lienzo © Colección Andrés Blaisten, Ciudad de México
El Padre y yo somos uno
En nuestra lectura de hoy, Jesús nos lleva a las alturas de la verdad doctrinal sobre Él mismo: Él es uno con el Padre.
Pero fíjense en las frases de nuestra lectura que preceden a esa última línea de la lectura: habla de nuestras vidas y de cómo, si atamos firmemente nuestras vidas a Cristo, Él nunca nos abandonará.
Así que las palabras que leemos en el Evangelio de San Juan, que a veces pueden ser bastante teológicas, o la doctrina que se proclama aquí, o la teología que nos plantea, nada de eso debe asustarnos, ya que todo ello se relaciona directamente con nuestras propias vidas.
La doctrina y la teología afectan directamente a nuestra vida de discípulos. Así, esta lectura nos lleva al gran misterio de quién es Dios, quién es Jesús y quién es el Espíritu Santo.
Durante los primeros siglos de la historia de nuestra Iglesia, se trató de aclarar la fe trinitaria.
Esta clarificación fue obra de los primeros concilios, ayudados por el trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano.
El número 253 del Catecismo de la Iglesia Católica dice La Trinidad es una. No confesamos tres Dioses, sino un Dios en tres personas, la "Trinidad consustancial".
Las personas divinas no comparten la única divinidad entre sí, sino que cada una de ellas es Dios entero y completo: 'El Padre es lo que es el Hijo, el Hijo lo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo que es el Espíritu Santo, es decir, por naturaleza un solo Dios'.
Siempre me ha parecido que este cuadro, del artista mexicano Andrés López, ayuda a comprender el misterio de la Trinidad: Dios Padre está en el centro, Cristo a la derecha del Padre mostrando sus heridas, y el Espíritu Santo -representado con forma humana- con una pequeña paloma representada en su manto. Los tres son uno. Los tres tienen el mismo aspecto, pero son distintos.
Conoce más sobre el Misterio de la Santísima Trinidad según la Doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica, Clic en la IMAGEN...
LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
«Si Dios les ha dado a ellos el mismo
don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?»
(Hechos 11, 17)
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia
«A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha "venido para que tengan vida y la tengan abundante"».
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013)
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CUARTO DOMINGO DE PASCUA
«Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro: Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos»
(Hechos 4, 8-12)
Seguidores «generosos» y «entregados»
El cuarto domingo de Pascua se caracteriza por el evangelio del Buen Pastor (Cfr. Jn 10, 1-18) y ofrece un marco particularmente sugestivo para valorar su entrega generosa.
Por este motivo se celebra hoy la «Jornada mundial de oración por las vocaciones».
Debemos rezar mucho y con gran fervor para que la grandeza y la belleza del amor de Dios impulsen a muchos a seguir a Cristo por el camino del sacerdocio y de la vida consagrada.
Es necesario rezar para que haya también numerosos esposos santos, capaces de indicar a sus hijos –sobre todo con el ejemplo– los horizontes elevados a los cuales hemos de tender con toda libertad.
Los santos que la Iglesia propone a la veneración de todos los fieles testimonian el fruto maduro de este encuentro entre la llamada divina y la respuesta humana.
La Palabra de Dios nos ofrece abundantes sugerencias para la meditación.
Pedro –que recibió su nuevo nombre de Jesús mismo– afirma que Él, Jesús, es la «Piedra».
En efecto, la única roca verdadera es Jesús. El único nombre que salva es el suyo. (Cfr. Hch 4, 11-12). Él fue “desechado”, pero el Padre lo prefirió y lo puso como cimiento del templo de la Nueva Alianza. (Cfr. Sal 117, 22)
Es verdad, el “mundo” –en la acepción que tiene este término en san Juan– no comprende al cristiano, no comprende a los ministros del Evangelio. Y no lo comprende, en parte porque de hecho no conoce a Dios, y en parte porque no quiere conocerlo.
El mundo no quiere conocer a Dios para que no le perturbe su voluntad, para que no estorbe sus planes personales; y por eso no quiere escuchar a sus ministros, ya que eso podría cuestionarlo o ponerlo en crisis, que en realidad, no es una crisis de "llamada" -Dios sigue llamando- sino que es una "crisis" de respuesta, las personas ya no queiren escuchar y responderle a Dios.
Aquí es necesario prestar atención a una realidad de hecho: este "mundo", interpretado en sentido evangélico, asecha también a la Iglesia, contagiando a sus miembros e incluso a los ministros ordenados.
El Buen Pastor dio su vida por todos, pero la dio y la da de modo especial por aquellos que Él mismo ha llamado y llama a seguirlo por el camino del servicio pastoral.
¡Oremos hoy en especial por las vocaciones sacerdotales y religiosas y para que haya familas santas!
¡Qué Así Sea!
[Sintetizado de Benedicto XVI, Homilía y Regina Caeli, 3-V-2009]
Conoce qué dijo el Papa Francisco HOY Domingo del Buen Pastor. Haz Clic en la imagen...
SÁBADO DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
«Señor, ¿a quién iremos?»
(Juan 6, 68)
Momento de crisis de fe
El evangelista Juan reporta una crisis dramática en el grupo de seguidores de Jesús.
Después del largo discurso sobre el pan del cielo y sobre la carne como alimento, Jesús ve cómo cae la sombra de un fracaso.
Anota el narrador de Juan: ‘Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él’ (6, 66).
¿Por qué se echaron para atrás?
Ellos mismos lo dicen: ‘Tu palabra es dura, ¿quién puede escucharla?’ (6,60).
También había sido dura para el joven rico, cuando Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía y se lo diera a los pobres. También fueron duras las palabras del sermón de la montaña sobre el amor a los enemigos.
Pero lo que Jesús ha propuesto ahora no había sido una nueva moral más o menos exigente, es un proyecto mucho más revolucionario y por eso más difícil de comprender y aceptar: ‘Yo soy el pan de Dios, yo transmito la vida de Dios; mi carne da vida al mundo’.
Nadie había dicho algo parecido: un Dios que baja del cielo como un nuevo maná, y que derrama sangre.
Un Dios que va a morir de amor, que se hace pequeñito como un pedazo de pan, que se hace alimento para el ser humano.
Un Dios que se hace una sola cosa con cada uno, que haciéndose pan se deja asimilar por nuestra corporalidad.
Un Dios que se hace y deja comer por nosotros, para nutrirnos de una vida que no es pasajera ni efímera.
Esto es ‘duro’ creer esto para los discípulos, los de antes y los de hoy.
Jesús, con este discurso, pone fin a la religión de las prácticas externas, de los ritos, de las obligaciones.
Esto es otra cosa, desde ahora, la religión es una experiencia de cuerpo a cuerpo con Dios, hasta hacerse una sola cosa con Él.
Nos cambia la relación con Dios, renueva nuestra sensibilidad, nos saca de nuestras repeticiones y hábitos permitiendo que nos estremezcamos.
Y aquí está el giro del relato: ‘¿También ustedes se quieren ir?’ (6,67)
Aflora la tristeza en las palabras de Jesús cuando percibe que ha surgido una crisis entre sus seguidores. Pero también son palabras valientes y desafiantes: ‘¿También ustedes se quieren ir?’
Jesús se dirige a la libertad de cada persona: Eres libre, te puedes ir o quedar, puedes hacer caso a lo que sientes por dentro, pero ¡elige!
Jesús nos deja libres. Es maestro de la libertad. Jesús es un maestro que no impone.
No dice lo que tienes que hacer, sino que plantea preguntas que sanan por dentro: ¿Qué pasa en tu corazón? ¿Qué se agita en ti? ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Hacia dónde te lleva tu corazón?
Y desde este terreno de las preguntas punzantes, interpela nuestra libertad.
Estoy llamado a hacer un nuevo acto de elección.
Es el momento de tomar una decisión. Hasta aquí llego o sigo adelante con Jesús, hasta el final.
Pedro, en nombre de cada uno de nosotros responde: ‘Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna’ (6,68).
Pedro lo tiene claro. Marca un nuevo comienzo. Es como si dijera: ‘Comparativamente, Señor, no tengo nada ni a nadie mejor que tú’.
Sólo tú. Ningún otro en quien apoyar mi vida. Y excluye un mundo entero de ilusiones, de seducciones. Nadie más en el centro de mi esperanza, nadie más como fundamento de mi corazón. Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Sólo tú. En torno a ti recomienza la vida, tú me tocas por dentro y haces que se abra una nueva página en mi historia personal.
‘¡Tú tienes palabras!’
Tú hablas y es Dios quien habla. El cielo no está vacío ni es mudo. Está cargado de una palabra creadora.
‘¡Tú tienes palabras!’.
No sólo las pronuncias, sino que las tienes. Son tuyas, brotan de ti.
‘¡Sólo tú tienes palabras de vida eterna!’
Son palabras que vivifican cada parte de mí y depositan un pedacito de cielo en mí.
Son palabras que le da vida a la mente, porque la mente de uno vive de verdades o de otra forma se enferma. Vive de libertades sinceras o de otra manera se adormece, se aliena.
Son palabras que dan vida al espíritu, esta interioridad sedienta. Dios es espíritu y es Él quien viene cuando recibo su Palabra.
Son palabras que dan vida al cuerpo, porque ‘en él vivimos, nos movemos y respiramos’ (Hechos 17, 28). ‘Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo’ (Salmo 104, 29).
‘¿A quién iremos?’
Pedro tenía la posibilidad de volver a la barca. Betsaida estaba cerca. Pero era como echar para atrás, ¿existir solamente para sobrevivir? Pedro ya había descubierto dónde estaba la vida verdadera y para siempre, y que no hay barca que transporte la eternidad del corazón.
‘Tú sólo tienes palabras que dan vida a la vida’
Tú nos das palabras que crean cosas que no merecen morir, que regalan eternidad a todo lo más bello que llevamos en el corazón.
Son declaraciones de un amor celoso y jubiloso como una semilla de eternidad. Hoy las hago mías.
¿Quieres irte?
Yo no. Yo no me voy, Señor, no te dejo, te elijo a ti.
Como Pedro, hoy pronuncio mi declaración de amor:
Te quiero a ti, quiero vivir, y sólo tú tienes palabras que vivifican completamente mi existencia.
Señor, ‘tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios’ (6, 68-69).
Sí, Tú das eternidad a lo más bello que uno lleva en el corazón.
Lectio de Juan 6, 60-69 P. Fidel Oñoro cjm
"Jesús, ¿a quién iremos?" AUTOR: Rev. Gregory P. Seltz, The Lutheran Hour Lee esta reflexión, Clic en la imagen...
VIERNES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Preguntó él: “¿Quién eres, Señor?” La respuesta fue: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues".
(Hechos 9, 4-5)

Eucaristía, Pintura de Mary Jane Miller, Pintado en 2013. Témpera al huevo sobre tabla © Mary Jane Miller artista
Comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre
En nuestra lectura de hoy, Jesús dice "mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Nuestro cuadro de Mary Jane Miller fue pintado en 2013, según la antigua tradición bizantina de aplicar temple al huevo sobre tabla.
Esta imagen sacramental representa la Sagrada Eucaristía. La hostia se levanta con ambas manos sobre un cáliz de plata, delante del Libro de los Evangelios.
Esta imagen representa la Palabra de Dios, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el núcleo de nuestra fe.
Al leer el pasaje de hoy tenemos que recordar que las palabras de Jesús habrían sido muy chocantes e inaceptables en aquella época, como lo siguen siendo para muchas personas el día de hoy.
El realismo de su discurso sobre comer su carne y beber su sangre habría sido profundamente ofensivo para algunas personas.
Pero exactamente este es el lenguaje de la Eucaristía. Consumimos a Cristo. Comemos su cuerpo y bebemos su sangre de una manera muy íntima, para hacerlo parte de nosotros mismos.
Al hacerlo, aceptamos todo lo que representa, todo lo que quiere de nosotros, e imitamos su amor.
Así como Jesús estuvo -y está siempre- en íntima comunión con su Padre, así quiere que nosotros estemos siempre en íntima comunión con Él; y la forma que Jesús mismo instituyó para alcanzar esa íntima comunión con Dios, es comer su Cuerpo y beber su Sangre, a través de la Eucaristía.
¡Qué Así Sea!
Aquí puedes conocer más sobre el Discurso del "Pan de Vida" a través de homilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia

JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
¿Entiendes lo que estás leyendo?” Él le contestó: “¿Cómo voy a entenderlo, si nadie me lo explica?”. Felipe comenzó a hablarle y partiendo de aquel pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús.
(Hechos 8, 26-40)
Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo atrae
No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor. Ni debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas de la Escritura, pudieran hacernos algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas.
En efecto, tal vez nos dirán: «¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?» Y yo les respondo «Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer».
¿Qué significa ser atraídos con placer? Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón (Sal 37,4).
Existe un apetito en el alma al que este pan del cielo le sabe dulcísimo. Por otra parte, si el poeta pudo decir: «Cada cual va en pos de su apetito», no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo, si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?
¿Acaso tendrán los sentidos sus deleites y no los tendrá el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría decirse: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz? (Sal 35,8-10).
Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo.
Muestra una rama verde a una oveja y verás cómo atraes a la oveja; enséñale nueces a un niño y verás cómo lo atraes también y viene corriendo hacia el lugar a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es atraído por aquello que desea.
Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman, porque es cierto que «cada cual va en pos de su apetito», ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? Y ¿para que desea tener sano el paladar de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?
Dichosos, dice, los que tienen hambre y sed de ser justos —entiende, aquí en la tierra—, porque —allí, en el cielo— ellos quedarán saciados. (Mt 5,6).
Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los muertos, porque yo los resucitaré en el último día (Jn 6,40).
¡Qué Así Sea!
Fragmento Tratado 26 sobre el Evangelio de San Juan
Localiza y conóce completo el Tratado 26 de San Agustín "El Pan del hombre Interior"

MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
“Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”.
(Juan 6, 35)
«La principal dificultad de los cristianos que acuden a misa»
Ricardo Reyes Castillo, nacido en Francia, de padres panameños, fue ordenado en 2003 por San Juan Pablo II; su tesis doctoral “La unidad en el pensamiento litúrgico de Joseph Ratzinger”, fue elogiada y la BAC no tardó en publicarla como libro.
La pasión que toca el corazón del padre Ricardo se expresará en una nueva obra, que ya es éxito de ventas, conocida en español bajo el título “Cartas entre cielo y tierra”.
El sacerdote ha estado por Latinoamérica dictando conferencias, predicando y dando testimonio sobre el corazón que late en el referido libro que es "la Eucaristía".
El objetivo es hacerla cercana, que se comprendan sus momentos y signos litúrgicos, que el cristiano la viva como “encuentro de amor”, es la invitación que nos trasmite en la siguiente entrevista que concedió a Portaluz desde Arequipa (Perú).
P: Padre Ricardo, su libro “Cartas entre cielo y tierra” explica al creyente de qué trata y cuál es el valor espiritual de cada momento que transcurre en la liturgia eucarística. ¿Tan desconocida o compleja es hoy para los fieles la Eucaristía que requiere ser explicada?
R: Soy sacerdote desde hace 11 años y he constatado la creciente necesidad en los cristianos de entender el significado de aquello que es básico de nuestra fe. Hoy más que nunca necesitamos volver a redescubrir la Santa Misa. Tenemos el constante riesgo de vivir la liturgia eucarística como una costumbre, un precepto que cumplir y así perdemos de vista el verdadero significado de lo que se vive en este evento. Por eso en este libro he tratado de explicar en un modo simple cada gesto y fórmula de la Misa, especialmente para los que desconocen o ignoran la grandeza del Sacramento de la Eucaristía o para los bautizados que no practican su fe.
P: Usted ha viajado por algunos países presentando esta obra. ¿Qué riquezas o testimonio sobre la eucaristía –que pudiera compartirnos- ha recibido de los creyentes con quienes se ha encontrado?
R: El libro salió (2014) en Italia hace un año y medio y en España en el mes de marzo de este año. La verdad ha tenido una gran acogida ya que está en su tercera edición en español. Hay una página del libro en Facebook (se puede visitar aquí) y muchísimas personas escriben agradecidas ya que han logrado descubrir la profundidad de la Santa Misa. Recuerdo un señor anciano quien me contactó hace algunos meses… está postrado en cama y me agradeció porque a través del libro ha sentido la compañía del Señor en sus sufrimientos.
P: ¿Por qué los católicos parecen tan ajenos a vibrar con la eucaristía y saber de qué se trata?
R: La principal dificultad que viven los cristianos en el celebrar la Santa Misa es el asistir a ella por una simple costumbre. Esto se debe a que una vez terminado el catecismo de preparación a los sacramentos no hemos tenido ningún tipo de seguimiento en la fe. Hoy, como decía el Papa Benedicto,vivimos un analfabetismo religioso y por esta razón es urgente una formación y educación cristiana para los adultos.
P: ¿Su motivación para escribir este libro nace de alguna experiencia significativa que vivió con Dios?
R: Nace por la petición de un amigo que encontraba dificultad en asistir a misa porque sentía que era un acto completamente lejano a su persona. No queriendo ser incoherente me pidió que le explicara el significado de lo que se hacía en el rito de la misa y sobre todoqué relación podía existir entre lo que se celebraba en la Iglesia y su vida.
P: ¿Para quienes está pensado este libro y cuál es su novedad?
R: El libro está para cualquier cristiano que quiera conocer. Son 12 cartas que escribo a ese amigo en las cuales, mientras explico la misa, voy recordando algunos pasajes de la Escritura y episodios de mi vida.Hay chicos de 15 años que lo han leído y también personas ancianas.Lo escribí con unlenguaje accesible a todosy allí reside la novedad.
P: ¿Quién -y por qué- definió que la eucaristía debía celebrarse de la forma como se hace?
R: Para responder a esta pregunta necesitaría otro libro… pero fundamentalmente es la Tradición de la Iglesia que ha dado forma a la celebración eucarística como lo vivimos hoy en día.
P: ¿Y cuál es la novedad de la eucaristía que el católico de nuestro tiempo ha olvidado?
R: No soy quién para decir si los católicos han olvidado algo, pero pienso que lo más importante de la celebración es dejarse maravillar por el Señor. La eucaristía es un encuentro de amor, con aquel amor que da sentido a aquello que no tiene sentido en nuestra vida. Nosotros, cada vez que vivimos la celebración, participamos y somos introducidos en el presente del Resucitado y así podemos saborear el cielo en la tierra.
P: En el transcurso de la liturgia eucarística, ¿cuál es el sentido del ponerse de pie en un momento y sentarse en otro?
R: Los gestos y la posición del cuerpo son una ayuda para que el alma pueda entrar en una oración aún más profunda. Por ejemplo el sentarse es una posición que ayuda a recibir algo… por esto durante la liturgia de la Palabra los fieles están sentados y así cada gesto o fórmula tiene un por qué. Tenemos que descubrirlo…
P: Mucha gente no se arrodilla al momento de la consagración. ¿Podría hablarnos del valor y sentido que encierra el arrodillarse y si es obligatorio?
R: No es obligatorio pero la posición indicada en el momento de la consagración es estar de pie o de rodillas ya que estamos en un momento de la celebración en el cual se está en tensión, se podría decir tensión escatológica, ya que Cristo está presente. El estar de pie o de rodillas son dosposturas que mueven el cuerpo hacia delante y por esto ayudan a esperar la venida del Señor.
P: Puede parecer obvio…pero quizás algún lector lo desconoce: ¿Por qué sólo los sacerdotes pueden consagrar el pan y el vino?
R: Porque ellos a su vez han sido consagrados para servir al Pueblo de Dios en la caridad y en la fracción del pan.
P:¿Cree usted en los milagros eucarísticos? ¿Son una prueba para creer que efectivamente en el pan y vino consagrados está Dios mismo, Cristo mismo?
R: Claro que creo, en Italia hay varios y son signos de la ternura de Dios que nos acompaña siempre aún en nuestras incredulidades.
Entrevista publicada en: Portaluz 27 agosto 2014
Conoce (estudia) y reflexiona todo sobre el Sacramento de la Eucarstía a través del Catecismo de la Iglesia Católica. Clic en la imagen...
MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
“Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres”.
(Hechos 7, 51)
Ser partidos y rotos, para ser entregados
Hoy tenemos la lectura que nos presenta la Iglesia, la primer lectura se nos cuenta en el libro de los hechos el martirio de Esteban, que se lo tilda como el primer mártir.
Y si uno lee el texto, se da cuenta que el Martirio de Esteban está narrado de la misma forma que está narrada la Pasión de Jesús, la misma forma, las mismas palabras, las mismas expresiones. Esteban perdona a sus verdugos y entrega el espíritu.
Que interesante esto, el discípulo es aquel que vive y que muere como Jesús, ser discípulos es vivir y morir como Jesús, es seguir su vida, es hacer carne en nuestra vida la vida de Cristo.
Y en el Evangelio se nos dice que Jesús dice “Yo soy el pan de vida” y cuando uno escucha “Yo soy el pan de vida” a uno se le viene al corazón la Eucaristía, la celebración de la Misa, la Comunión.
Entonces, si ser discípulo es vivir y morir como Jesús en torno a la comunión y a la Eucaristía, nosotros estamos llamados a tener una vida eucarística, que nuestra vida sea una Misa.
¿Y que es esto que nuestra vida sea una Misa?
No tenemos que estar todo el día en Misa, no; es prestar atención, por ejemplo, a cuanto das, se dice cada vez que se celebra la Misa “Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo entregó”.
Es decir, nuestra vida tiene que ser algo así, nosotros somos: bendecidos y elegidos, también pasamos por la experiencia de ser rotos y de ser partidos, pero para ser entregados.
Entonces, que lindo ¿no? Estas cuatro acciones eucarísticas -bendecidos y elegidos; rotos y partidos- para ser entregados.
Así, nosotros podemos también entrar en el misterio de Jesús Eucaristía y así vivir una vida Eucarística.
Porque somos elegidos, bendecidos, somos muchas veces partidos y rotos por el sufrimiento por las experiencias que vivimos y estamos llamados a ser entregados a los demás, que nuestra vida sea fecunda.
Por eso también pidámosle al Señor poder vivir y también morir como Él, ser otro Jesús, otro Cristo en el lugar donde nos toca.
¡Que Así Sea!
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María

LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
“Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”,
se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con la que hablaba y su rostro les pareció tan imponente como el de un ángel”.
(Cfr: Hechos 6, 8-15)
"Ustedes me buscan porque han comido hasta saciarse"
Porque habian comido pan "hasta saciarse” así les dice Jesús a quienes lo buscaban, y lo buscaban porque habían tenido una experiencia, habían probado que era cierto eso que decían de él que era capaz de hacer cosas nunca antes vistas.
Lo buscan y eso en sí mismo es bueno. Pero ¿por qué lo hacen? ¿qué buscan? ¿buscan milagros?¿buscan fenómenos extraordinarios? ¿buscan alcanzar de manera inmediata lo que necesitan? Él lo sabe.
Jesús conoce el corazón del que se acerca a Él.
Es por eso que les dice la razón por la que lo buscan pero los invita a más. Los invita a la VIDA con mayúsculas, a una vida nueva, a recibirlo a Él, quien no es un amor pasajero sino que es un amor hasta la vida eterna.
Sí, en Jesús tenemos un amor para siempre. En Él podemos experimentar que el amor es más que un sentimiento, que es para siempre y nada ni nadie puede cambiar eso.
En este siglo que es de amores pasajeros e inestables, cada familia, cada pareja, cada uno de nosotros puede experimentar que Jesús nos ama para siempre y que nosotros podemos amar -con su mismo mor- para siempre.
Y Jesús les dice a aquella gente, “ustedes me buscan”; y nosotros también lo buscamos, es verdad, pero que no sea sólo para saciar nuestra hambre y necesidades materiales, sino para darnos cuenta de que Él nos ama y que no se cansa de hacerlo.
Lo buscamos porque necesitamos escuchar que sí nos perdona cada vez que nos acercamos a pedirle perdón, y que no se cansa de perdonarnos.
Pero también nos acercamos porque Él quiere escucharnos decir, como una vez le preguntó a Pedro: “Pedro, ¿me amas?”, y que nosotros podamos decirle, como Pedro, “Sí Señor, tú sabés que te amo”.
¡Qué Así Sea!
P Maximiliano Turri, Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús

TERCER DOMINGO DE PASCUA
“Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello
nosotros somos testigos”.
(Hechos 3, 15)
Somos "testigos"
En las lecturas bíblicas de hoy resuena dos veces la palabra «testigos»…
La primera cuando Pedro –después de lacuración del paralítico ante la puertadel templo de Jerusalén– exclama: «Han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos».
La segunda cuando Jesús resucitado, la tarde de Pascua, abre la mente de los discípulos al misterio de su muerte y resurrección y les dice: «Ustedes son testigos de esto»…
Los apóstoles, que vieron con los propios ojos al Cristo resucitado, no podían callar su extraordinaria experiencia.
Él se había mostrado a ellos para que la verdad de su resurrección llegara a todos mediante su testimonio.
La Iglesia tiene la tarea de prolongar en el tiempo esta misión. Todos nosotros estamos llamados a dar testimonio de que Jesús está vivo…
Podemos preguntarnos: pero, ¿quién es el testigo?
El testigo es uno que ha visto, que recuerda y que cuenta. «Ver», «recordar» y «contar» son los tres verbos que describen la identidad y la misión de la Iglesia y del cristiano…
El contenido de su «testimonio» no es una teoría, no es una ideología o un complejo sistema de preceptos y prohibiciones o un simple moralismo.
Es un mensaje de salvación, es un acontecimiento concreto, es una Persona: es Cristo resucitado, viviente y único Salvador de todos…
Él puede ser testimoniado sólo por quienes han tenido una experiencia personal de Él, en la oración, a través de un camino que tiene su fundamento en el Bautismo, su alimento en la Eucaristía, su sello en la Confirmación, su continua conversión en la Penitencia.
Gracias a este camino, siempre guiados por la Palabra de Dios, podemos transformarnos en testigos de Jesús resucitado.
Y nuestro testimonio será mucho más creíble cuando más transparente un modo de vivir evangélico, gozoso, valiente, humilde, pacífico, misericordioso…
En cambio, si nos dejamos llevar por las comodidades, las vanidades o el egoísmo, ¿cómo podremos comunicar a Jesús vivo, cómo podremos comunicar la potencia liberadora de Jesús vivo y su ternura infinita?
Que María, nuestra Madre, nos sostenga con su intercesión para que podamos convertirnos –con nuestros límites, pero con la gracia de la fe– en testigos del Señor resucitado, llevando a las personas que nos encontramos los dones pascuales de la Alegría y de la Paz.
¡Que Así Sea!
Papa Francisco, Regina Coeli, 19-IV-2015 (Fragmento)

SÁBADO DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
“La palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén
se multiplicaba grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe”.
(Hechos 6, 7)
Jesús Resucitado permance en su Barca
Durante la travesía nocturna del lago, la barca de los discípulos se queda bloqueada por una repentina tormenta de viento. Esto es habitual, en el lago.
A un cierto punto, vieron a alguien que caminaba sobre las aguas que iba hacia ellos. Se turbaron pensando que era un fantasma y gritaron por el miedo. (…)
En los momentos oscuros, en los momentos de tristeza, Él sabe bien que nuestra fe es pobre —todos nosotros somos gente de poca fe, todos nosotros, yo también, todos— y que nuestro camino puede ser perturbado, bloqueado por fuerzas adversas.
¡Pero Él es el Resucitado! No olvidemos esto: Él es el Señor que ha atravesado la muerte para ponernos a salvo. Incluso antes de que nosotros empecemos a buscarlo, Él está presente junto a nosotros.
Levantándonos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe
Quizá nosotros, en la oscuridad, gritamos: “¡Señor! ¡Señor!”, pensando que está lejos. Y Él dice: “¡Estoy aquí!”. ¡Ah, estaba conmigo! Así es el Señor.
La barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, a veces pruebas muy duras: pensemos en ciertas persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también hoy, en algunas partes.
En esas situaciones, podemos tener la tentación de pensar que Dios ha abandonado su barca. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor, el testimonio de la esperanza.
Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero.

VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
“Este es, en verdad, el profeta que habría de
venir al mundo”.
(Juan 6, 14))
Jesús el que Sustenta nuestra Vida
Llegamos al capítulo más largo del evangelio según Juan el cual está compuesto por 71 versículos los cuales a su vez encierran una unidad sorprendente.
En el capítulo 5 vimos la realización de la tercera señal, la curación del paralitico de Betesda en día sábado, lo cual provocó el enojo de los líderes religiosos judíos y desato toda una discusión que termino en mostrar a Jesús como la fuente de vida y sus credenciales divinas.
Ahora, en el capítulo 6, el apóstol Juan presenta a Jesús como el sustentador de la vida. Curiosamente el tema del pan está presente casi en todo el relato de dicho capítulo y comienza con uno de los milagros más sorprendentes que nuestro Señor realizo durante su ministerio, y a su vez constituye la cuarta señal en este evangelio, la multiplicación de los panes y los peces. Este milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces se relata en los cuatro evangelios.
Las multitudes siguen a Jesús
“Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos”. Juan 6:1-4
Con las palabras: "Después de esto", Juan enlaza los últimos acontecimientos que sucedieron en Judá referente a la discusión de Jesús con los judíos y la cuarta señal que es la multiplicación de los panes y los peces.
El evangelista Juan nos narra que mucha gente decidió seguir a Jesús debido a los muchos milagros que el Señor había realizado, los cuales no aparecen aquí pero como ya dijimos están relatados en Mateo, Lucas y Marcos, en casi un año de ministerio: "Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos".
Jesús se preocupa por nuestras necesidadades
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco”. Juan 6:5-6
Juan nos dice que cuando Jesús vio la gran multitud que lo rodeaba le dijo a Felipe ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?, pero esto lo hizo solo para probar su fe ya que el texto dice que Él sabía lo que iba a hacer.
Obviamente los 12 discípulos no tenían idea de cómo alimentar a toda esta gente, pero Jesús sí, especialmente porque se necesitaba más de 200 denarios para hacerlo, donde el denario equivalía a un día de trabajo de un jornalero.
Lo interesante de esto es la compasión que Jesús tuvo de estas personas ya que sabía todo el camino que habían recorrido a pie y lo cansado que estaban, y posiblemente un regreso a pie a las aldeas más cercanas sin comer hubiese sido agotador para la mayoría de ellos.
En estos versículos podemos ver una nueva faceta de nuestro Señor Jesucristo, el proveedor de todas nuestras necesidades. Él no solo es el dador de la vida, sino el sustentador de la misma, como Dios en el Antiguo Testamento se presenta como el gran proveedor, así Jesús se preocupa por los suyos: “el Señor es mi pastor; nada me faltará”, (Salmo 23:1).
Lo que se necesita para satisfacer todas nuestras necesidades
“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?”. Juan 6:8-9
En estos versículos encontramos lo que podemos hacer para que todas nuestras necesidades sean satisfechas en Cristo Jesús. En aquel entonces uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, encontró a un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos pececillos al cual presento a su Maestro: Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
En palestina el pescado y el pan eran el alimento básico de la región. El pan para los pobres generalmente era elaborado de cebada, y los pececillos no eran más que del tamaño de unas sardinas, generalmente preparado en conserva para preservarlos en medio del desierto.
Juan es el único de los cuatro evangelios que especifica que fue un muchacho quien tenía los cinco panes y dos pececillos, no sabemos si fue Andrés quien descubrió a este muchacho con su comida o fue el muchacho mismo quien llevo ante Jesús sus alimentos para que éste los usara, lo cierto es que a los ojos del hombre era muy poco.
Aquí podemos ver un principio espiritual muy importante en cuanto al sostenimiento y satisfacción de nuestras necesidades y es poner a los pies de Jesús lo poco que tengamos, porque Él los multiplicara.
El milagro de la multiplicación
Luego tomo aquellos panes y dando gracias a Dios por ellos comenzó a repartirlos junto con los pececillos a sus discípulos y estos a la gente hasta que todos llegaron a saciarse.
Este milagro de multiplicar estos alimentos para cinco mil hombres sin contar las mujeres y niños constituye una de las señales más impresionantes que Jesús realizo en sus tiempos, tanto que los cuatro evangelios lo relatan, y todos fueron saciados en gran manera: “Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”, (Mateo 14:21).
Algunos han querido quitarle crédito a este milagro diciendo que lo que Jesús hizo fue partir pequeños pedacitos de pan para toda la multitud como se hace en la santa cena, pero queda claro que esto no fue así porque aquella gran multitud se sacio y quedo satisfecha a tal punto que se regocijaron y aun llenaron doce cestas de pedazos de los cinco panes que habían sobrado: Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
En palestina se acostumbraba cargar una pequeña canasta donde se llevaba alimento para al menos dos días, posiblemente estas doce cestas sean las de los discípulos quienes las llenaron para el próximo día. Con este milagro Jesús se estaba ratificando como el único que puede hacerse cargo de nuestras necesidades, y por eso los cristianos no necesitamos más, ya que Cristo no solo nos salva de la condenación eterna, sino tiene cuidado de cada uno de nosotros y vela por nuestras necesidades.
Las multitudes quieren proclamar rey a Jesús
El milagro fue tan sorprendente que al verse la multitud satisfecha y contenta pensaron en proclamar a Jesús como rey ya que lo identificaron con el profeta que Moisés profetizo que habría de venir: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará el Señor tu Dios; a él oiréis”, (Deuteronomio 18:15).
Los judíos esperaban a un Mesías que los condujera a través de la fuerza a la liberación romana, pero no sabían que en su primera venida el Mesías había venido a liberales de sus ataduras espirituales, por eso Jesús decidió escapar y apartarse a un monte para estar solo.

JUEVES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
"El Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen".
(Cfr: Hechos 5, 27-33)
«El que viene del Cielo está por encima de todos»
Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús.
En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio.
Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, anhelemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre.
Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre.
Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestravida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.
«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad.
Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican.
Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)… mientras no crea.

MIÉRCOLES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
La causa de la condenación es ésta:
"Habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas".
(Juan 3, 19)
Tanto amó Dios al mundo
El diálogo con Nicodemo llega a su punto más alto: “Tanto amó Dios al mundo”. Es una de las declaraciones de Jesús más importantes y centrales del evangelio de Juan.
Tanto amó
Jesús no nos narra a un Dios inamovible, encerrado en sí mismo o en su perfección.
Para Jesús Dios no es simplemente el “totalmente otro”. Jesús lo presenta como un Dios totalmente nuestro, quien habitado por una pasión viene hasta cada persona para tenderle la mano para iniciar el camino de una relación, de una comunión.
Un Dios que se complace en habitar entre los hijos del hombre. Un Dios que no se revela en la piel de un monarca autosuficiente, sino como don, acogida, amor.
Un Dios que vive de relaciones y se nutre de revelación.
Tanto vive de relación que llega a fundir su identidad con la de la persona con la que se relaciona: Dios de Abraham, Dios de Isaac, de Jacob… Y podríamos decir también de Mario, de Cecilia, de Fidel… de ti. El suyo es el nombre de una relación.
A quien desde siempre hemos aprendido a conocer como el Omnipotente, en Jesús se revela como el Dios que se inclina para hablar con los seres humanos.
E aquí donde se sitúa la respuesta de Jesús. Si el hombre no puede subir por sí solo hasta Dios, hay un Dios que desciende hacia cada persona: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su hijo unigénito” (Jn 3, 16).
Dios está constituido precisamente de este movimiento descendente: hay una condescendencia de Dios hacia la humanidad.
¿Por qué este movimiento?
El motivo está confiado a las palabras simples pero también extraordinariamente luminosas de Jesús: ‘Tanto amó Dios al mundo’. Entonces el motivo es el amor, por puro amor.
Es propio del amor abrazar la condición del amado permitiéndole acceder a un estado distinto de comprensión de sí, de la vida, del mundo, de lo bajo, por medio de un proceso lento y gradual. No por saltos ni a la fuerza.
Dios… amor… mundo
Son tres palabras que antes de Jesús parecían imposibles de poner juntas.
¿Cómo es posible que Dios pueda amar también a quienes lo ignoran o que le dan la espalda?
Entre estas dos palabras que parecen irreconciliables, Dios y mundo, hay una tercera palabra: amar. Ella acorta las distancias y establece una conexión.
La revelación de Jesús es esta: Dios ha considerado al mundo, a toda persona, a esta nada y a esta promesa de vida que soy yo, este yo a quien ha dotado de un corazón, como más importante que a sí mismo.
Y viene a mí con una locura de amor: Para ganarme a mí se ha perdido a sí mismo.
“Dios ha amado”. Es también muy significativa la forma verbal: no dice me amará, como si fuera una promesa, lo dice con un verbo que comienza en pasado y sigue vigente en el presente: me ha amado.
Es un verbo que infunde una seguridad, es una certeza que se ancla en el corazón y lo reafirma. “Lo fuerte de esto es que estamos inmersos en un océano de amor y no nos damos cuenta”, dice G. Vannucci.
A todos
“A todo el que crea…”
Sabemos que Dios ya había establecido una relación particular con un pueblo. Aquí, en las palabras de Jesús a Nicodemo, no está de por medio un pueblo, sino la humanidad entera: ‘Tanto amó Dios al mundo’.
Y es significativo también el “a todo el que”, que aparece como destinatario de este ofrecimiento de salvación.
“Todo el que crea en él”. “Todo el que” representa a la familia humana. Dios es el Dios de todos, sin distinciones ni exclusiones.
No sólo el hombre, sino el mundo entero es el que es amado. La tierra es amada, los animales, las plantas, la creación entera. Y si él ha amado la tierra, también yo debo amarla con sus espacios, con sus hijos, con su verdor, con sus flores. Y si Él ha amado el mundo y su belleza frágil, entonces también tú amarás la creación como a tí mismo, al amarás como tu prójimo: “mí prójimo es todo lo que vive” (Gandhi).
Y este encuentro entre Dios y el mundo ocurre en la cruz, ocurre en todos aquellos elementos de descarte que componen la existencia humana.
La cruz es el lugar de la reconciliación. La herida está llamada cicatrizar. La cruz es el signo permanente que nos da la certeza de que Dios no quiere nuestra condena, sino nuestra liberación.
No hay pecado, por muy grande que sea, que sea mayor que el amor de Dios. No hay delito que no pueda ser perdonado. La cruz atestigua que el amor es más fuerte que cualquier culpa.
Se nos pide un cambio de perspectiva, una manera diferente de ver el mundo. El mundo, el nuestro, es una realidad en la cual el Señor no deja de esperar.
Hay como una especie de obstinación de Dios por llevar adelante su proyecto de salvación y de amor a pesar de nuestras resistencias. Es un Dios que no nos pide que le tengamos miedo a su juicio, sino más bien que creamos en su amor.
Vida eterna
Ahora toca del tema de la vida eterna.
“Para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. (3, 16)
¿Qué entendía Jesús con esta expresión?
No tanto una vida dilatada en el tiempo, cuanto una vida cualitativamente distinta. Es decir, una vida transfigurada por una belleza que sólo puede venir de Dios.
El hombre, dejado a sí mismo, no tiene la posibilidad de apagar este anhelo.
Y ocurre que todos los deseos humanos, incluso los errores, expresan esta tensión interna hacia la superación de lo que vivimos actualmente por la conquista de una condición inédita que llegue a la condición de lo divino.
“Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (3, 17).
Dios quiere nuestra salvación. Quien ama no quiere perder a aquel que ama.
Dios no mandó a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvado, para que quien crea, tenga vida.
A Dios no le interesa instruir procesos judiciales contra ninguno de nosotros, sea para condenar o para hacernos pagar cuentas, ni siquiera para absolvernos.
La vida de los amados de Dios no se entiende desde la dinámica de los tribunales, sino desde otra dinámica más rica y prometedora: desde el florecer y desde los abrazos, apuntando siempre hacia una plenitud.
“Para que el mundo sea salvado”
Salvar quiere decir conservar. Y nada se va a perder, ningún suspiro, ninguna lágrima, ni el hilo de hierba más humilde. No se van a perder nuestros mejores esfuerzos, ni nuestra dolorosa paciencia, ni ningún gesto que hagamos por cuidar la vida de otros, por muy pequeño y escondido que sea.
Vivimos esa vida eterna dentro de nosotros cada vez que amamos. Decía otro biblista, el inolvidable Paul Beauchamp, que toda la historia bíblica comienza con un “eres amado” y termina con un “amarás”.
Decía también la escritora Emily Dickinson (siglo XIX, tiempos de Edgar Alan Poe y Whalt Whitman):
“Si consigo que un corazón no se despedace,
no habré vivido en vano.
Si consigo aliviar el dolor de una vida
o suavizar una pena,
o ayudar a un pajarito caído a volver a su nido,
no habré vivido en vano”.
En fin…
No somos cristianos porque amemos a Dios. Somos cristianos porque creemos que Dios nos ama. Esto es lo fundamental.
Son palabras que no terminaremos nunca de saborear.
Son palabras de las que nos podemos aferrar. Palabras que sentimos más lucidas en cada etapa de la vida, en cada caída, en cada noche, en cada desilusión.
Es verdad, no estoy solo, Dios me ha amado de una forma increíble. Con Dios no hay soledad ni vacío, lo que hay es desconocimiento de su amor.
Es en este punto en que la noche de Nicodemo y nuestras noches se iluminan.
Podemos renacer en este día. Renacer a la confianza, a esa paz serena que te reencanta, que te enamora de la vida, que te da ganas de amar más, de trabajar y de crear, de cuidar de tus seres queridos e incluso de lo que no.
Ese inmenso amor te impulsa a cultivar talentos y criaturas, todo esto, todo entero, en el pequeño jardín que Dios ha puesto en tus manos.
¡Que Así Sea!
Lectio de Juan 3, 16-21 P. Fidel Oñoro cjm

MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
Jesús dijo a Nicodemo: “No te extrañes de
que te haya dicho: Tienen que renacer de lo alto"
(Juan 3, 7)
Meditación del Papa Francisco
No se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio. Jesús dice a los judíos: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy yo".
En el desierto ha sido por tanto elevado el pecado, pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí. El que es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo.
El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces.
El cristianismo es una persona, una persona elevada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto ha sido elevado el pecado, aquí que se ha elevado Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entiende el cristianismo sin comprender esta profunda humillación del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo convirtiéndose en siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2014, en Santa Marta).
El diálogo un poco misterioso entre Jesús y Nicodemo, sobre el segundo nacimiento, sobre tener una vida nueva, diferente de la primera.
En este itinerario de la franqueza, el verdadero protagonista es precisamente el Espíritu Santo, porque Él es el único capaz de darnos esta gracia de la valentía de anunciar a Jesucristo. Y esta valentía del anuncio es lo que nos distingue del simple proselitismo.
Nosotros no hacemos publicidad para tener más 'socios' en nuestra 'sociedad espiritual', ¿no? Esto no sirve. No sirve, no es cristiano.
Lo que el cristiano hace es anunciar con valentía y el anuncio de Jesucristo provoca, a través del Espíritu Santo, el asombro que nos hace avanzar. (Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Nicodemo, hombre culto y magistrado judío, ¿comprendió lo que Jesús le dijo? Nicodemo sabía por las escrituras que Moisés levantó una serpiente para librar a su pueblo del veneno de las serpientes, pero no llegaba a comprender que
Cristo también sería levantado para librar, no ya a un pueblo concreto con un número determinado de personas, sino que libraría a todos los hombres de las picaduras del pecado.
¿Qué pensó Nicodemo cuando años después vio a Cristo en la cruz? Tal vez se acordaría de aquellas palabras que escuchó de Jesús y que no comprendió porque el Padre revela los secretos del reino a quienes Él se los quiere revelar, pero que ahora ante la figura de Cristo muerto, ya lo comprendería con el corazón y no por el conocimiento que le daba su ciencia.
Nosotros, cristianos del siglo XXI, esperanza de la Iglesia para este nuevo milenio, ya no se nos oculta nada sobre la pasión del Señor.
La cruz, como decia el Papa, San Juan Pablo II, en Dives in Misericordia, “es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre”.
Acompañemos a Cristo resucitado en estas fiestas pascuales, pero recordando que Cristo tuvo que pasar antes sobre la cruz por amor a mí.
¡Que Así Sea!

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Solemnidad
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, Aleluya.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, Aleluya.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Aleluya, Aleluya.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, Aleluya.
(Responsrio Breve)
La Encarnación del Señor
De las cartas de san León Magno, Papa
La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contratada por nuestras condición pecadora, la naturaleza invulnerable se una a la naturaleza pasible; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, quiso ser a la vez mortal e inmortal, por la conjunción en él de esta doble condición.
El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana. Y, al decir nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que él asume para restaurarla.
Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.
Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales-- fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre es el mismo que se hace él mismo hombre, tomando la condición de esclavo.
Y, así, el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo engendrado en un nuevo orden de cosas.
En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza se hace visible en la nuestra, el que era inaccesible a nuestra mente quiso hacerse accesible, el que existía antes del tiempo empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo, el Dios impasible e inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.
El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en él, con toda verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.
Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignación de su piedad, ni el hombre queda destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palahra realiza lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.
En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne, sucumbe a las injurias. Y así como la Palabra retiene su gloria igual al Padre, así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.
La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre.
Es Dios, porque ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; es hombre porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
"Dios de eterna Misericordia, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido"
¡Aleluya, Aleluya!
(Oración Colecta, Domingo de la Misericordia)
Domingo de la Misericordia
El Evangelio de HOY según San Juan, nos lleva al corazón del tiempo pascual, presentándonos dos apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos y el famoso episodio de la incredulidad y posterior creencia de Tomás.
Este pasaje es especialmente significativo al reflexionar sobre la Divina Misericordia, pues nos muestra la inmensa compasión y paciencia de Jesús hacia sus seguidores, incluso en sus momentos de miedo, duda e increencia.
Después de su resurrección, Jesús aparece ante sus discípulos, quienes se encontraban escondidos por miedo a los judíos.
Su primer saludo es “Paz a vosotros”, una declaración poderosa que no solo busca calmar sus temores inmediatos sino que también simboliza la paz profunda y duradera que su resurrección trae a la humanidad.
La paz que Jesús ofrece es el primer regalo de su misericordia divina, invitándonos a superar nuestros propios miedos y dudas para abrazar la nueva vida que nos ofrece.
Luego, Jesús muestra a Tomás sus heridas, permitiéndole tocarlas, en un gesto de inmensa ternura y paciencia.
A través de este acto, Jesús no solo confirma su resurrección física sino que también sale al encuentro de las necesidades específicas de fe de Tomás.
Este encuentro es un poderoso testimonio de cómo la Divina Misericordia se manifiesta de manera personalizada, reconociendo nuestras luchas individuales y acercándose a nosotros en los términos que más necesitamos para creer y confiar.
La celebración de la Divina Misericordia, el primer domingo después de Pascua, se vincula profundamente con este pasaje.
Nos recuerda que, al igual que Jesús se reveló a sus discípulos en medio de sus dudas, Él está siempre dispuesto a revelarse a nosotros en nuestra incredulidad, invitándonos a una relación más profunda y confiada con Él.
Nos llama a reconocer y aceptar su misericordia como el fundamento de nuestra fe y nuestra vida cristiana.
Este evangelio nos enseña que la misericordia de Dios, revelada plenamente en Jesucristo resucitado, es más fuerte que nuestras dudas, miedos, y pecados.
Jesús nos invita a pasar de la incredulidad a la fe, de la desesperación a la esperanza, ofreciéndonos su paz como regalo supremo de su amor misericordioso.
Así, la celebración de la Divina Misericordia es una invitación a renovar nuestra fe en el poder salvífico de Jesús resucitado, a abrir nuestros corazones a su paz, y a ser testigos de su misericordia en el mundo.
¡Qué Así Sea!

SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA
"Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído"
¡Aleluya, Aleluya!
(Hechos 4, 20)
El que crea se salvará
Esta palabra es primeramente profana: salvar (en hebreo yasá’) es liberar de un peligro, sobre todo en la guerra.
En griego (sozo) es más bien curar, salvar de una enfermedad o de la muerte. Un oficial, un médico, un bombero o un abogado pueden ser «salvadores». En la antigüedad se daba este título (soter) a los dioses sanadores como Esculapio, e incluso a algunos soberanos.
En el Antiguo Testamento
El acontecimiento fundador de la religión de Israel es la liberación de Egipto (Ex 14,30-31): descubrió que su Dios era salvador, título con el que es llamado frecuentemente en la Biblia: «Yo soy el Señor, tu Dios, el que te sacó de Egipto, de aquel lugar de esclavitud» (Ex 20,2).
En los tiempos del desierto, Dios continúa actuando para la salvación: salva del hambre (el maná), de la sed (el agua de la roca), del enemigo (Amalec), de las serpientes (la serpiente de bronce), de la idolatría (el becerro de oro), de la rebelión (Coré). Después, Dios envía a su pueblo jueces y posteriormente reyes, para salvarlos de sus enemigos, siempre por la Alianza*, en la que Dios se compromete a proteger a su pueblo.
Pero Israel es con frecuencia infiel a esta Alianza; también tiene experiencia de la derrota, de la ocupación y del exilio*. En Babilonia, en el siglo VI, los exiliados entienden, gracias a los profetas, que pueden vivir en Alianza con Dios, incluso en tierra extranjera, pues aunque Dios es salvador, ante todo no lo es de sus enemigos, sino de la infidelidad, del pecado* que pervierte las relaciones humanas e impide la Alianza.
Después del exilio, el pueblo judío conocerá aún movimientos de liberación nacional (Judas Macabeo y los reyes asmoneos en los siglos II y I a. C.), pero su vida religiosa estará cada vez más centrada en los ritos y oraciones de penitencia para pedir a Dios la verdadera salvación: el perdón* (Sal 51,12-17).
En el Nuevo Testamento
Jesús es la forma griega de Josué (Yehosúa en hebreo), que significa: «Dios salva». Así es explicado a José el nombre del niño que va a nacer: «Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,21; cf. Hch 4,12).
Algunos milagros de Jesús, como el pan para la multitud en el desierto o la tempestad calmada para los discípulos, recuerdan los del éxodo.
Las numerosas curaciones muestran que Jesús viene a traer a los hombres no sólo la salud, sino también la salvación de Dios; la curación del paralítico de Cafarnaún comienza por el perdón de sus pecados (Mc 2,1-12).
Jesús rechaza separar los males del cuerpo y los del alma; los primeros son, por otra parte, frecuentemente la expresión de estos últimos. Es a la persona entera a la que viene a salvar.
La pasión de Jesús, vivida como un sacrificio* libremente aceptado, es entendida como la revelación del amor más grande (Jn 15,13) que puede liberar a cada persona del mal, del odio y del temor.
Si creemos que Jesús nos ha liberado, rescatado, entramos desde ahora en esta salvación: «El que crea y se bautice*, se salvará» (Mc 16,16) nos revela el Evangelio de HOY.
Pero nuestra salvación no será manifestada más que por la victoria definitiva de Cristo:
«Porque ya estamos salvados, aunque sólo en esperanza»
(Rom 8,24)
¡Qué Así Sea!
Fuente: Cuadernos Bíblicos nº123, Evd, 2005

VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
"Sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos"
¡Aleluya, Aleluya!
(Hechos 4, 10)

Jesús se aparece a sus discípulos en el Mar de Tiberíades, Ilustración de Die Bibel in Bildern, Grabado por Julius Schnorr von Carolsfeld (1794-1872),
Publicado en 1853, Cromolitografía en color © Alamy / Christian Art
Reflexión sobre el grabado
Nuestro grabado de mediados del siglo XIX, obra de Julius Schnorr von Carolsfeld, representa el momento de nuestra lectura del Evangelio en el que 'Simón Pedro, que no llevaba prácticamente nada puesto, se envolvió con su manto y se lanzó al agua'.
Vemos a Jesús representado como la fuente de luz, de pie en la orilla del mar de Tiberíades.
Juan y Pedro acaban de ver a Jesús, y sus expresiones transmiten la sorpresa y la alegría de verlo.
Los demás discípulos están al otro lado de la barca, consiguiendo a duras penas sacar los abundantes peces que han pescado.
La lectura del Evangelio de hoy nos reconforta.
Si ni siquiera los discípulos, que durante años estuvieron tan cerca de Jesús y lo siguieron a todas partes, lo reconocieron, seguramente nosotros tampoco podemos reconocer a Jesús con facilidad. ¿O sí?
Hay tantos extraños en la orilla de nuestras vidas: personas con las que nos hemos encontrado pero en las que no hemos visto a Jesús.
Tal vez haga falta alguien como Juan, el discípulo amado, para señalarnos al Señor.
Mira el efecto que tuvo: Pedro se lanzó semidesnudo al mar para acercarse a Cristo.
Simón Pedro no fue el primer discípulo que reconoció a Jesús. Sin embargo, ¡fue el primero en responder!
Nuestro grabado transmite tan bellamente la espontaneidad e inmediatez de la respuesta de Pedro.
CONTEMPLA LA IMAGEN...CON CUÁL DE LOS APÓSTOLES TE IDENTIFICAS...

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
"Dios nuestro, te pedimos que, quienes renacimos en la
fuente bautismal, tengamos una misma fe en nuestros pensamientos y un mismo amor en nuestras obras"
¡Aleluya, Aleluya!
(Oración colecta)
Cristo Resucitado se aparace a sus discípulos
Estudiosos del evangelio según San Lucas comentan que los versículos 26 al 53 del capítulo 24 pueden ser considerados como una unidad, donde tres secciones son identificables.
La primera sección (que cubre los versículos 36 al 43), registra pruebas de la resurrección de Jesús.
La segunda sección (del versículo 44 al 49), incluye la interpretación de las Escrituras y la comisión dada por Cristo a sus discípulos.
La tercera sección (de los versículos 50 al 53), relata la ascensión de Jesús.
24:36. Los discípulos están reunidos y Jesús se les presenta diciéndoles “Paz a vosotros”.
La frase con que se inicia el versículo 36 –“Mientras ellos aún hablaban de estas cosas”– da continuidad al relato de los versículos anteriores donde se registra el encuentro de Jesús con dos de sus discípulos en el camino a Emaús.
Los versículos 33 al 35 mencionan que dichos discípulos comunican su encuentro con Jesús a los demás diciendo “Ha resucitado el Señor verdaderamente”.
En el versículo 36 encontramos a los discípulos comentando entre sí la resurrección de Jesús cuando El se presenta en la reunión. El saludo de Jesús es un saludo acostumbrado en la tradición judía y también se encuentra registrado en el Antiguo Testamento, pero para los discípulos dicho saludo es fuera de lo ordinario.
24:37. Como reacción normal, los discípulos reciben la presencia y saludo de Jesús con una respuesta inicial del espanto y temor.
El versículo 37 comenta que los discípulos piensan que están viendo un espíritu. Aunque habían escuchado a Jesús hablar de su resurrección (Lucas 18:33), para ellos es incomprensible.
Los discípulos aún hacían a Jesús muerto, por lo que la opción de que lo que veían es un espíritu o inclusivo un demonio tomando la forma de Jesús, es probable. La reacción de temor y asombro se puede comparar con las apariciones de ángeles a Zacarías (1:12) y María (1:29) registradas al inicio del evangelio de Lucas.
24:38. Jesús se da cuenta del temor que envuelve a los discípulos con su presencia y conoce sus pensamientos sin que ellos digan nada. Jesús les pregunta “¿por qué están turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?” Los discípulos en primera instancia no se dan cuenta de que lo que han escuchado de boca de Jesús y después de los discípulos que se encontraron con Él en camino a Emaús es una realidad que lejos de provocar temor, debe traerles gozo.
Tal como lo dice la expresión de los discípulos que iban camino a Emaús: “Ha resucitado el Señor verdaderamente”. Qué mejor acontecimiento que ser testigo de dicho suceso. Pero los corazones de los discípulos no están listos para el feliz encuentro, y por eso se llenan de temor y dudas.
24:39. Jesús invita a los discípulos a ver y tocar sus pies y manos para disipar la idea de que lo que ven es un espíritu. Él les confirma que un espíritu no se puede palpar, pues un espíritu no es de carne y hueso; un espíritu es un ser inmaterial. Jesús quiere confirmar a los discípulos que su presencia es palpable, real y física. No es una visión.
Si Jesús hubiera aparecido como un espíritu, no sería resurrección.
Lee completo el Evangelio de HOY...
La definición de la palabra resurrección es “dar de nuevo vida”.
La resurrección de la hija de Jairo (Lucas 8:55) hace evidente el significado de la frase “dar de nuevo vida” pues la niña revivió, se levantó y comió. Físicamente su organismo se restablece. Jairo tuvo de regreso a su hija en carne y hueso, no como un espíritu. Lo mismo sucede con la resurrección y aparición de Jesús.
24:40. Jesús muestra sus manos y pies a los discípulos. La prueba física y material (palpable) de la resurrección de Jesús no está solo en verlo, sino en poder tocarlo. De esta manera no les puede caber la menor duda de que Jesús está vivo.
24:41. Jesús continúa demostrando de manera irrefutable que está vivo, ahora pidiendo algo de comer. Los discípulos ahora se encuentran maravillados y siguen sin creer.
24:42-43. Jesús viene en presencia de los discípulos, quienes le dan pescado asado y un pan de miel.
El hecho de que Jesús coma es otra confirmación de que no es un espíritu. Jesús está comiendo con los discípulos con la misma familiaridad con que lo ha hecho en ocasiones anteriores. Después de tantas pruebas claras, los discípulos pueden pasar, de un estado de temor y duda, a un estado de gozo y certidumbre.
24:44-46. Jesús, después de dar evidencias físicas de su resurrección, ahora da evidencias basadas en las Escrituras.
Recuerda a los discípulos de las veces que habló con ellos del cumplimiento de las promesas escritas sobre Él en la Ley de Moisés, en los Profetas y los Salmos.
La explicación que ofrece Jesús tiene el propósito de abrir el entendimiento de los discípulos usando las Escrituras. Los discípulos tienen nuevamente frente a ellos al Maestro.
24:47-48. Estos versículos enfatizan la comisión dada directamente por Jesús a los discípulos de predicar “en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”. Jesús establece la predicación en su nombre como una ordenanza, y al mismo tiempo da la facultad y autoridad a sus discípulos para llevar a cabo dicha tarea. Jesús asigna la comisión de predicar en su nombre sin límites territoriales. El mensaje de arrepentimiento y perdón está disponible a todas las naciones, teniendo como punto de partida Jerusalén.
24:48. Los discípulos son amplios testigos, pues no sólo han visto a Jesús; también han comido con Él y han escuchado sus enseñanzas, antes de morir y después de su resurrección, recibiendo la ordenanza de predicar las buenas nuevas a todas las naciones.
Esta ordenanza es tan válida para discípulos que aparecen en este pasaje del Evangelio, como para todo creyente del mundo de HOY que se diga seguidor del Resucitado.
¡Que Así Sea!

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
"Dios nuestro, que cada año nos inundas de alegría por la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos propicio que, por estas fiestas que celebramos en el tiempo, merezcamos llegar al gozo de la eternidad"
¡Aleluya, Aleluya!
(Oración colecta)
Quédate con nosotros Señor...
Lee completo el Evangelio de HOY...
El relato de Lucas 24:13-35 afirma que Jesús resucitado se hace presente ante sus seguidoras y seguidore's que experimentan pérdidas y dificultades, y no solamente ante los discípulos que tuvieron las experiencias narradas en el Nuevo Testamento.
El pasaje se puede dividir en cuatro secciones:
-el encuentro de Jesús con los dos discípulos en el camino a Emaús (vv. 13-16),
-su conversación mientras caminaban juntos (vv. 17-27),
-la comida que comparten en Emaús ( vv. 28-32)
-y el regreso a Jerusalén para reunirse con los otros discípulos (vv. 33-35).
-El versículo clave de la primera sección que comprende los vv. 13-16 es el último. Nos dice que los dos discípulos que iban hacia Emaús no pudieron reconocer a Jesús cuando se les acercó y se puso a caminar con ellos, a pesar de que hablaban de las cosas que acababan de sucederle a Jesús.
El motivo de la aparición divina que no se reconoce inicialmente tiene precedentes en las Escrituras judías, como cuando Abraham acoge a tres hombres sin darse cuenta de que son ángeles (Gn 18:1-22).
La narración de Lucas ha establecido una situación de ironía. El lector o la lectora saben que se trata de Jesús, pero los personajes del relato no. El suspenso para el lector y la lectora está en que no sabemos cuándo y cómo estos discípulos se darán cuenta de que Jesús mismo es quien está en medio de ellos.
-Jesús inicia la conversación -segunda sección- que ocurre en los vv. 17-27 preguntándoles de qué venían hablando y porqué estaban tristes.
La respuesta del discípulo que se llama Cleofas indica que ellos suponen que Jesús es uno de los muchos peregrinos que habían ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua judía. La palabra traducida como “forastero” ( paroikeis ) se aplicaba justamente a un visitante extranjero temporal.
En la respuesta de Cleofas en el v. 18 se advierte la sorpresa que le genera el hecho de que el forastero no esté al corriente de lo que ha sucedido.
De manera conmovedora, su actitud de sorpresa revela lo devastado que está Cleofas. ¿Cómo puede Cleofas esperar que cualquiera de los miles de visitantes a Jerusalén en esos días supiera lo que había sucedido con Jesús?
Cuando uno está pasando por un momento de profundo dolor y tristeza, se hace difícil aceptar que los demás sigan adelante con sus vidas y no compartan nuestro dolor.
La ironía de la pregunta de Cleofas a Jesús es que los eventos a los que alude le pasaron a este mismo “forastero” con quien está hablando.
En el original griego, la pregunta de Jesús a Cleofas en el v. 19 (“¿Qué cosas?”) está formulada con una sola palabra ( poia ). En contraste, la respuesta de Cleofas y del otro discípulo a esta pregunta ocupa seis versículos (vv. 19-24).
Por medio de la forma larga de esta respuesta, la narración de Lucas sigue indicando que estos discípulos están sumamente afligidos y extenuados por lo que ha sucedido.
Cleofas y su compañero explican los eventos de los días anteriores. En el v. 21, lamentan que sus esperanzas no se han cumplido, ni siquiera al “tercer día”, el día en que Jesús mismo había predicho que resucitaría (9:22; 18:33; 24:7).
La última frase de su resumen termina con el detalle de que los que fueron al sepulcro “no lo vieron” (v. 24), reforzando así la idea de que sus esperanzas habían quedado frustradas.
La ironía que Lucas ha puesto en marcha es intensa: estos dos discípulos están experimentando una aparición de Jesús resucitado precisamente en el tercer día, y sin embargo se desesperan por el “error” de haber colocado su fe y esperanza en Jesús.
Las palabras de Jesús en el v. 25 no son particularmente simpáticas hacia ellos. Les dice que son “insensatos y tardos de corazón”.
Su opinión es que “todas las Escrituras” revelan un Mesías cuya gloria viene a través del sufrimiento (v. 25-27).
Entre los judíos en Palestina en el primer siglo había varias expectativas mesiánicas diferentes, pero la idea de un mesías sufriente iba en contra de estas expectativas. Los que llegaron a creer que Jesús era el Mesías tuvieron que interpretar las Escrituras de una manera nueva con el fin de poder ver cómo Jesús las cumplió.
En los vv. 25-27, Lucas atribuye a Jesús, quien “les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (v. 27), la práctica de la interpretación cristológica del Antiguo Testamento desarrollada por los primeros cristianos.
A pesar del conocimiento de las Escrituras que les muestra Jesús, los discípulos continúan sin reconocerlo, y por lo tanto, el suspenso sigue aumentando.
Sólo después de que le ofrecen su hogar para pasar la noche y de que compartir con él el pan, y "reconocen a Jesús al partir el pan" -tercera sección- y el suspenso se termina (vv. 28-32). Jesús se manifiesta más plenamente en medio de ellos en este acto de hospitalidad y compañerismo.
Después de esta revelación, -cuarta sección- ellos vuelven a Jerusalén con la intención de contarles a los demás discípulos lo que les ha pasado (vv. 33-35). Y resulta que allí los una vez los estaban esperando con la noticia de lo que Cleofas y el otro discípulo ya habían experimentado por sí mismos, que “ha resucitado el Señor verdaderamente” (v. 34). Les dicen a los once cómo habían reconocido a Jesús “al partir del pan” (v. 35).
El texto nunca nos informa sobre la identidad del discípulo que camina con Cleofas. Se han propuesto varias teorías al respecto, que sugieren que este discípulo puede ser la esposa de Cleofas. Independientemente de quien sea el otro discípulo de quien habla Lucas, el hecho de que este discípulo se queda sin identificación nos invita a ponernos en su lugar.
Todos y todos sabemos lo que es experimentar la pérdida y la desilusión. En otras palabras, sabemos lo que se siente al estar en el camino a Emaús que estos discípulos estaban transitando. El pasaje afirma que Jesús se hace presente en medio de nosotros y nosotras incluso en esos momentos de desesperación.

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA
"El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente"
¡Aleluya, Aleluya!
(Antífona de entrada)
He visto al Señor y me ha dado este mensaje
Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, que ustedes han crucificado
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato.
La experiencia de Jesús resucitado se va expresando en estos días, entre las vivencias de los primeros cristianos narradas por el libro de los Hechos de los Apóstoles y las apariciones a diferentes testigos contadas por los evangelios, de tal manera se unen que parecería que unas a las otras se complementan y esclarecen.
Las palabras de Pedro proclaman en el día de Pentecostés: “Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, que ustedes han crucificado” y suscitan las actitudes de conversión de todos sus oyentes que se disponen a hacer lo que él les diga. Mientras, Magdalena descubre en el jardinero al Señor resucitado.
Las apariciones de Jesús transforman la vida de cada uno de sus discípulos. Hombres y mujeres que habían conocido y seguido a Jesús en sus predicaciones, que habían contemplado sus milagros, pero que se habían atemorizado frente a las dificultades y amenazas de muerte, ahora se convierten en testigos valientes que proclaman su palabra entre conocidos y desconocidos y ya no temen afrontar los riesgos de cárcel y muerte.
Esta experiencia de resurrección los ha transformado. Es lo mismo que necesitamos hacer hoy nosotros como discípulos suyos: mirar, contemplar y experimentar a Cristo vivo, resucitado, que se hace presente en medio de nosotros.
Si tenemos esta experiencia, proclamaremos sin miedo su mensaje de vida, su denuncia de injusticias, su propuesta de comunidad.
El testimonio de los primeros cristianos era tal que suscitaba inmediatamente la pregunta sobre cuál debería ser la actitud que tomarían quienes los escuchaban. Hoy también si luchamos por la verdadera vida, si proclamamos su salvación, si anunciamos buena nueva, pero con el corazón y con nuestra vida, provocaremos ese deseo de convertirse a Jesús. No tengamos miedo, Cristo vivo está con nosotros.
Que la Palabra que hoy escuchamos, llegue a nuestro corazón y preguntemos: “¿Qué tenemos que hacer?"
¡Así Sea!

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
El Señor resucitó, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente.
¡Aleluya, Aleluya!
(Antífona de entrada)
El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los Once, levantó la voz y dirigió la palabra:
Escuchadme israelitas, os hablo de Jesús nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz, pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte.
Pues bien, Dios resucitó a ese Jesús y todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
La sorpresa del pueblo de Jerusalén por el comportamiento de los discípulos (el día de Pentecostés y más tarde) requiere la explicación de Pedro. Y Pedro explica: estáis viendo los efectos de la resurrección.
Así, el testimonio de la Resurrección alcanza dos dimensiones complementarias.
En primer lugar, los discípulos se presentan como "testigos de Jesús resucitado": "Le hemos visto, hemos comido con Él".
Pero, en segundo lugar, y con más importancia, se revela la vida nueva, diferente, de esos testigos, y es la que muestra la presencia de la fuerza del Espíritu de Jesús, la Resurrección de todo el Cuerpo de Cristo, del Cristo total, que se está produciendo.
Las palabras de Pedro nos ofrecen un resumen perfecto de la Cristología Bíblica que tenemos un poco olvidada. y se condensa en estas TRES frases que el mismo Pedro, cabeza de los Apóstoles reveló aquella mañana:
· Jesús de Nazaret, el hombre al que Dios acreditó en medio de vosotros realizando por su medio los milagros.
· Jesús de Nazaret, el hombre al que Dios resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte.
· Jesús de Nazareth, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu santo que estaba prometido, lo ha comunicado y derramado sobre nosotros, como ustedes lo están viendo y oyendo.
Renueva HOY tu fe en Jesús Resucitado: Fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos. AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS.

Jesús RESUCITADO le dice a María Magdalena: "No me toques" Noli me tangere (Correggio), 1518, Museo del Prado, Madrid.
SAGRADO TRIDUO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
"Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús doblado en sitio aparte. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos"
(Juan: 20, 1– 9)

La resurrección de Cristo, clave de bóveda del cristianismo
Queridos hermanos y hermanas:
«Et resurrexit tertia die secundum Scripturas», «Resucitó al tercer día según las Escrituras».
Cada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe en la resurrección de Cristo, acontecimiento sorprendente que constituye la clave de bóveda del cristianismo.
En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran misterio, que ha cambiado el curso de la historia humana y se hace actual en cada celebración eucarística.
Sin embargo, existe un tiempo litúrgico en el que esta realidad central de la fe cristiana se propone a los fieles de un modo más intenso en su riqueza doctrinal e inagotable vitalidad, para que la redescubran cada vez más y la vivan cada vez con mayor fidelidad: es el tiempo pascual.
Cada año, en el «santísimo Triduo de Cristo crucificado, muerto y resucitado», como lo llama san Agustín, la Iglesia recorre, en un clima de oración y penitencia, las etapas conclusivas de la vida terrena de Jesús: su condena a muerte, la subida al Calvario llevando la cruz, su sacrificio por nuestra salvación y su sepultura.
Luego, al «tercer día», la Iglesia revive su resurrección: es la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, en el que se realizan en plenitud las antiguas profecías.
Toda la liturgia del tiempo pascual canta la certeza y la alegría de la resurrección de Cristo.
Queridos hermanos y hermanas, debemos renovar constantemente nuestra adhesión a Cristo muerto y resucitado por nosotros: su Pascua es también nuestra Pascua, porque en Cristo resucitado se nos da la certeza de nuestra resurrección.
La noticia de su resurrección de entre los muertos no envejece y Jesús está siempre vivo; y también sigue vivo su Evangelio.
«La fe de los cristianos —afirma san Agustín— es la resurrección de Cristo».
Los Hechos de los Apóstoles lo explican claramente: «Dios dio a todos los hombres una prueba segura sobre Jesús al resucitarlo de entre los muertos» (Hch 17, 31).
En efecto, no era suficiente la muerte para demostrar que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, el Mesías esperado.
¡Cuántos, en el decurso de la historia, han consagrado su vida a una causa considerada justa y han muerto! Y han permanecido muertos...
BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 26 de marzo de 2008 LEE COMPLETO EL DOCUMENTO...

La Resurrección de Cristo, de Noël Coypel (1700), usando una representación ascendente de Jesús.
SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR
"CONTEMPLA A JESÚS REPOSANDO EN EL SEPULCRO"

Había un hombre llamado José, miembro del Concilio, varón bueno y justo, el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios.
Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándolo de la ruz, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía.
Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. (Lucas. 23, 50-54)
ARTÍCULO 4 de nuestra profesión de fe (credo)
“JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO, FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO”
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
"Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre"
(Fil 2, 8– 9)
HOY Viernes Santo lee y contempla la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan...
HOY recordamos su Pasión y su Muerte y adoramos su Cruz. conoce aún más detalles del viernes santo...

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR
Misa vespertina
Señor Dios nuestro, nos reunimos hoy para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo únigénito, y antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida.
(ORACIÓN COLECTA)
La Cena del Señor: qué es y qué significa según la Biblia

MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA
Preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”
(Mateo 26, 14– 25 )
El nombre de Judas está ligado a la triste historia del apóstol que traicionó a Jesús: conoce más la historia de Judas Iscariote.
Pedro fue el «jefe» de los Apóstoles y el primer Papa, Juan fue el discípulo a quien Jesús amaba. Mateo el recaudador de impuestos y Tomás el incrédulo. Entre los doce Apóstoles de Jesús había diferentes carismas y características distintivas que aún hoy recordamos. Uno sobre todo se destacó por quizás el evento más dramático y oscuro del Evangelio: Judas Iscariote, el Apóstol que traicionó a Jesús.
Los orígenes de Judas Iscariote
A menudo, los nombres de los personajes del Evangelio, incluidos los Apóstoles, van acompañados de atributos que dan información sobre su origen – a Jesús se le suele llamar Nazareno – o para subrayar una característica que identifica a la persona – como Simón el Zelote.
El atributo Iscariote, que acompaña al nombre de Judas, se usa para distinguirlo de Judas Tadeo, otro miembro de los Doce.
La palabra Iscariote fue estudiada por filólogos y la mayoría piensa que significa «Hombre de Queriot»: nos da información sobre los orígenes del personaje de Judas. Queriot, o Keriot, de hecho, era un pueblo en el sur de Judea. Curiosamente, si la hipótesis es correcta, Judas sería el único Apóstol que no provendría de Galilea, una zona más sencilla y menos avanzada que Judea.
Otra posible interpretación de la palabra Iscariote es que es un derivado del término griego sikarios, es decir asesino, que se usaba genéricamente en tiempos de Jesús para indicar a quienes se oponían a la dominación romana con la guerrilla.
El papel de Judas entre los Apóstoles
En el grupo de los Apóstoles, Judas tenía el papel de tesorero, es decir, administrador del dinero del grupo. En el Evangelio de Juan se subraya cómo Judas se aprovechaba del encargo, robando del fondo común. En particular, su apego al dinero se destaca en el episodio de la mujer que rompe el frasco de aceite de nardo, de gran valor, para ungir a Jesús. Judas se enoja diciendo que se podía vender el aceite para sacar dinero para los pobres, pero el evangelista precisa que a Judas no le importaban los pobres sino el dinero del fondo común.
El papel de Judas volvió a ser objeto de estudio en 1978, con el descubrimiento de un papiro copto, escrito en un contexto gnóstico, llamado «Evangelio de Judas», en el que se esboza una interpretación muy diferente del personaje de Judas.
Según el papiro, Judas no traicionó a Jesús, sino que hizo la voluntad de Dios: Jesús le habría revelado algunos secretos y Judas habría contribuido al arresto de Jesús para permitir que Cristo llevara a cabo el plan reservado. Sin embargo, esta interpretación no está respaldada por otras pruebas.
Después de la Resurrección, para preservar el número de Apóstoles elegidos por Jesús, se identificó un sustituto de Judas: San Matías, quien fue elegido entre los discípulos más cercanos a Jesús para evangelizar junto al grupo de Apóstoles.
La traición de Judas a cambio de 30 monedas de plata
A lo largo de los siglos la figura de Judas se ha convertido en símbolo de traidores y ladrones. Dante Alighieri, en la Divina Comedia, encuentra a Judas en lo más bajo del Infierno, reservado a los traidores. La traición de Judas a cambio de 30 denarios es precisamente el símbolo opuesto al de la Cruz: el amor de Jesús no tiene medida, es un sacrificio por los demás, mientras que el gesto de Judas es maligno y materialista.
Los Evangelios cuentan cómo Judas se pone de acuerdo con los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús a cambio de 30 monedas de plata. Haciendo una comparación con las monedas modernas, podríamos decir que las 30 monedas corresponden a unos 3000 dólares contemporáneos.
Esta fue la recompensa que movió Judas en su traición, de la cual se arrepintió, devolviendo el dinero y quitándose la vida, tal como se narra en el Evangelio de Mateo y los Hechos de los Apóstoles.
«Uno de ustedes me traicionará»: Última Cena
La traición tuvo lugar la noche de la Última Cena.
Justo durante la Última Cena, Jesús dice que será traicionado por uno de ellos, causando consternación y dolor en los Apóstoles. Jesús se dirige directamente a Judas diciéndole «Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes». Judas se va del grupo, mientras que los demás Apóstoles no entienden la frase de Jesús, pensando que se trata de un encargo de tesorero.
En muchas de las representaciones de la Última Cena se puede reconocer al personaje de Judas porque se le representa con una bolsa de monedas en la mano. En algunos casos está sin aureola o se encuentra en un extremo de la mesa, como para marcar su distancia interior del grupo de los Apóstoles.
El beso de Judas
El evento culminante de la traición de Judas es el beso, utilizado por Judas para indicar a los sumos sacerdotes a Jesús en Getsemaní. Judas utiliza este signo de afecto de manera falsa y contradictoria: lo que debería expresar amor – el beso – se convierte en cambio en un instrumento del mal.
La historia de la traición de Judas, como muchos de los episodios del Evangelio, se han convertido en parte de la tradición popular y del sentir común. Todavía hoy se utiliza la expresión «ser un Judas» para señalar a alguien como traidor o ladrón, las dos características emblemáticas del personaje.
Estemos despiertos y vigilantes -como nos recomienda Jesús en Getsemaní- para que en la hora de las tinieblas y del malo, Dios nos libre de decidir abandonar nuestra fe y valores, nos libre de decidir traicionar a Jesús.
¡Que Así Sea!

MARTES DE LA SEMANA SANTA
"Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de
Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás. Era de Noche".
(Juan 13, 21– 33. 36– 38)

La última cena, Pintado por Juan de Juanes 1523-1579,
Pintado alrededor de 1567, Óleo sobre lienzo
© Museo del Prado, Madrid
Tanto Judas como Pedro estaban a punto de traicionar a Jesús
En nuestra escena de la Última Cena del pintor español Juan de Juanes, vemos la figura central de Cristo, serena y triunfante en el momento de consagrar la Sagrada Hostia.
Todos los discípulos (que se distinguen por los halos que hay sobre ellos), están mirando la Sagrada Hostia y no a Cristo mismo. De este modo, el artista acentúa la presencia real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía, que fue instituido durante esa misma comida.
Cristo mira directamente al espectador, como diciéndonos que "de esto se trata".
Pero la lectura de hoy se refiere más bien a Judas, el que traicionará a Cristo. En nuestro cuadro está sentado a la derecha, con una capa verde y amarilla (color de la envidia).
Su nombre está grabado en el taburete. Lleva en la mano una bolsa de dinero. Su movimiento corporal expresa que está a punto de abandonar la comida.
Judas es el único del cuadro que no tiene aureola. Incluso los dos cuchillos de la mesa apuntan hacia él, el traidor.
El drama de la Pasión ya está en marcha. Judas y también Pedro están a punto de defraudar a Jesús.
Como Jesús conoce lo que ocurre en nuestros corazones, sabía lo que estaba a punto de ocurrir.
Aunque sabemos lo que Judas le hará a Cristo y, en última instancia, a sí mismo, la figura de Pedro la que resulta fascinante.
Pedro (directamente a la derecha de Jesús en nuestro cuadro), a quien Cristo eligió como su roca para construir su iglesia, llega a uno de sus puntos más bajos en esta misma lectura.
Su seguridad de seguir a Jesús fue cuestionada por el propio Jesús.
También Pedro traicionaría a Jesús. Pero después de repudiar a Cristo, se enfrentó a su propia culpa, lloró amargamente y rezó pidiendo perdón.
¡Sus defectos no fueron el final de su misión, sino el principio!
HOY, como Pedro, antes de entrar de lleno a la celebración de Jueves, viernes y Domingo de Resurrción (Triduo Sacro) arrepintámonos sinceramente y pidamos perdón por nuestros pecados.
¡Que así Sea!

LUNES DE LA SEMANA SANTA
"María tomó una libra de perfume de nardo
auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume"
(Juan: 12, 1– 11 )
El testimonio de Judíos y gentiles en cuanto a Jesús
Al llegar al capítulo 12, acompañaremos a Jesús en su visita al hogar de Lázaro, María, y Marta, en Betania.
Juan en su Evangelio, muestra que Jesús comenzó su ministerio público en las bodas de Caná de Galilea, resaltando la importancia del MATRIMONIO y terminó su ministerio público visanto el hogar de Lázaro, en Betania, resaltando el valor de la FAMILIA.
Matrimonio y famlia, pues, gozan de la bendición de Dios.
Y así llegamos ahora a esta hermosa escena. Leamos los versículos 1 al 3 de este capítulo 12: "Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a quien había resucitado de los muertos.
En Jerusalén, los principales sacerdotes conspiraban y planeaban Su muerte; pero aquí, en Betania, sus amigos planeaban una fiesta para Él.
Observemos esta escena entrañable en todos sus aspectos y personajes:
Lázaro, el hombre que había sido resucitado de los muertos disfrutaba de una relación de compañerismo con Cristo. Jesús había dicho: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25).
Esto fue cierto en cuanto a Lázaro en un sentido físico; él había sido levantado de los muertos. Y es la verdad en cuanto a ti y a mí en un sentido espiritual; estábamos muertos en delitos y pecados. No teníamos ningún conocimiento de Él, ni ninguna relación con Él. Sin embargo, si hemos creído en Jesucristo, aunque estemos muertos, viviremos. "Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (Juan 11:26).
Entremos en esta escena familiar. Aquí hallamos a Lázaro disfrutando de una maravillosa comunión con el Señor Jesús. María se encontraba a los pies de Jesús, creciendo en su conocimiento espiritual de Cristo. Y vemos a Marta sirviendo a los demás, preparando la comida. Esa era su habilidad y la estaba ejercitando.
Este pasaje en el hogar de Betania, nos recuerda tres elementos esenciales que deben estar presenta en nuestra Iglesia actual:
1. Lázaro nos recuerda la nueva vida en Cristo.
2. María, la adoración.
3. Marta, el servicio.
Este hogar de Betania debiera ser hoy una imagen real en la comunidad cristiana y de nuestra Iglesia.Todo esto ocurrió en un hogar donde Jesús estaba con los Él amaba, y con los que le amaban.
¿Habías pensado que la primera imagen de la Iglesia aparece en el hogar de Betania?
Esta imagen hogareña debiera ser un referente para examinar, por medio de una crítica constructiva, la realidad de la iglesia moderna, ante la necesidad de un retorno a estos valores espirituales, para que el avance de la secularización no los convierta en un simple recuerdo del pasado.
Ahora nos fijamos en la devoción y la adoración, en el apego y afecto profundo de esta mujer a Jesús.
Ella ungió los pies de Jesús con perfume de nardo puro, de precio muy elevado, y los enjugó con sus cabellos. Algunos creen que esta es la misma historia que la de la ramera que lavó los pies de Jesús. Pero éste es un incidente totalmente diferente y el relato nos habla de personas distintas.
Leamos los versículos 4 al 6: "Dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que lo había de entregar: ¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se les dio a los pobres? Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella".
¡Qué contraste hallamos aquí ente María y Judas Iscariote! Aquí es donde la luz y las tinieblas aparecieron juntas.
Judas representaba a las tinieblas y María a la luz.
Hay también una aplicación para nosotros aquí. Jesús dijo que siempre tendríamos con nosotros a los pobres; pero que Él no siempre estaría con nosotros.
Esto no contradice su declaración de que Él siempre estaría con nosotros y que nunca nos abandonaría ni nos desampararía.
Lo que dijo aquí es que siempre será posible servir a los pobres, porque ellos siempre están con nosotros, pero este servicio nunca debía sustituir a la actitud de sentarnos a sus pies.
Leamos ahora los versículos 9 al 11:
"Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y fueron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús".
La credulidad aquí no estaba basada en el Señor Jesús, sino que era más bien un interés basado en la curiosidad por ver a Lázaro.
Que HOY sepamos postrarnos a los pies de Jesús para adorarlo y acompañarlo en su camino hasta la Cruz.
¡Así Sea!

DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
"Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo"
(Mt 21, 9)
Hoy, Domingo de Ramos 2024: origen, qué significa y por qué da inicio a la Semana Santa
LEE AQUÍ LAS LECTURAS DEL DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR...
¿Conoces el significado del Domingo de Ramos? Aquí te contamos por qué este día marca el inicio de la Semana Santa y más del origen de la fecha.
HOY -domingo de Ramos, de la Pasión del Señor- inicia la Semana Santa, las fechas cuando celebramos los misterios más importantes de nuestra fe cristiana en donde se hace se conmemora y recuerda la muerte de Jesús para el perdón de los pecados.
En tal sentido es que en esta nota te contaremos qué significa el Domingo de Ramos y por qué se celebra durante esta jornada en la que la oración, la familia y la fe toman mayor relevancia e importancia.
¿QUÉ SIGNIFICA CADA DÍA DE LA SEMANA SANTA Y POR QUÉ SE CELEBRA?
Esta jornada en la que se enmarca la Semana Santa inicia con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección, fechas que son bien conocidas por varios miembros de la comunidad cristiana. Sin embargo, es preciso mencionar el significado de cada día de estas siete fechas en donde se rinde homenaje a la muerte de Cristo.
Este es el significado de cada día de la Semana Santa:
- Domingo de Ramos: Como se menciona líneas atrás, este es el primer día de la Semana Santa y en esta fecha se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Según los textos bíblicos, es este día en el que Cristo es recibido por varios, quienes agitan palmas y ramos de olivo mientras él montaba un burro
- Lunes Santo: Según se explica en textos bíblicos, aquí Jesús muestra su poderío y autoridad al expulsar a los comerciantes del templo que había sido convertido en un mercado. Este día representa la importancia de respetar los lugares sagrados y la autoridad de Cristo como figura divina.
- Martes Santo: Por lo general, este día se considera como una fecha de preparación para el Triduo Pascual, de jueves a domingo, que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En los textos bíblicos, aquí Cristo anuncia su muerte ante sus discípulos.
- Miércoles Santo: Se considera el inicio de la pascua. Es el momento en que Judas Iscariote traiciona a Jesús por 30 monedas, entregándolo a quienes no lo querían con vida.
- Jueves Santo: Este día se recuerda como la última cena con los apóstoles, donde Jesús instituye el don más grande dado a la Iglesia: la EUCARISTÍA e instituye tanbién, el SACERDOCIO MINISTERIAL. El jueves santo es cuando recordamos también cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos y, con este acto, instituye el mayor de los madamientos: el MANDAMIENTO del AMOR.
- Viernes Santo: Según los escritos religiosos, Jesús es sometido a juicio y torturado antes de ser crucificado. Después de su muerte, los fieles desclavan su cuerpo y lo entregan a su madre. Por lo general, en este día se reflexiona y contemplamos la muerte de Cristo en la Cruz.
- Sábado Santo: En este día ocurre la celebración litúrgica más importante del cristianismo, ya que marca el final del período de luto y reflexión que ha tenido lugar durante la Semana Santa. Según los textos bíblicos, los discípulos -junto a María la Madre de Jesús- aguardan por su resurrección, después de su muerte en la Cruz.
- Domingo de resurrección: En algunos países se le conoce también como el Domingo de Pascua.
Esta fecha es la celebración más importante en el calendario litúrgico cristiano ya que se conmemora la RESURRECCIÓN de CRISTO después de su muerte en la Cruz, según las escrituras.
QUÉ ES LO QUE SE DEBE SABER SOBRE LA SEMANA SANTA
La Semana Santa es la conmemoración cristiana anual de la pasión de Cristo, es decir, de la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Comienza el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior, es decir, el Viernes de Dolores.
Sigue siendo Cuaresma hasta el atardecer del Jueves Santo, cuando da comienzo el Triduo Pascual: ese mismo día se celebra la institución de la Eucaristía en la última cena; el Viernes Santo, la crucifixión y muerte del Señor, y la noche del Sábado Santo, la Vigilia Pascual. Durante la Semana Santa tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo, destacando las procesiones, penitencias y las representaciones de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús.
En algunos países se ha tomado como días de asueto, lo que también le ha valido la denominación de Semana Mayor.
En gran parte del mundo existen celebraciones asociadas a la Semana Santa, algunas de ellas de un enorme interés a nivel internacional.
Vive con mucha devoción, toda esta Semana Santa que HOY comenzamos y renueva tu fe en los grandes y más importantes misterios que se encierran en la Pasión, la Muerte y la RESURRECCIÓN de CRISTO, nuestro Dios y redentor.
¡Así Sea!

Sábado V de Cuaresma
"Muchos de los judíos que habían ido a casa de
Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él y desde aquel día, los sumos sacerdotes y los fariseos, tomaron la decisión de matarlo"
(San Juan 11 45-56)
Medita con el Papa Benedicto XVI
Primero, lee el Evangelio de HOY...
Hemos dicho que Jesús, en su anuncio y en toda su obra, había inaugurado un reino no político del Mesías y comenzado a deslindar los dos ámbitos que, hasta ese momento, eran inseparables.
Pero esta separación entre política y fe, entre pueblo de Dios y política, que forma parte esencial de su mensaje, sólo era posible en última instancia a través de la cruz: sólo mediante la pérdida verdaderamente absoluta de todo poder externo, del ser despojado radicalmente en la cruz, la novedad se hacía realidad.
Sólo mediante la fe en el Crucificado, en Aquel que es desposeído de todo poder terrenal, y por eso enaltecido, aparece también la nueva comunidad, el modo nuevo en que Dios domina en el mundo, realidad inaceptable para quien no tiene fe en Cristo crucificado.
Pero eso significa que la cruz respondía a una “necesidad” divina y que Caifás fue, con su decisión, en último análisis ante el Sanedría, el ejecutor de la voluntad de Dios, aun cuando su motivación personal fuera impura y no respondiera a la voluntad de Dios, sino a sus propias miras egoístas, simplemente políticas» ( Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 66).
Reflexión
«De hecho los fariseos y los saduceos conocieron a Jesús en lo exterior, escucharon su enseñanza, muchos detalles de él, pero no lo conocieron en SU VERDAD.
La gente lo conoce, pero superficialmente; sabe algunas cosas de él, pero tampco lo ha conocido realmente.
En cambio los Doce, gracias a la amistad, que implica también el corazón, al menos habían entendido en lo sustancial y comenzaban a saber quién era Jesús.
También hoy existe esta forma distinta de conocer: hay personas doctas que conocen a Jesús en muchos de sus detalles y personas sencillas que no conocen estos detalles, pero que lo conocen en SU VERDAD: "El corazón habla al corazón" (Benedicto XVI, Audiencia, 8 de octubre de 2008).
Los fariseos no podían conocer a Jesús y, mucho menos, considerarlo como el Mesías porque en sus corazones anidaba la soberbia y el egoísmo.
Para conocer a Jesús es necesario ser humildes, es decir, dejar nuestras preferencias y nuestros gustos para permitirle a Cristo que reine en nuestros corazones y en nuestras vidas.
El amor hacia Jesucristo llega a través del conocimiento que tengamos de su persona.
El conocimiento del Señor no es algo teórico sino experiencial.
La experiencia de Cristo comienza en el reconocimiento de todo lo que Él ha hecho por mí: "me amó y se entregó por mí en la cruz".
Cristo me amó primero y ahora es mi turno de corresponder a su amor.
La experiencia del conocimiento de Cristo se hace en la oración, en la Eucaristía y en la cruz de cada día cuando tengo la humildad para acercarme a Él y pedirle su ayuda.
"QUE ASÍ SEA"

Viernes V de Cuaresma
Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”
(San Juan 10 31-42)
Puedes escuchar también esta audio reflexión sobre el Evangelio...
Hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor Jesús, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena.
Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo toman por blasfemo y reo de lapidación.
Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan para darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”. Sin embargo, todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.
Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, presentará un nuevo rostro de Dios y será escupido, presentará una nueva fraternidad y será abandonado.
De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre!
En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno).
Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de verdad creen en Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Cree para comprender y comprende para creer» (San Agustín)
«Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron… Si tú tienes el corazón cerrado, la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús; somos nosotros quienes abrimos o cerramos nuestro corazón» (Francisco)
«Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que acuden a Él con fe. Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que Él es Hijo de Dios (cf. Jn 10,31-38)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 548)

Jueves V de Cuaresma
“Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.
(San Juan 8, 51-59)
Petición inicial
Señor que te conozca en cada momento de mi día, en cada persona con la que trate y que en cada circunstancia de mi vida esté siempre a tu lado.
Meditación del Papa Francisco
El error fue pensar que todo se resolvía con observar los mandamientos, pero estos no son una ley fría, porque nacen de una relación de amor y son 'indicaciones' que nos ayudan a no equivocarnos en nuestro camino para encontrar a Jesús.
Así, los fariseos cierran el corazón y la mente a cualquier novedad, no entienden el camino de la esperanza. Es el drama del corazón cerrado, el drama de la mente cerrada y cuando el corazón está cerrado, este corazón cierra la mente, y cuando corazón y mente están cerrados no hay sitio para Dios, sino solamente para lo que nosotros creemos que se debe hacer. Sin embargo, los mandamientos llevan una promesa y los profetas despiertan esta promesa.
Los que tienen corazón y mente cerrados no consiguen acoger el mensaje de novedad llevado por Jesús, que es el que había sido prometido por la fidelidad de Dios y de los profetas. Pero ellos no entienden.
Y de este modo es un pensamiento cerrado, que no está abierto al diálogo, a la posibilidad que haya otra cosa, a la posibilidad que Dios nos hable, nos diga cómo es su camino, como ha hecho con los profetas.
Esta gente no había escuchado a los profetas y no escuchaba a Jesús. Es algo más que una simple terquedad. No, es más: es la idolatría del propio pensamiento. ‘Yo pienso así, esto debe ser así y nada más’. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de abril de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
"Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica", ante estas palabras, Jesús nos muestra su íntima unión con su Padre, sabe que el amor del Padre es más fuerte que los problemas e insultos que los judíos le tienden para hacerlo caer.
Jesús nos quiere enseñar esa confianza filial en el Padre sin la cual la vida del cristiano no tiene sentido.
Veamos el ejemplo de los niños, de como se sienten seguros junto a su padre porque se abandonan totalmente a la protección de su papá, saben que a su lado nada les podrá hacer daño. Así debe de sentirse el Cristiano con su Padre Dios, seguro de que nada le podrá hacer daño seguro de que nunca está solo y que siempre tiene a un Padre amoroso que está a su lado.
Jesús nos invita en este evangelio a proclamar con nuestra vida y nuestras acciones el amor misericordioso del Padre. Sólo el amor a Dios dará la vida y el sentido al mundo. Nuestra misión es la de trasmitir el amor de Dios y su misericordia. Hagamos de nuestra vida una autentica vocación al amor, viviendo para servir a los demás.
Propósito
Vivir, como hijo, una especial unión con Dios Padre, a lo largo del día, a través de jaculatorias y comuniones espirituales.
Dialoga con Cristo
Señor Jesús ayúdame a trasmitir tu amor. Ayúdame a ser un mejor hijo tuyo que viva con fidelidad mis compromisos cristianos. Te pido por todos mis hermanos que no te conocen y viven alejados de ti. Dales la gracia de sentirse verdaderamente hijos tuyos, amén.
Al mismo tiempo el amor filial del Corazón de Jesús ha revelado ―y revela continuamente al mundo― el amor del Padre
(San Juan Pablo II, Ángelus, 13 de julio del 1986)

Miércoles V de Cuaresma
“Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.
(San Juan 8, 31– 42)

Stratum, Nepal, esclavitud moderna Fotografía de Lisa Kristine (n. 1965), Fotografiado en 2016, Impresión en giclée, © Lisa Kristine Photography
Reflexión sobre la fotografía
Todos queremos ser libres, en el sentido más amplio de la palabra.
Si lo opuesto a la libertad es la esclavitud y la servidumbre, nadie quiere eso.
Todos estamos esclavizados hasta cierto punto a algunos malos hábitos o al pecado.
Si algunos de estos malos hábitos nos traen placer temporal o nos hacen sentir bien, podemos incluso amar nuestra esclavitud.
Pero cuando a través de nuestra fe nos alejamos de la realidad cotidiana y consideramos la felicidad sin esa esclavitud, todos querríamos acabar con esta esclavitud.
Todos aspiramos, en última instancia, a una simple felicidad en libertad, lejos de cualquier atadura o esclavitud.
Te gustaría ser feliz en libertad, no esclavo de las adicciones placenteras. A eso nos llama Cristo en la lectura del Evangelio de hoy.
Nuestra fotografía es de Lisa Kristine, una fotógrafa humanitaria internacional.
En muchas de sus fotografías destaca los problemas de la esclavitud moderna.
Actualmente hay 27 millones de personas esclavizadas o sometidas a trabajos forzados.
Eso es más del doble del número de personas traficadas durante toda la trata transatlántica de esclavos.
En nuestra fotografía vemos a personas, probablemente familias enteras, trabajando en régimen de servidumbre.
Estas personas no tienen elección. A menudo se esclavizan a través de préstamos que contraen.
Los esclavistas, las únicas personas en estos países más pobres que tienen dinero para prestar, engañan a los prestatarios para que se conviertan en esclavos mediante tipos de interés ilegales y exorbitantes, imposibles de devolver.
Los niños heredan la deuda masiva de sus padres y, por lo tanto, comienzan a trabajar también desde una edad muy temprana.
Aunque la esclavitud al pecado y la esclavitud en nuestra obra de arte son diferentes, comparten el mismo deseo humano en el fondo, que todos, incluidos nosotros, se liberen de cualquier esclavitud y sean libres.
Mientras que, a través de la gracia, tenemos en nuestras manos la posibilidad de liberarnos de la esclavitud del pecado, desgraciadamente las personas representadas en nuestra fotografía son impotentes para liberarse de su esclavitud moderna forzada...
Rezamos hoy por todos aquellos que son víctimas de la trata de personas y que son obligados a trabajar.
Oremos para que en esta Cuaresma, por la Misericordia de Dios, todos nos veamos LIBRES de la peor ESCLAVITUD, la del PECADO.
¡ASÍ SEA!

San José, esposo de la Santísima Virgen María
SOLEMNIDAD
Martes V de Cuaresma
“José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a
María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús”.
(San Mateo: 1, 16. 18-21. 24)
En hebreo, el nombre José significa “se multiplicará” o “hará crecer.”
Como esposo de María y padre adoptivo de Jesús, la paternidad de san José no se expresó en la procreación física de muchos hijos. Era una forma de paternidad espiritual que es especialmente necesaria en nuestro mundo actual.
El papa Francisco destaca el papel de José como protector o guardián de su esposa e hijo.
Esto significa, por supuesto, que estaba presente para ellos, tanto física como emocionalmente.
Hoy en día, quizás más que en las generaciones pasadas, debemos alentar y apoyar a los padres que no están ausentes o desvinculados, sino que se involucran personalmente y lo más completamente posible en la vida de su familia.
En el caso de san José, la paternidad fue claramente su vocación, una llamada que recibió directamente de Dios a través de la intervención del ángel del Señor que se le apareció en un sueño. “José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Mt 1:20-21).
La vocación de José, según el mensajero de Dios, es la de ser un marido y un padre que acoge a María en su casa y que llama a su hijo Yeshua o “Dios salva”.
José es un excelente patrono para los padres: nos recuerda que la verdadera paternidad no es simplemente el resultado, accidental o planificado, de la relación física entre un hombre y una mujer o, como puede ocurrir hoy en día, de la inseminación artificial de la semilla de un hombre en el vientre de una mujer. La verdadera paternidad es una elección, y un compromiso, que va mucho más allá de la concepción de los hijos.
Es una vocación que requiere humildad, valor y una buena dosis de perseverancia.
En “Patris corde,” el papa Francisco habla de las virtudes de la paternidad que ejemplifica san José.
Además de la humildad, el valor y la perseverancia que acabamos de mencionar, entre los atributos de un padre se encuentran también la ternura, la creatividad, el trabajo duro, la aceptación y la obediencia.
Una virtud adicional identificada por nuestro Santo Padre es la “castidad” de José. Dado que este término puede ser malinterpretado, cabe analizar con detenimiento lo que el papa Francisco quiere decir con esto. Según expresa:
“Ser padre implica introducir a los hijos en la experiencia de la vida y la realidad; no detenerlos, ni ser sobreprotectores o posesivos con ellos, sino hacerlos capaces de decidir por sí mismos, disfrutar de la libertad y explorar nuevas posibilidades.
Quizás por esta razón la tradición también le ha puesto a José, junto al apelativo de padre, el de ‘castísimo’.
No es una indicación meramente afectiva, sino la síntesis de una actitud que expresa lo contrario a poseer.
La castidad está en ser libres del afán de poseer en todos los ámbitos de la vida. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor.
El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz.
Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya.
La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre.
Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida” (#7).
Los padres no deben ser controladores ni posesivos, sino que deben animar a sus hijos a ejercer una libertad responsable y luego estar dispuestos a dar un paso atrás y permitirles aprender de sus experiencias, incluidos sus errores y fracasos.
En su libro Ser padre con San José, Fabrice Hadjadj, teólogo y padre de nueve hijos, escribe:
“Para decirlo brevemente, somos padres por la fuerza de la naturaleza, mientras que José es padre por el Creador de la fuerza de la naturaleza. [...] la paternidad de José es más radical que la nuestra. Está más directamente vinculada a la del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra” (Ef 3:15).
Recemos para que a ejemplo y por la poderosa intercesión de san José, todos los padres se entreguen a su vocación y miren a san José como modelo para todos los padres y tutores de niños, jóvenes y adultos jóvenes.
Que el castísimo esposo de María nos enseñe a todos la dignidad y la alegría de ser padre con san José. †
Charles C. Thompsom, Arzobispo de Indianapolis.

Lunes V de Cuaresma
“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.
(San juan 8, 1 - 11)
Jesús HOY te invita a la CONVERSIÓN
Convertirte es construir tu vida de acuerdo a la "Ley Natural" inscrita en tu cuerpo, en tu naturaleza humana y de acuerdo a la "Ley de Dios" inscrita en lo más profundo de tu mente -en tu conciencia- y grabada en tu corazón.
Lee el pasaje completo de la mujer adúltera...
Esta escena de la mujer adúltera que acabas de leer, nos invita a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, que necesitamos la CONVERSIÓN para dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena, de los chismes, que a veces nos gustaría lanzar contra otros.
Cuando chismorreamos de los demás, lanzamos piedras, somos esa multitud anónima -que se esconde detrás de las piedras- que condena a los demás.
Al final sólo quedan Jesús y la mujer, allí en el medio: «la mísera y la misericordia», dice San Agustín (In Joh 33,5).
Jesús es el único sin culpa, es el único que podría arrojar la piedra contra ella, pero no lo hace, porque Dios «no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (ver Ez 33,11).
Y Jesús despide a la mujer con estas estupendas palabras:
«Vete, y en adelante no peques más»
Toda conversión verdadera está encaminada a un futuro nuevo, a una vida nueva, a una vida hermosa, a una vida libre de pecado, a una vida generosa.
Cree en la Misericordia de Dios y conviértete.
Acércate al Sacramento de la Penitencia; confiesa humildemente todos tu pecados, recibe la absolución -el perdón de Dios- y la Misericordia de Jesús y no peques más.
«No temamos pedir perdón a Jesús porque Él nos abre la puerta a una vida nueva»
S.S. FRANCISCO.
(Ángelus, 7 de abril de 2019)

Domingo V de Cuaresma
“Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir".
(San juan 12, 20-33)
Estaban celebrando la Pascua.
Pascua era la gran celebración que recordaba el rescate que Dios había hecho de su pueblo de la esclavitud egipcia.
Jerusalén estaba repleta de judíos que la visitaban de todas partes del mundo. Todos “habían subido a adorar a Dios”, como dice el texto.
Queremos Ver a Jesús
Dos de estos peregrinos, “algunos griegos”, como les llama el Evangelio, anuncian a Felipe, uno de los discípulos de Jesús: “Señor, queremos ver a Jesús” (v. 21).
Estas palabras han resonado a través de los siglos en diferentes tiempos y lugares con diferentes inflexiones y distintas urgencias.
Para algunos es la más profunda de las cuestiones religiosas, que expresa el anhelo de una relación con lo divino, el fundamento de la existencia humana.
Para otros, ya sean individuos o comunidades, el sentimiento podría surgir en un momento de desesperación. “Estamos angustiados", en profunda necesidad, y deseamos ver a Jesús. ¡Debemos ver a Jesús!”
Para otras personas, la afirmación puede convertirse en una pregunta: “¿Deseas ver a Jesús? Y si es así, ¿sabes en qué te estás metiendo? ¿Comprendes lo que el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer llamaba 'el costo del discipulado'?
El portero
Felipe es aquí una especie de portero, es un miembro del círculo íntimo de Jesús y en este momento está en condiciones de regular el acceso al maestro.
Era de Betsaida, un pueblo de pescadores en la costa norte del Mar de Galilea, la ciudad natal de Andrés y Pedro también (Juan 1:44).
Al igual que Andrés, pudo haber sido atraído por la predicación de Juan el Bautista. Además, su nombre, Felipe, era griego, así que tal vez hablaba algo de griego. Esto podría explicar por qué los “griegos” se acercaron a él para pedir ver a Jesús.
De todos modos, la respuesta de Felipe a la solicitud de los griegos es enigmática. La respuesta no es “Claro, déjenme llevarlos a él”.
Tampoco responde: “No, el maestro está demasiado ocupado ahora”, o “está descansando”, o “sólo quienes han viajado con él tienen acceso al rabino”.
Felipe no da ninguna de estas respuestas. En cambio, informa a Andrés, y juntos fueron a informar a Jesús.
Por su parte, Jesús tomó claramente el interés de los griegos en él como una señal de que había llegado la hora final, la hora de su glorificación, su crucifixión.
Las palabras de Jesús en el v. 24 anticipan su muerte, y en el v. 32 Jesús declara más explícitamente la importancia de la petición de los griegos: “Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí".
Discipulado y Resurrección
En medio de este pasaje, Jesús también señala que su camino a la muerte es el camino del discipulado.
Existe, de nuevo, como sugirió Bonhoeffer, un “costo” que el discípulo debe pagar; según el v. 26, Jesús dijo: “Si alguno me sirve, sígame [hasta la muerte]; y donde yo esté, allí también estará mi servidor”.
El versículo, sin embargo, no solo sugiere el costo del discipulado, sino que también habla de la recompensa.
Seguir a Jesús es seguirlo hasta la muerte -Sí- pero la muerte de Jesús y la nuestra, no es la última palabra.
En el v. 24, Jesús ofrece una imagen bien notable de la resurrección de los muertos. El versículo no puede, por supuesto, explicar completamente este misterio cristiano. Pero sí hace un gesto hacia su comprensión: "Como una semilla debe caer a la tierra y 'morir' para que dé 'mucho fruto', así es la resurrección de los muertos".
La esperanza es que seremos levantados, -Sí- también que seremos elevados y transformados.
Pablo explora el misterio de la resurrección (explora con él este misterio) con las mismas imágenes que utiliza en 1 Corintios 15.
El discipulado es el camino de Jesús, y según los evangelios, es un camino de servicio.
Es un amor que se entrega a sí mismo. Como Jesús lo pone en este pasaje, "quien ama su vida debe perderla", si quiere seguir a Jesús.
Jesús nos ofrece una gran paradoja que quizás solo unos pocos realmente han entendido a lo largo de los siglos, como por ejemplo San Francisco de Asís, cuando en su famosa oración unió de manera muy profunda la vocación de promover la paz—la vida del discipulado—con el abandono de los esfuerzos para asegurar nuestras propias vidas:
Señor, hazme un instrumento de tu paz. Porque dando es como recibimos, Perdonando es como somos perdonados.
Y muriendo es como resucitamos a la vida eterna.

Sábado IV de Cuaresma
“¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita. Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús”.
(San juan 7, 40-53)
Meditación del Papa Francisco
El pueblo de Dios estaba solo, y esta clase dirigente -los doctores de la ley, los saduceos, los fariseos- estaba cerrada en sus ideas, en su pastoral, en su ideología.
Y esta clase es la que no ha escuchado la Palabra del Señor. Ellos se justifican por no haber escuchado la llamada del Señor. No podían escuchar: estaban tan cerrados, lejos del pueblo.
Esta clase dirigente eran pecadores, como todos, pero estos eran más que pecadores: el corazón de esta gente, de este grupo, con el tiempo se había endurecido tanto, tanto que era imposible escuchar la voz del Señor.
Y de pecadores, han resbalado, se han convertido en corruptos. Es tan difícil que un corrupto consiga volver atrás.
El pecador sí, porque el Señor es misericordioso y nos acepta a todos. Pero el corrupto está obsesionado con sus cosas, y estos eran corruptos.
Y por esto se justificaban porque Jesús, con su sencillez, pero con la fuerza de Dios, les molestaba. Es lo que el libro de la sabiduría nos dijo en la primera lectura de ayer; "Tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos". (Sabiduría 2, 12)
Y paso a paso, terminan por convencerse que debían matar a Jesús, y uno de ellos dijo: 'Es mejor que un hombre muera por su pueblo'.
Éstos han hecho resistencia a la salvación de amor del Señor y así ha resbalado de la fe, de una teología de fe a una teología del deber: 'tenéis que hacer esto, esto, esto...'
Y en la dialéctica de la libertad está el Señor bueno, que nos ama, ¡nos ama mucho! Sin embargo, en la lógica del "deber por el deber" no hay sitio para Dios: se debe hacer, se debe hacer, se debe hacer...
Se han convertido en comportamentales. Hombres de buenas maneras, pero de malas costumbres. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de marzo de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
El evangelio nos presenta a los judíos dudando del origen divino de Cristo. Basándose en las Escrituras, aseguran que no puede ser Él el Mesías, porque ellos conocían sus orígenes -sabían que era de Nazaret-, y el profeta decía que el Mesías vendría de Belén, la ciudad de David.
Esto les hace oponerse a Cristo, a sus enseñanzas, y se ofuscan por las prescripciones que seguían muy al pie de la letra.
Nicodemo les exhorta a interrogarlo y a conocerlo antes de despreciarlo completamente. Se podría decir que es la presencia de la voz de Dios en sus corazones.
Nicodemo cree y los quiere iluminar: los invita y dirige hacia la luz de la verdad.
Al igual que Nicodemo, nosotros podemos estar disponibles a la acción de Dios, para que Él ilumine a las demás personas por nuestro medio.
Propósito
Hoy haré todo con la conciencia de agradar y amar más a Jesús.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, te agradezco hoy por enseñarme a vivir más en la fe y menos del lado superficial de las cosas. Te pido que me ayudes a vivir más de acuerdo con tus mandamientos, y hacer de ti el Señor de mi interior y de mi vida diaria. Gracias por tu amor y por salvarme con tu sufrimiento. Enséñame, Señor, a ser un buen cristiano y a ser un testigo de tu mensaje de amor a los hombres de mi entorno.
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte". (San Juan Pablo II)

Viernes IV de Cuaresma
"Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora".
(San juan 7, 1– 2. 10. 25– 30)
"Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es"
Entre los muchos comentarios que se estaban haciendo, había también algunos relacionados con su origen. Para entenderlos correctamente hay que aclarar que muchos judíos esperaban que el Mesías aparecería de repente, como una figura celestial que vendría con todo el poder de Dios para ayudar a su pueblo y librarlo de sus enemigos.
Quizá fue por eso mismo que el diablo llevó a Jesús a la santa ciudad y le puso sobre el pináculo del templo para proponerle que desde allí saltara a la vista de todos, mientras los ángeles le sostenían (Mt 4:5-6).
Esto se habría ajustado a lo que muchos esperaban del Mesías en su venida.Así que cuando la multitud examinó a Jesús en un plano terrenal, rápidamente lo descalificaron como Mesías.
Por un lado, su aparición en el templo durante la fiesta de los tabernáculos, no había tenido nada de sobrenatural, y por otro, en cuanto a su origen humano, tampoco había nada extraordinario.
En el caso de aquellos judíos, estaban errados, principalmente, en DOS cosas:
1. Su origen humano.
Sin haber hecho ninguna investigación, ellos habían llegado a estar seguros de que Jesús era de Nazaret de Galilea. Recordemos que cuando unos días antes de su crucifixión entró en Jerusalén, la gente decía: "Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea" (Mt 21:11).
Y el mismo Pilato hizo colocar una inscripción sobre la cruz en la que se podía leer en tres idiomas diferentes: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos" (Jn 19:19).
Puesto que se había criado y vivido en Nazaret de Galilea, llegaron a la conclusión de que también debió haber nacido allí.
Esto no le ayudaba en nada, ya que los judíos consideraban a los galileos como pueblerinos, y Nazaret como un lugar del que difícilmente podría salir nada bueno (Jn 1:46).
No olvidemos que los galileos estaban muy cerca de los gentiles, lo que para muchos judíos de Jerusalén implicaba cierto grado de contaminación espiritual.
Pero sobretodo, en opinión de los principales sacerdotes y los fariseos, Galilea era irrelevante en el plano espiritual, y estaban seguros de que de allí nunca surgiría un profeta y mucho menos aun la esperanza mesiánica (Jn 7:52).
Por lo tanto, puesto que conocían el origen humilde de Jesús, automáticamente concluyeron que no podía ser el Mesías esperado. Pero este fue un juicio muy apresurado, llevado a cabo sin la investigación necesaria. Si se hubieran tomado interés en el asunto, habrían descubierto que el Señor Jesucristo había nacido en Belén (Mt 2:1), era de la tribu de Judá y descendiente del rey David (Mt 1:1). Todo esto confirmaba las profecías del Antiguo Testamento en cuanto al lugar de su nacimiento (Mi 5:2), y también que vendría del linaje de David.
Porque contrariamente a lo que ellos afirmaban, el Cristo no iba a aparecer sin que nadie supiera de dónde fuera, sino que las Escrituras habían dejado constancia de que nacería en Belén. Y por otro lado, su ministerio en Galilea también coincidía con lo que había anunciado anteriormente el profeta Isaías (Is 9:1) (Mt 4:12-16).
Como muchas personas en nuestros días, aquellos judíos no llegaron a creer en Jesús porque no se preocuparon en leer, investigar, pensar o preguntar sinceramente para hallar la verdad. Y al final se cumple el dicho popular: "No hay peor ciego que el que no quiere ver".
2. Su origen divino.
Pero mucho más importante que su origen humano era su origen celestial.
Así que Jesús alzó la voz y dijo: "A mí me conocéis y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo".
El Señor no negó su origen humano; esa es una verdad que el evangelio afirma: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1:14).
Pero si conocían su origen humano de una forma tan incompleta, aun tendrían muchas más dificultades para comprender su origen divino.
En cuanto a esto, su problema radicaba fundamentalmente en el hecho de que no conocían a Aquel que le había enviado: "el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis".
Es cierto que eran muy religiosos, pero no conocían a Dios, y esta declaración del Señor tuvo que sorprenderles mucho.
Allí mismo, en el templo, donde ellos alardeaban de ser los únicos que conocían a Dios, Jesús les dijo que no lo conocían.
Esto no quiere decir que no tuvieran ciertos conocimientos intelectuales acerca de Dios, pero otra cosa muy diferente era que hubieran rendido su corazón a Dios, que en definitiva es el tipo de conocimiento que realmente importa.
Y como no conocían a Dios, tampoco creyeron en su Hijo. Esta vinculación entre el Padre y el Hijo era incomprensible para ellos.
Por mucho que el Señor repitiera una y otra vez a lo largo de todo el evangelio que él había sido enviado por el Padre, ellos nunca dejaron de pensar que Jesús actuaba por iniciativa propia.
Pero en su infinita paciencia el Señor lo volvió a repetir: "Yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió".
Notemos que cuando dijo que "procedía" de Dios, no quería decir simplemente que había sido enviado de parte de Dios, sino que siempre había vivido con Dios y era igual a él en todos los aspectos.
Él no fue solamente un mensajero que comunicó un mensaje de parte de Dios, tal como habían hecho los profetas de la antigüedad, de hecho, Jesús era en sí mismo el mensaje.
Tal era esta comunión esencial entre el Padre y el Hijo que en otra ocasión dijo a sus discípulos:(Jn 14:7-11) "Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos el Padre, y nos basta". Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras."
A medida que iban entendiendo lo que Jesús afirmaba, empezaron a notarse reacciones contrapuestas.
No debe extrañarnos, esto es siempre así. De hecho, cada uno de nosotros también debemos tomar una decisión personal en relación a quién es Jesús, pero debemos hacerlo bien, porque de ella dependerá nuestro futuro eterno.
Conoce el estudio completo ¿Es éste el Cristo?

Jueves IV de Cuaresma
"Tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre".
(San juan 5, 31-47)
Lee completo el Evangelio de HOY...
Hoy tal vez mucha gente sigue sin comprender el lenguaje de la fe, pero las circunstancias que estamos viviendo dejan a muchos cuestionados por las obras de amor que realizan muchos cristianos.
Hombres y mujeres que viven el proyecto de amor de Jesús: servir y dar la vida. Son testimonio de una presencia que habita y da las fuerzas necesarias para seguir siendo resilientes con todo lo que estamos viviendo en nuestro mundo.
Juan nos lleva a repensar y reevaluar las decisiones y prioridades que tiene toda la humanidad a través de los acontecimientos de estos días.
Una vez más Jesús pregunta si hemos aceptado su propuesta y su proyecto de vida. Él nos invita a ser más humanos para alcanzar así la plenitud, la libertad, la felicidad, en otras palabras, habitar por siempre en su presencia.
En nuestro mundo todavía hay muchas personas que se preguntan para que sirve la fe en Jesús o en su Padre, otros dicen que saben, pero sólo son cristianos de nombre.
Las historias de FE, de estos días, que se están viviendo en el mundo demuestran que las obras de amor son las que cambian la realidad y al mundo.
Cristianos que van dejando con su testimonio paz, esperanza y deseos de continuar. Siempre me entristece saber que poseemos dentro de nosotros ese tesoro valioso, pero andamos buscándolo afuera y muchos viven y mueren sin hallarlo.
El evangelio nos narra una de las disputas de Jesús con los judíos. Nos muestra sus sentimientos de incomprensión y rechazo, por eso apela a las obras que hace, pues ellas hablan de quién es Él y quién le ha enviado.
El creyente, en la prueba, no abandona a Dios como si fuera la causa del mal, sino que se vuelve más hacia Él con una insistencia invencible.
Igual hizo Moisés, cuando intercede por su pueblo a pesar de que hubiesen construido el becerro de oro ofendiendo gravemente a Dios.
La existencia de Dios, que es Amor, se demuestra cuando lo transparentamos en nuestros corazones.
Jesús será creído cuando los que creemos en Él vivamos con autenticidad sus enseñanzas y hagamos presente las Bienaventuranzas.
Cuando estamos ante personas que entregan su vida a los más débiles, a los enfermos, a los que sufren, no cabe más que la admiración y la imitación. Como dice Jesús “si no me creen a Mí, crean en las obras que hago”.
Hoy más que nunca el testimonio de muchos hombres y mujeres está haciendo que nuestro mundo sea un poco más humano.
¿Me siento interpelado a través de los acontecimientos actuales a renovar mi fe y a acoger como mío el proyecto de Jesús? ¿Creo en sus palabras y en sus obras?
Ivette Jiménez Teóloga

Miércoles IV de Cuaresma
"Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela.
El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo".
(San juan 5, 17-30)
Meditación del Papa Francisco
Lee el Evangelio de HOY: Juan 5, 17-30
Rezar para querer seguir la voluntad de Dios, rezar para conocer la voluntad de Dios y rezar -una vez conocida- para ir adelante con la voluntad de Dios.
Había una vez una la ley hecha de prescripciones y prohibiciones, de sangre de toros y cabras, ‘sacrificios antiguos’ que no tenían ni la ‘fuerza’ de ‘perdonar los pecados’, ni de dar ‘justicia’.
Después en el mundo viene Cristo y con su subir a la Cruz, “el acto que una vez para siempre nos ha justificado”, Jesús ha demostrado cuál era el ‘sacrificio’ más agradable a Dios: no el holocausto de un animal, sino la ofrenda de la propia voluntad para hacer la voluntad del Padre.
La obediencia a la voluntad de Dios. Este es el camino de la santidad, del cristiano, es decir, que se realice el plan de Dios, que la salvación se cumpla.[…]
¿Yo rezo para que el Señor me dé las ganas de hacer su voluntad, o busco compromisos porque tengo miedo de conocer la voluntad de Dios?
Rezar para conocer la voluntad de Dios sobre mí y sobre mi vida, sobre la decisión que debo tomar ahora… muchas cosas. Sobre la forma de gestionar las cosas…
La oración para querer hacer la voluntad de Dios, y oración para conocer la voluntad de Dios. Y cuando conozco la voluntad de Dios, también la oración, por tercera vez: para hacerla. Para cumplir esa voluntad, que no es la mía, es la suya. Y no es fácil. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
La fuente de todo lo que Cristo hacía en su vida, dependía de su unión con el Padre, y que esta unión se daba por el frecuente ejercicio de la oración en su vida. Solamente así, Cristo tenía las fuerzas necesarias para responder a las exigencias de su misión. Lo decisivo en nuestras vidas es la manera en que nos colocamos ante el Creador, pues dependemos radicalmente de Él. Cristo, al venir a este mundo nos enseñó cómo tratar con nuestro Padre Creador. También nosotros, si queremos descubrir lo que Dios quiere en nuestras vidas y tener las fuerzas para cumplirlo, tenemos que estar junto a Dios para pedirle su gracia.
Un párroco de España pronunció su última homilía en su parroquia antes de trasladarse a otra ciudad. Llevaba tanto tiempo en la parroquia que muchos de los que había bautizado y casado aún no lo creían. Y entre las palabras que mencionó de lo más profundo de su corazón les dijo: "Os voy a revelar un secreto que no saben ni los miembros de mi familia. Y es que en mi testamento he pedido que el día mi muerte quiero que me entierren aquí, junto a todos vosotros porque (y esto fue lo que emocionó a toda la gente) quiero resucitar con mi pueblo, con todos vosotros". La gente que lo escuchaba quedó admirada, esperaban que dijese "porque este es mi pueblo" o "porque quiero estar enterrado a vuestro lado". Pero él no, él quería resucitar con todos los suyos.
Cristo nos pide que creamos en la resurrección de la carne.
Hoy día hay muchos que ya no creen esta realidad de nuestra fe por tantas otras ideas que han metido las sectas. Se prefiere aceptar la reencarnación o simplemente lo aceptan porque lo dice la Iglesia.
Pero si comprendiéramos con el corazón lo que nos dijo san Pablo que vana es nuestra fe si no resucitamos, entonces sí viviríamos con mayor entrega nuestra fe, entonces sí que nos sentiríamos orgullosos de nuestra fe. No la viviríamos como si fuese una imposición o como normas que hay que cumplir sino con una gran alegría que nos llevaría a transmitirla a los demás. Existiría una mayor esperanza en nuestras vidas.
Y el mejor camino para llegar a la resurrección es el que nos presenta el evangelio de hoy: Cumplir la voluntad de Dios. Hay una notable relación en estas palabras:
"Resurrección y voluntad de Dios".
A Cristo no le movía otra cosa en su vida mas que hacer aquello que le agradaba a su Padre. Por eso estaba lleno de pasión por transmitirnos lo que su Padre le pedía. Nosotros también resucitaremos en la medida en que vivamos con amor la entrega a la voluntad de Dios, que es entrega y generosidad con nuestro prójimo.
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Martes IV de Cuaresma
"Jesús le dijo al paralítico, : «Levántate, toma tu camilla y anda» Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso en marcha".
(San juan 5, 8-9)
El Evangelio de San Juan 5, 1-16, nos presenta la curación de un paralítico en la piscina de Betesda

Lunes IV de Cuaresma
"El funcionario real preguntó a sus criados a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: 'Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre'. El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: ‘Tu hijo ya está sano’, y creyó con todos los de su casa".
(San juan 4, 43– 54)
"Los galileos le recibieron porque habían visto todas las cosas que hizo en Jerusalén"
Aparentemente, la acogida que en principio le dieron los galileos a Jesús cuando nuevamente llegó a su tierra, choca con el versículo anterior. Pero no debemos entender este "recibimiento" en el sentido de "creer en él", sino más bien como una admiración parecida a la de aquellos que en Jerusalén "creyeron en él viendo las señales que hacía" (Jn 2:23). Podemos decir que todos ellos eran personas que habían quedado impresionadas por sus milagros, pero que no entendían ni aceptaban quién era él de verdad. Por eso, Jesús "no se fiaba de ellos", y con el tiempo, llegaron a rechazarle y a abandonarle (Jn 6:66).
"Había en Capernaum un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo"
En su regreso, Jesús fue primeramente a "Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino". Recordaremos que allí había hecho su primera señal y sus discípulos habían creído en él (Jn 2:11).
No sabemos cuánto tiempo permaneció en Caná, pero allí tenía al menos un hogar abierto donde hospedarse en la casa de uno de sus discípulos, Natanael (Jn 21:2).
Pronto la noticia de su llegada se divulgó por las ciudades de alrededor, y nuestro texto nos dice que alguien que se interesó especialmente por su visita fue un oficial del rey que vivía en Capernaum, a unos 25 kilómetros de Caná.
Éste tenía a su hijo enfermo y no dudó en ir rápidamente hasta donde Jesús estaba para rogarle que le ayudara.
En cuanto a este "oficial del rey", es muy poco lo que sabemos de él. Debía ser un hombre de cierto rango dentro de la corte de Herodes Antipas, que aunque aquí es mencionado como "rey", sin embargo gobernaba como tetrarca, si bien era conocido de esta manera, ya que su padre, Herodes el Grande, había sido rey antes que él.
Pero el detalle realmente importante es que tenía un hijo enfermo, "que estaba a punto de morir". Esto nos recuerda una vez más que la enfermedad y la muerte no hacen distinción entre personas; lo mismo le son los ricos que los pobres, los niños que los adultos. Por esta razón, es necesario que estemos preparados para la muerte cualquiera que sea nuestra edad o condición.
Ahora bien, podemos imaginarnos la angustia del padre viendo cómo la vida de su hijo se iba sin que él pudiera hacer nada. ¡Qué triste es ver que un hijo llega al sepulcro antes que su padre!
Pero a pesar de la angustia del padre por la inminente pérdida de su hijo, sin embargo lo dejó allí e hizo el viaje que separaba Capernaum de Caná para ir a buscar a Jesús.
Por supuesto, dada su condición y las circunstancias, bien podría haber enviado a alguno de sus criados mientras él se quedaba acompañando a su hijo, pero él no lo hizo así, sino que tomó la decisión de dejar a su hijo enfermo e ir personalmente a encontrarse con Jesús, lo que nos demuestra que de alguna manera creía en él. Y aunque no sabemos el grado de interés o de identificación que había tenido con el ministerio que el Señor ya había desarrollado anteriormente en Capernaum, evidentemente había oído hablar de él y tenía la información necesaria para que la fe pudiera haber llegado a germinar en su corazón.
En cualquier caso, no cabe duda de que la aflicción nos despierta de nuestra comodidad y letargo, impulsándonos a buscar a Jesús. Y aunque tal vez ésta no fue la experiencia exacta de este oficial, si que ha sido la de muchos otros.
"Y le rogó que descendiese y sanase a su hijo"

Domingo IV de Cuaresma
"Los que viven de acuerdo con la verdad, se acercan a la Luz para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios.
(San juan 3, 21)
Yo soy la luz del mundo
Antes de nacer Jesús, Zacarías el esposo de Isabel y padre de Juan el bautista, dijo refiriéndose a Jesús: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de La Paz” (Lc 1, 78-79).
Compara a Jesús con el Sol que viene a iluminar el mundo y a las personas que viven en el sufrimiento.
Cuando nació, el anciano Simeón tomó a Jesús en brazos en el templo de Jerusalén, y dijo: este Niño es “luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel” (Lc 2,32). Cuando comenzó su ministerio público, Jesús mismo se presentó como la luz del mundo: “Y Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no an lo dará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida“ (Jn 8, 12).
La resurrección de Cristo es simbolizada por la luz, por el fuego nuevo, que ahuyenta las tinieblas de la muerte y resucita victorioso. Jesús ya no yace en el sepulcro. Él es la luz del mundo, el vencedor de la muerte que nos ha obtenido la salvación. En la Vigilia Pascual el cirio pascual ilumina la noche para representar la victoria de Cristo sobre la muerte y se nos entrega para llenarnos de gozo y esperanza.
El que me sigue no camina en tinieblas
“Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.” (1 Jn 1, 5-7).
Jesús explicó así a sus discípulos el simbolismo de vivir en la luz y las tinieblas: “la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y no va a la luz, no sea que sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que hace la verdad va a la luz, para que se vea que sus obras han sido hechas en Dios. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» ( Jn 3, 19-21).
San Pablo recuerda a los cristianos de Colosas que Dios Padre “nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados” (Col 1,13).
“Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13).
“Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. ... Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo»( Mateo 5,13-16). San Justino mártir enseña que los que se bautizan reciben la luz divina: “A este baño (bautismo) lo llamamos “iluminación” para dar a entender que los que son iniciados en esta doctrina quedan iluminados” (“De la primera apología en defensa de los cristianos” de San Justino, mártir, cap. 61, PG 6, 422). Y, una vez iluminados, se les encomienda la misión de iluminar, siendo luz de Cristo en el mundo.
Los escritores cristianos de los primeros siglos comparaban la Iglesia con la luna, porque la luz que tiene no es propia, sino que la recibe del sol. Ella no es Dios, es como la luna, la Iglesia da una luz que no es suya, solo la transmite. San Ambrosio usó la imagen de la luna para aplicarla a la Iglesia: “La Iglesia es verdaderamente como la luna: (...) no brilla con luz propia, sino con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”» (Hexameron, IV, 8, 32). Cristo es la luz verdadera que brilla; y, en la medida en que la Iglesia está unida a él, en la medida en que se deja iluminar por él, ilumina también la vida de las personas y de los pueblos.
La misión de la Iglesia es hacer resplandecer la luz de Cristo. Lo cierto es que muchas personas esperan de todos nosotros un compromiso misionero, porque necesitan a Cristo, necesitan conocer el rostro del Padre. Necesitan ver esa luz que es Cristo –desde su “pequeña” fuente en Belén–, que atrae a todas las personas del mundo y guía a los pueblos por el camino de la paz (cf. Papa Francisco, Homilía 6-I-2016).

Sábado III de Cuaresma
“Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra”
(Primera lectura: Oseas 6, 1-6)
¿Cuál es el mensaje detrás de la parábola del fariseo y el publicano?
Lee el Evangelio de HOY Lucas 18,9-14,
La parábola del fariseo y el publicano, que acabamos de leer, es una de las parábolas más conocidas de Jesús.
Jesús cuenta la historia de dos hombres que subieron al templo a orar: un fariseo y un publicano.
El fariseo agradece a Dios y presume que no es como los demás hombres, mencionando sus propias virtudes y juzgando a los demás. Mientras tanto, el publicano con humildad pide perdón por sus pecados.
El mensaje detrás de la parábola del fariseo y el publicano es recalcar la importancia de la humildad verdadera y el arrepentimiento sincero en la vida cristiana.
El fariseo representa a aquellos que se consideran superiores a los demás por sus virtudes y buenas obras. No reconoce que todo el mundo es pecador y necesitado de perdón. El publicano, que era visto como un pecador público, con humildad verdadera reconce su condición de pecador y con sincera humildad pide perdón.
Al final de la parábola, Jesús dice que “todo el que se enaltece será humillado, y todo el que se humilla será enaltecido” (Lc 18,14). Está enfatizando que aquellos que se consideran superiores y juzgan a los demás serán finalmente humillados, mientras que aquellos que se humillan y reconocen su necesidad de perdón serán exaltados.
Además, la parábola también muestra que Dios no está interesado en nuestra justicia propia o nuestras buenas obras, sino en nuestros corazones y nuestra voluntad de arrepentirnos sinceramente de nuestros pecados.
El publicano, que se arrepintió sinceramente, recibió el perdón de Dios, mientras que el fariseo, que confiaba en sus propias obras, no.
En resumen, la parábola del fariseo y el publicano nos enseña que debemos ser humildes en nuestra relación con Dios y con los demás, reconociendo que todos somos pecadores y necesitados de perdón.
Dios nos invita en esta Cuaresma, a evitar el orgullo y juzgar a los demás, y buscar constantemente la humildad y el arrepentimiento.
Recordemos que a través del Sacramento de la Reconciliación (confesión de nuestros pecados) estaremos en la presencia de Dios y de su Divina Misericordia.
¡ASÍ SEA!
FUENTE: comentarios Biblia Católica online

Viernes III de Cuaresma
“El Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios ”.
(Marcos 12, 28– 34)
El Señor Jesús dijo en Marcos 12:30:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
¿Qué significa amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas? ¿Tenemos tan siquiera la capacidad de amarlo con todo nuestro ser así?
Amar a Dios con todo nuestro corazón
Amar al Señor con todo nuestro ser comienza desde nuestro corazón. Podríamos pensar que nuestro corazón es simplemente la sede de nuestras emociones. Pero podemos ver en la Biblia que es más que eso.
Nuestra parte emotiva es una parte de nuestro corazón, pero nuestro corazón también incluye nuestra mente, voluntad y conciencia. Nuestros sentimientos, pensamientos, decisiones y el sentir de condenación o culpa que sentimos cuando hemos hecho algo malo, todo esto surge de nuestro corazón.
Dios es un Dios amoroso y nos creó con un corazón para que lo amemos completa y absolutamente. Pero en nuestra experiencia sabemos que nuestro corazón ama muchas otras cosas aparte de Dios.
Entonces, ¿qué hacemos? Simplemente tratar de no amar esas cosas no funciona. Pero el apóstol Pablo escribió esta palabra reconfortante en 2 Corintios 3:15-16:
“El velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando su corazón se vuelve al Señor el velo es quitado”.
Cuando nuestro corazón se aparta del Señor y se fija en cosas tales como pecados, preocupaciones egoístas y placeres mundanos, tiene un velo puesto. No podemos ver al Señor.
Pero cuando volvemos nuestro corazón a Él, el velo es quitado y podemos ver al Señor nuevamente. Vemos Su belleza, Sus virtudes y cuán maravilloso es. Entonces Él nos infunde más de lo que Él es, incluyendo amor, dentro de nosotros. De esta manera, nuestro amor por Él crece.
Nosotros podemos volver nuestros corazones al Señor Jesús en cualquier momento orando a Él, invocando Su nombre, confesándole nuestros pecados y pasando tiempo en Su Palabra. Estas prácticas sencillas pueden quitar el velo de nuestro corazón, restaurar nuestra comunión con el Señor y reavivar nuestro amor por Él.
Amar a Dios con toda nuestra alma
Nuestra alma está compuesta de nuestra mente, parte emotiva y por nuestra voluntad, por lo cual es una gran parte de nuestro corazón.
Dios creó nuestra alma para que pudiéramos expresarlo, pero debido a la caída de la humanidad, nos expresamos a nosotros mismos. Tenemos nuestros propios sentimientos, opiniones y decisiones que son independientes de Dios.
Pero cuando volvemos nuestros corazones al Señor, nuestro amor por Él crece. A medida que Él se infunde en nosotros, sus pensamientos llegan a ser nuestros pensamientos, sus sentimientos llegan a ser nuestros sentimientos y sus decisiones llegan a ser nuestras decisiones.
A medida que Él realiza Su obra transformadora en nosotros, espontáneamente comenzamos a expresar a Dios y a glorificarlo. Otros verán a Cristo expresado en nosotros al nosotros amarlo con toda nuestra alma.
Amar a Dios con toda nuestra mente
Nuestra mente es la parte principal de nuestra alma. Dirige el resto de nuestro ser e influye en lo que amamos y lo que elegimos. Podemos ponerla en muchas cosas, pero Dios quiere que nuestra mente esté puesta en el espíritu, donde está Cristo.
Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”.
Cuando ponemos nuestra mente en la carne o las cosas de la carne, nos sentimos sin vida e inquietos porque estamos apartados de Cristo en nuestro espíritu. Pero cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, estamos en paz y llenos de vida. Al poner nuestra mente en nuestro espíritu todo nuestro ser está centrado en Dios.
Una manera de poner nuestra mente en el espíritu es leer la Biblia. La Palabra de Dios revela quién es Cristo para nosotros.
Cuando usamos nuestra mente para leer la Palabra, vemos más de la preciosidad del Señor. Por ejemplo, cuando leemos en los cuatro Evangelios acerca de la clase de vida que vivió el Señor Jesús, las palabras de vida que Él habló y cómo Él cuidó de todo tipo de personas, estamos llenos de apreciación por Él. Cuanto más lo consideramos más lo amamos.
Amar a Dios con todas nuestras fuerzas
Todas nuestras fuerzas se refiere a la fuerza física de nuestro cuerpo. Cuando volvemos nuestro corazón al Señor y ponemos nuestra mente en Él, nuestro cuerpo le seguirá.
A medida que el amor por el Señor impregne nuestro corazón y alma, incluso las acciones externas de nuestro cuerpo se verán afectadas.
Nuestra actitud hacia las cosas que solían ocupar nuestro tiempo, interés y energía también cambiará.
Amamos al Señor y queremos más de Él.
Así que incluso nuestra fuerza física, es decir, nuestro tiempo y energía, se gastarán en ir en pos de Cristo.
FUENTE: Biblias para Europa


Jueves III de Cuaresma
“Si yo arrojo a los demonios por el poder
de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios”.
(Lucas 11, 14-23)
A lo largo de los tres años de predicación, de vida pública, Jesucristo va abriendo la inteligencia y el corazón de quienes le escuchan, para que reciban la luz de Dios, y descubran el amor de Dios Padre. Además de hablarles en parábolas y de enseñarles con su ejemplo, lleva a cabo esta tarea realizando tres grandes acciones: sana a los enfermos, perdona los pecados, expulsa a los demonios.
Cuando sana a los enfermos surgen algunas dudas en quienes viven la escena, pero al final no tienen más remedio que dar fe de lo que ha ocurrido: quien antes estaba cojo, ahora anda; quien estaba ciego, hora ve; quien estaba paralítico, sigue a Jesús con su camilla a cuestas, y regresa a casa sin la ayuda de nadie. Y todos los enfermos curados le dan gloria y gracias, salvo los nueve leprosos que no regresaron después de ser sanados.
Cuando perdona los pecados, se alza una duda en el corazón de la muchedumbre: ¿Cómo puede este hombre perdonar los pecados, si sólo Dios tiene el poder de hacerlo? ¿Quién le ha dado ese poder? Algunos afirman que Dios está con Él; que el Señor es un hombre santo y por eso tiene ese poder de perdonar; pero los fariseos y los escribas rechazan esas afirmaciones. ¿Cómo puede haber llegado Dios a la tierra sin haberles dicho nada?
Ellos tienen el poder del templo, ellos son los representantes oficiales de Yahvé. Nadie fuera de su círculo puede actuar en nombre de Dios, piensan.
En el Evangelio de hoy Jesucristo expulsa a un demonio. Una acción que siempre deja desconcertados a quienes le rodean. Sobre los demonios quien tiene poder es el diablo por excelencia: satanás. ¿Será Jesús un enviado de Satanás?
Cura a los enfermos, perdona los pecados, expulsa a los demonios; y anuncia el Reino. El Hijo de Dios encarnado; verdadero Dios y verdadero hombre ha llegado a la tierra, y quiere llegar y vivir en el corazón de cada hombre.
Después de expulsar al demonio, Jesús sale al paso de los rumores que lo quieren situar del bando de satanás: “Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si Satanás está en guerra civil ¿cómo mantendrá su reino? (…) Pero si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros”.
¿Qué Reino es éste? Es el mismo Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre; Quien además de recordar a Pilato que “mi Reino no es de este mundo”; añade en otro pasaje : “El Reino de Dios dentro de vosotros está”.
El Señor echa al demonio del pobre hombre que está a sus pies. “Y apenas salió el demonio, habló el mudo”.
El hombre en manos del demonio está mudo. No habla; no reconoce a Dios como su creador y su padre; no da culto a Dios, y no lo adora; rechaza ser hijo de Dios. Y no sólo rompe las relaciones con Dios, su Creador, su Padre, su Redentor, su Salvador; el hombre influido por el demonio se destroza a sí mismo, y pierde la alegría de “ser hijo de Dios”, se queda “mudo” porque sólo piensa en “sí mismo”, sólo habla consigo mismo; en su egoísmo, en su miseria, no ama. Y cuando el hombre no ama, “enmudece”; si acaso, grita, pero no habla, no conversa.
Ese “demonio” nos impulsa a no tener Fe en Jesucristo; ese “demonio” nos susurra al oído para que comamos “del árbol de la ciencia del bien y del mal”; nos tienta para que cambiemos nuestra conciencia, y decidamos “libremente” lo que es bien y lo que es mal.
Y al final quiere que le dejemos un lugar en nuestro corazón, como se lo dejó Judas: “Juan nos dice que “en ese momento, Satanás entró en el corazón de Judas” Y debemos decirlo: Satanás es un mal pagador. Siempre nos estafa, ¡siempre!” (Papa Francisco, 14-V-2013).
El demonio es un mal amigo, un enemigo, que pretende destruir la obra de Dios en nuestro ser, en nuestra persona, como destruyó en la suya. Él pensó que sería “libre” rechazando a Dios; y se encontró miserable y odiador.
En su odio, el demonio dice al hombre: “se “libre”; “todo vale”; “haz lo que quieras”; “constrúyete a ti mismo”. Sabe muy bien que ése es el mejor camino para destrozar en el hombre “la imagen y semejanza” de Dios, con la que Dios, Creador y Padre, nos ha dado la vida.
San Pablo VI, San Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco; todos los últimos Papas nos han recordado a los cristianos la realidad de satanás, y sus insidias para romper la unidad entre los cristianos, la unidad dentro del corazón de cada cristiano, la fraternidad de la comunión de los santos en la Iglesia.
El Señor, al final del Evangelio de hoy nos invita a la unidad con Él: “El que no está conmigo está contra mí, el que no recoge conmigo desparrama”.
Nos invita a pedirle perdón por nuestros pecados, a que le abramos el corazón en el sacramento de la Reconciliación, y pueda aposentar en nosotros el Reino de Dios.
Las grandes obras de arte que nos han transmitido la figura de la Inmaculada, la han representado aplastando la cabeza de la serpiente, símbolo bíblico de satanás.
La devoción a la Virgen Santa María, y más en este tiempo de Cuaresma, prepara nuestro espíritu para rechazar las tentaciones de pecar, y abrir el alma al Amor de Dios, al Amor de Cristo.

Miércoles III de Cuaresma
“El que quebrante uno de estos preceptos menores
y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos ”.
(Mateo 5, 17-19)

Este cuadro, es una alegoría del Antiguo y del Nuevo Testamento, Pintado por Hans Holbein el Joven (1497-1543), Óleo sobre tabla, Pintado hacia 1530
© Scottish National Gallery
Reflexión sobre el cuadro
Lee el Evangelio de hoy compelto...
Como acabas de leer en el Evangelio, Jesús afirma: "No creas que he venido a abolir la Ley o los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a completarlos".
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son igualmente importantes y relevantes para nosotros como cristianos.
Uno no puede leerse sin el otro. Hans Holbein ha pintado magistralmente esta idea en un solo panel, donde se encuentran el Antiguo y el Nuevo Testamento, todos parte de la misma historia... la historia de Israel.
Vemos representadas varias escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, cada una claramente identificable por letras doradas.
El gran árbol (ramas muertas a la izquierda y ramas fértiles a la derecha) divide el cuadro: el Antiguo Testamento a la izquierda; el Nuevo Testamento a la derecha.
Podemos ver, por enumerar sólo algunos:
Arriba a la izquierda: Moisés en el monte Sinaí recibiendo los Diez Mandamientos (Lex)
Centro izquierda: Adán y Eva bajo el árbol del conocimiento (Peccatum)
En el centro, arriba a la izquierda: la serpiente de bronce entregada a Moisés para salvar a los israelitas (Mysterium Iustificationis)
Arriba a la derecha: el ángel Gabriel lleva la cruz hacia la Virgen (Gratia)
En el centro a la derecha: Cristo es seguido por sus discípulos (Agnus Dei)
Abajo a la derecha: vemos la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, actuando como antítesis de la desobediencia de Adán y Eva (Victoria Nostra)
Holbein resume magistralmente partes de la Biblia en un solo panel.
Obsérvese cómo se representa a la persona humana: sentada entre el profeta Isaías (Antiguo Testamento) y San Juan Bautista, que señala al espectador a Cristo "el Cordero de Dios".
Además, el hombre (Homo en el centro) habían descuidado la Ley de Moisés (Lex a la izquierda) que luego condujo al pecado (Peccatum), que finalmente conduce a la muerte espiritual (Mors); a la derecha Cristo nos ofrece su gracia (Gratia), la justicia (Justificatio nostra) y una victoria ilimitada sobre la muerte (Victoria Nostra).

Este cuadro, es una alegoría del Antiguo y del Nuevo Testamento, Pintado por Hans Holbein el Joven (1497-1543), Óleo sobre tabla, Pintado hacia 1530
© Scottish National Gallery
Martes III de Cuaresma
“Te perdoné toda aquella deuda porque
me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? ”.
(Mateo 18, 32-33)
La experiencia plena del perdón es la experiencia de Dios
Lee el Evangelio de hoy martes de la tercera semana de Cuaresma
Como ya leíste, el evangelio de hoy nos presenta una escena en la que Simón Pedro hace una pregunta que es de vital importancia para los que son llamados cristianos, para los que han decidido seguir a Cristo.
Y La respuesta es tajante y radical: hay que perdonar no solo siete sino hasta setenta veces siete.
El número siete tiene un significado en la Biblia de perfección, y al subrayar el setenta veces siete quiere indicar que la experiencia del perdón ha de ser vivida de manera total.
Nos pasa siempre en la vida que nos equivocamos y ante el arrepentimiento, que es muy sano, deseamos ser perdonados.
Pero cuando nos toca perdonar frecuentemente nos pasa que nuestro corazón se endurece.
Es cuando surgen expresiones como: “perdono, pero no olvido”. Lo que Jesús enseña en la Parábola es a vivir la experiencia total del perdón, lo cual se logra primero sabiendo perdonar.
¿Cómo dejar de tener un corazón endurecido? ¿Cómo motivarnos a vivir la experiencia plena del perdón? Basta contemplar la misión de Jesús: Él nos viene a mostrar al Padre y su cercana relación con Él. Si Jesús insiste en perdonar siempre, es porque ve que eso hace su Padre; Él nos enseña que Dios es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y generoso para perdonar.
Es tan grande y fiel el amor de Dios que, aunque lo rechacemos una y otra vez, lo ignoremos y elijamos el pecado, Él setenta veces siete vuelve a perdonar y nos sigue buscando, tocando la puerta insistentemente. Porque en vida o muerte somos del Señor, y esto no es una condena para Él, lo hace con toda su voluntad, con verdadera libertad.
Querido lector, sólo Dios vive la experiencia plena del perdón. Aprendamos de Él, hagamos nuestros sus sentimientos y acciones, seamos verdaderos cristianos y dejemos mover nuestro corazón por la vivencia de la misericordia de Dios.
Empecemos hoy a vivir la experiencia plena del perdón, perdonando a nuestro prójimo, sólo así podremos alcanzar la verdadera libertad.

Lunes III de Cuaresma
“Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.
(Lucas 4, 24-30)
En el Evangelio de Lucas, 4,14-21, Jesús anuncia el año de gracia de Dios para todos los afligidos.
Mientras los nazarenos, sus paisanos, le escucharon palabras agradables, todos estaban admirados y asentían con agrado.
Lee el pasaje completo del Evangelio de hoy, en la que los nazarenos rechazan a Jesús (Lc 4,24-30)
El problema vino cuando empezó a decirles cosas que no querían oír, cuando les recordó milagros que los profetas Elías y Eliseo hicieron a favor de extranjeros y que no pudieron realizar en favor de los israelitas por su falta de fe.
Era una advertencia clara, que Jesús repetirá muchas veces: “Si no acogéis el Reino de Dios, se os quitará a vosotros y se les dará a aquellos que sepan acogerlo”. Al oír estas cosas se enfadaron con Él y querían matarlo.
Lo que sucedió en Nazaret hace más de 2000 años se repite entre nosotros: cuando nos dicen palabras agradables, todos estamos contentos.
A todos nos gusta escuchar que el Señor es nuestro Pastor, que nos ama y nos perdona, que tiene paciencia infinita con nosotros.
Pero cuando nos recuerdan que tenemos que hacer opciones claras, que no podemos servir a Dios y al dinero, que no podemos seguir el pensamiento y las ofertas del mundo, que tenemos que dejar de pecar, arrepentirnos y cambiar nuestra manera de pensar y de comportarnos, en otras palabras, cuando nos invita Jesús a ser consecuentes con nuestra fe y vivir como verdaderos cristianos, entonces ya no nos gusta.
No podemos quedarnos solo con una parte del evangelio. Tenemos que acoger todo el mensaje de Jesús, también aquellas partes que no comprendemos o que nos cuesta ponerlas en práctica.
El Señor respeta nuestra libertad: podemos acoger su Palabra o rechazarla, podemos fiarnos de Él o confiar sólo en nuestras propias ideas. Lo que está claro es que ante Jesús tenemos que hacer opciones radicales.
Por mi parte, yo solo puedo decir con san Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de Vida Eterna” (Jn 6,68). O, repetir las palabras de Josué: “Yo y mi casa, serviremos al Señor” (cf. Jos 24,15).
Que Él nos conceda la perseverancia en la fe y en la esperanza. Amén.
Publicado por Eduardo Sanz de Miguel, OCD

Domingo III de Cuaresma
Y a los que vendían palomas les
dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la
casa de mi Padre”.
(Juan 2 13-22)
Lee el Evangelio de hoy: Juan 2:13-22
Jesús purifica el templo
Después de una breve estancia en Capernaum (Jn 2:12), Jesús fue a Jerusalén para asistir a la fiesta de la pascua. Allí iba a comenzar su ministerio público, y lo iba a hacer precisamente en la misma casa de su Padre, en el templo (Jn 2:16).
Recordemos que cuando su Madre le sugirió que comenzase a manifestarse como Mesías en las bodas de Caná de Galilea, él le contestó que todavía no había venido su hora (Jn 2:4), y por esa razón, el milagro que allí llevó a cabo se hizo con toda la discreción posible.
El Señor sabía que el lugar en donde debía comenzar su manifestación pública era el templo, y esto por varias razones.
Primeramente, porque esto era lo que había anunciado el profeta: (Mal 3:1) "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor".
Como ya hemos considerado en la primera parte del evangelio, Juan el Bautista vino como el mensajero de Dios que había de preparar el camino delante de él.
Después de esto, el mismo Señor debía aparecer en medio de su pueblo, y el lugar indicado era el templo.
Por otro lado, el mismo profeta Malaquías había anunciado cuál sería la labor que realizaría el Mesías cuando llegara a su templo: (Mal 3:2-3) "¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia".
El profeta había anunciado que cuando el Mesías viniera, iba a limpiar "a los hijos de Leví", es decir, a los sacerdotes, y a purificar las ofrendas en justicia. Y sin duda, este era el propósito que el Señor tenía cuando entró aquel día en el templo.
En realidad, allí se encontraba el verdadero problema por el que los líderes judíos terminaron rechazando violentamente a Jesús y por el que el pueblo estaba como ovejas sin pastor: los ladrones habían ocupado el mismo templo de Dios, como quedaba en evidencia viendo la comercialización descarada que los sacerdotes hacían de todos los servicios del templo.
Aquellos sacerdotes, que debían ser mediadores para ayudar a los hombres a encontrar a Dios y así ser bendecidos por él, se habían hecho intermediarios, y habían convertido su sacerdocio en un monopolio comercial a fin de hacer beneficios económicos de la búsqueda de Dios por parte de los hombres. ¿Cómo podrían aquellos hombres experimentar la gracia de Dios y el don gratuito de la salvación a través de los servicios de hombres empeñados en sacar dinero de la necesidad espiritual de otros?
El pecado de aquellos sacerdotes era muy grave, porque robaban a Dios, tratando su Palabra y ordenanzas como si fueran artículos para su negocio, y trataban a las personas, no como propiedad de Dios, sino como usuarios de un mercado cuyos derechos creían tener en exclusividad.
Por lo tanto, Jesús no estaba sólo presentando sus credenciales como el auténtico Mesías al cumplir las profecías que varios siglos atrás se habían hecho en cuanto a él, sino que también estaba atacando el problema de la religión judía de su tiempo en su misma raíz. No obstante, hemos de decir que la historia de las religiones (no sólo la del judaísmo), no ha cambiado mucho desde que Jesús hiciera esta denuncia, y de hecho, han seguido funcionando mayormente como una fuente de beneficio económico, político y de prestigio para los que las dirigen. Y es conveniente recordar, que el cumplimiento de la profecía de Malaquías no se agotó en esta primera intervención de Cristo, y que este mundo todavía está a la espera de su segunda venida, en la que sí que terminará por limpiar todo comercio llevado a cabo en su nombre.
"Estaba cerca la Pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén"

Sábado II de Cuaresma
“Hijo, tú siempre estás conmigo y todo
lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”.
(Lucas 15, 31-32)
FUENTE: REGNUM CHRISTI
El Padre te pide que vuelvas a casa.
Lee con fe y atención toda esta hermosa Parábola:
Haz clic... "El hijo pródigo".
Muchas veces en tu vida escuchaste, y talvez aún sigues escuchando, a tu mamá o papá decirte: ten cuidado, vuelve temprano.
Y tu actitud ha sido pensar o decir “que me deje en paz, quiero ser libre para hacer lo que quiero”, o “ya tengo familia propia, no me traten como un niño (a), sé lo que hago”. O si en los estudios, el trabajo, en una relación afectiva dices: “sé lo que hago”; todos estos pensamientos o actitudes son el mismo comportamiento del hijo que pide su herencia.
Es prácticamente decirle a tu papá o mamá “muérete”; como hija (o) no puedes decirle esto pues es imposible pedirle a un padre o madre que te deje de amar, aunque tengan 90 años no dejarás de ser su niña(o).
Por otro lado, cuántas veces te has dado golpes fuertes en la vida, tan fuertes que te han llevado a pensar que tu vida no tiene sentido, que no vale la pena vivir; talvez porque te preocupas por el “qué dirán”, pues sientes que te juzgan o rechazan, porque tus estudios no son un éxito, porque no tienes trabajo, porque algo anda mal en tu trabajo, porque algún proyecto falló, porque saliste embarazada o embarazaste a una chica, o incluso asesinaste o insististe para que alguien lo hiciera – con el llamado aborto -, etc.
En fin, te has caído, ahora es tiempo que te levantes; reconoce que Dios te da las fuerzas para salir adelante.
¿Eres católica (o)? En este periodo de Cuaresma busca un confesor y reconoce tus fallas como el hijo pródigo.
Dios te absuelve de antemano y te espera con los brazos abiertos; si no eres católica(o), reconoce que te has equivocado y que es necesario enderezar tu camino reconociendo tu dignidad de persona. Aunque tú no creas en Dios, Él, tu Padre Bueno y Misericordioso, también te espera con los brazos abiertos.
Observa a un niño cuando se cae, mira cómo se levanta y llorando vuelve a los brazos de su mamá o papá en busca de consuelo; ellos esperan a sus hijos con los brazos abiertos y curan sus heridas; pues de la misma forma Dios te espera.
Reconoce tus debilidades y vuelve a la casa de tu Padre Dios, Bueno y Misericordioso que te dice: “Hija(o) vuelve a casa que te espero con los brazos abiertos”.
Cuando veas un crucifijo, mira que Cristo está con los brazos abiertos en espera a que vuelvas a Él; recuerda que con ese gesto siempre te dice: "Levántate y vuelve a casa”.
«Cuánta ternura; lo vio cuando él estaba todavía lejos: ¿qué significa esto? Que el padre subía a la terraza continuamente para mirar el camino y ver si el hijo regresaba; ese hijo que había hecho de todo, pero el padre lo esperaba. ¡Cuán bonita es la ternura del padre!
La misericordia del padre es desbordante, incondicional, y se manifiesta incluso "antes de que el hijo hable".
(Catequesis de S.S. Francisco, 11 de mayo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con tu Padre Celestial, que te ama e invita a volever a Casa.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy agradece a tu mamá o papá el gran amor que tienen, o tuvieron, por ti.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Viernes II de Cuaresma
“Les digo que les será quitado a ustedes el Reino
de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
(Mateo 21, 43 )
FUENTE: BibleRef
Este versículo establece directamente lo que la parábola de los labradores de la viña les había comunicado a todos indirectamente (Mateo 21:33–41). Cristo les dijo a los principales sacerdotes y fariseos que estaban allí en el templo que el reino de Dios les sería quitado.
Los líderes de Israel habían ocupado una posición poderosa en la Tierra durante siglos. Israel era el pueblo elegido de Dios, y Dios trató con Su pueblo directamente a través de unos líderes que debían guiarlos hacia la obediencia, la justicia y hacia tener una confianza fiel hacia Dios.
Esos líderes, sin embargo, fracasaron continuamente, e incluso rechazaron a los mensajeros proféticos de Dios (Hechos 7:52); ahora, incluso rechazaron al propio Hijo de Dios, Jesús el Mesías. El resultado de todo sería que los líderes de Israel perderían su papel de cuidadores de la viña del pueblo de Dios en la Tierra.
En cambio, Jesús dice, el reino de Dios se le dará a un pueblo que producirá el fruto de la justicia y la obediencia que Él pretendía que diera.
Los comentaristas no están de acuerdo sobre si Jesús se está refiriendo específicamente a que la relación que Dios tenía con Israel ahora pasaría a pertenecerle a la iglesia, la cual estaría compuesta por todos los que confían únicamente en Jesús para alcanzar la salvación.
La iglesia comenzó con los doce apóstoles y creció por un tiempo siendo únicamente una especie de extensión del judaísmo antes de que convirtiera en un movimiento mayoritariamente gentil.
En lo que todos estaban de acuerdo es que, a partir de ese momento, Jesús sería la línea divisoria que habría entre las personas que pertenecen al pueblo de Dios y los que no. Todos los que pertenezcan a Dios deberían acercarse a Él a través de Jesús, la piedra angular.
Resumen de contexto
Mateo 21:33–46 comienza con otra parábola de Jesús acerca de una viña.
Esta involucra a unos arrendatarios que se negaron a pagarle al propietario la parte acordada de las cosechas.
En cambio, maltrataron y mataron a los sirvientes que el dueño envió y luego mataron al hijo del dueño.
Jesús compara a los líderes religiosos de Israel con estos inquilinos, diciendo que el reino de Dios no les pertenecería a ellos. Jesús se identifica a sí mismo en un salmo acerca de una piedra que los constructores rechazaron pero que al final el Señor la eligió para que se convirtiera en la piedra angular.
Todos los que rechacen a Jesús se caerán sobre la piedra angular o se les caerá encima y los aplastará.

Jueves II de Cuaresma
“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico”.
(Lucas 16, 19-31)
FUENTE: Comentario de Guillermo Hansen
Hemos visto que el capítulo 15 del evangelio de Lucas presenta parábolas sobre el regocijo de Dios ante el retorno de lo perdido, es decir, de la actitud de Dios hacia el pecador y hacia el pobre.
Comentarios al texto
Ahora, en el capítulo 16, las parábolas se centran en nuestra relación con el prójimo mediado por los bienes y el dinero.
Ambos conjuntos de parábolas deben ser vistas como dos caras de una misma moneda: del encuentro profundo con Dios no se vuelve a la vida de la misma manera.
Nuestras lealtades cambian, pues no se puede servir a dos señores, a dos principios excluyentes, al prójimo oa uno mismo.
El Dios que se acerca misericordiosamente nos libera de la indiferencia, la esclavitud y la opresión. El encuentro con Dios significa comprometerse con un nuevo ámbito de vida.
La parábola del hombre rico y Lázaro resumen las temáticas de las parábolas anteriores, mas no es una instrucción directa sobre los estados de pobreza y riqueza, sino sobre la insensibilidad, crueldad, impiedad, indiferencia y ceguera que resultan de haber servido a otro 'señor'.
Cuando la vida se reduce a 'invertirlo' todo en nuestra propia realidad (ej., riqueza), perdemos la comunión con Dios y con el prójimo. En definitiva, invertimos en nuestra propia perdición.
Los estudiosos coinciden en que la temática aparente de esta parábola, el cambio de suerte en el más allá, era bastante conocida en la antigüedad.
En Egipto existía una historia popular antiquísima, el viaje de Osiris y de su padre al ámbito de los muertos, cuya estructura es similar a nuestro relato.
Pero la parábola lucana no es simplemente un comentario sobre el más allá, sino sobre la yuxtaposición de dos mundos en el 'más acá' (notar el contraste de detalles entre la 'abundancia' del rico y los símbolos de su estatus en v. 19 –vestimenta, comida abundante– con la descripción de un Lázaro con hambre, enfermo y en compañía de los perros, v. 20)
Lo que se revela en el más allá no es más que la trama de lealtades desplegadas en el aquí y ahora.
Aquí radica la unidad de la perícopa, pues claramente se compone de dos cuerpos principales con sus respectivos puntos culminantes: los vv. 19-26 y el trastrueque de situaciones en el más allá, y los vv. 27-31 con el rechazo a las dos peticiones del rico (que le envían a Lázaro para auxiliarlo en su tormento, y que sus hermanos sean advertidos de su futuro destino).
El pasaje se ajusta a la estructura del trastrueque típico del mensaje de Jesús sobre el dominio de Dios, en especial cuando consideramos que, según el pensamiento de la retribución en muchos círculos del judaísmo antiguo, la pobreza, la mendicidad y la enfermedad eran considerados castigos. de Dios por los pecados.
En nuestra parábola, es Lázaro –mendigo, lisiado y enfermo– quien es acogido en el seno de Abraham, no por ningún mérito propio, sino por el hecho de ser pobre, marginado y sufriente.
Un ejemplo claro de la opción preferencial de Dios por los 'pecadores'/pobres.
Por ello una de las características de la parábola es que es la única en Lucas donde aparece un personaje con nombre propio, condensando el mensaje central. Lázaro significa, en arameo, “Dios ayuda”.

Miércoles II de Cuaresma
"El que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo”.
(Mateo 20, 17– 28)
FUENTE: Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo
El liderazgo de siervo
A pesar de esta parábola de la gracia y generosidad de Dios y a pesar de escuchar que Jesús dice dos veces que el primero será el último y los últimos, primeros, los discípulos siguen sin entender la idea.
La madre de Jacobo y Juan le pide a Jesús que les conceda a sus dos hijos los lugares más prominentes en Su reino venidero.
Los dos hombres están allí y Jesús se dirige a ellos y les pregunta, “¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?” A lo que ellos responden, “Podemos”.
Cuando los otros diez discípulos escucharon esto, se enojaron. Jesús aprovecha esta oportunidad para objetar sus ideas acerca del protagonismo.
“Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos”. (Mt 20:25–28)
El verdadero liderazgo se encuentra en servir a otros, lo que será evidente de distintas formas dependiendo del trabajo y la situación.
Esto no significa que un Director ejecutivo deba tomar un turno mensual para barrer los pisos o limpiar los inodoros, ni que cualquier trabajador pueda decir que está ayudando a otra persona como una excusa para no hacer bien su trabajo.
Significa que realizamos todo nuestro trabajo con la intención de servir a nuestros clientes, compañeros de trabajo, accionistas y a quienes afecte nuestra labor.
Max De Pree fue Director ejecutivo por un largo periodo de tiempo en Herman Miller y fue miembro del Salón de la fama de Fortune.
Él escribió en su libro Leadership Is an Art [El liderazgo es un arte] que “la primera responsabilidad de un líder es definir la realidad y la última es decir ‘gracias’.
Entre estas dos, el líder se debe convertir en un siervo y un deudor. Eso resume el progreso de un líder ingenioso”.[1]
El siervo es la persona que reconoce su propia pobreza espiritual (Mt 5:3) y ejerce el poder bajo el control de Dios (Mt 5:5) para mantener relaciones correctas.
El líder siervo se disculpa por sus errores (Mt 5:4), muestra misericordia cuando otros fallan (Mt 5:7), fomenta la paz cuando es posible (Mt 5:9) y soporta el criticismo inmerecido cuando procura servir a Dios (Mt 5:10) con integridad (Mt 5:8).
Jesús establece el patrón por medio de Sus propias acciones a nuestro favor (Mt 20:28).
Por tanto, demostramos que somos seguidores de Cristo al seguir Su ejemplo.

Martes II de Cuaresma
"Que de entre ustedes el mayor sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
(Mateo 23, 1-12)
DE LA HUMILLACION A LA BENDICION.
2 Crónicas 7:11-16. "Pacto de Dios con Salomón".
11 Cuando Salomón terminó el Templo del Señor y el palacio real, llevando a feliz término todo lo que se había propuesto hacer en ellos, 12 el Señor se le apareció una noche y le dijo:
«He escuchado tu oración, y he escogido este lugar como Templo para que me ofrezcan sacrificios.
13 »Cuando yo cierre los cielos para que no llueva, o le ordene a la langosta que devore la tierra, o envíe plaga sobre mi pueblo, 14 si mi pueblo, que lleva mi nombre, SE HUMILLA y ORA, y BUSCA MI ROSTRO y ABANDONA su MALA CONDUCTA, Yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. 15 Mantendré abiertos mis ojos y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar. 16 Desde ahora y para siempre escojo y consagro este templo para que mi Nombre esté en él para siempre. Mis ojos y mi corazón siempre estarán allí.
Al buscar el significado de esta palabra “humillar” encontraremos uno de los significados es Inclinar o doblar una parte del cuerpo, como nuestra cabeza o las rodillas, específicamente en señal de sumisión y acatamiento, otro de sus significados es abatir el orgullo y altivez
- Humillarse. Dios le dijo a Salomón: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (2 Cro. 7:14). Si se humillare mi pueblo. Es curioso ver que no dice, si se humillare todo el mundo, pues tampoco dice si se humillare los líderes de la iglesia, los pecadores. Lo que dice es, si se humillare mi pueblo, quienes son ese pueblo; tú y yo somos el pueblo de Dios.
Al buscar el significado de esta palabra “humillar” encontraremos uno de los significados es Inclinar o doblar una parte del cuerpo, como nuestra cabeza o las rodillas, específicamente en señal de sumisión y acatamiento, otro de sus significados es abatir el orgullo y altivez.
2. SI MI PUEBLO ORA. El pueblo de Dios debe clamar a Él por misericordia, y debe depender completamente de Él.
La actitud que debemos tener es de postrarnos antes de Dios para (humillarnos) y así depositar en Él toda nuestra ansiedad, preocupaciones, dudas, enfermedades y circunstancias difíciles, y creer en su palabra, porque él tiene cuidado de nosotros.
El Señor nos dice que no debemos inquietarnos por nada, que más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presentamos nuestras peticiones a él dándole gracias en todo momento.
3.BUSCAR MI ROSTRO. Buscar al Señor significa buscar su presencia. “Presencia” es una traducción común de la palabra hebrea “rostro”. Literalmente, hemos de buscar su “rostro”. Pero esta es la forma hebraica de tener acceso a Dios. Estar delante de su rostro es estar ante su presencia. CUANDO ESTAMOS EN SU PRESENCIA HAY TRANSFORMACION.
El pueblo de Dios debe volverse diligentemente a Dios con todo el corazón y anhelar su presencia, y no simplemente tratar de escapar de los problemas. La Biblia dice: Buscad Al Señor y su poder; buscad su rostro continuamente (1 Cor. 16:11). En otra parte dice: Buscadme y viviréis.
- CONVERTIRSE DE SUS MALOS CAMINOS.
Estamos viviendo tiempos en que la maldad se ha multiplicado y el amor de muchos se a enfriado. Vivimos en una época donde el egoísmo prevalece en el ser humano. Buscando la forma de crecer profesionalmente, adquirir una mejor posición laboral, una prosperidad material, y muchas otras cosas más. Sin embargo, quiero que esté claro que ninguna de estas cosas es mala, lo que este mal es que se le dé el primer lugar en buscar dichos logros, cuando el primer lugar debemos dárselo es a Dios.
Convertirse significa dar la espalda a lo que te ataba al mundo y volver a Dios. El arrepentimiento no basta para restaurar la comunión con Dios. Es necesario convertirse en Dios después de arrepentirse. Por eso Pedro dijo: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del señor tiempos de refrigerador (Hch. 3:19).
Cuando cumplimos estas 4 condiciones; se cumple la promesa y el pacto que el Señor hizo con Salomón:
entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Y DICE AUN MÁS EL SEÑOR
Buscar su rostro nos permite descansar con la seguridad de que el va a proveer nuestra necesidad espiritual, emocional y física. Buscar de la presencia de Dios y su rostro nos va a permitir experimentar todos y cada uno de los atributos de Dios. Él nos llena de su gracia para que donde habitamos el más en nosotros.
15 Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar.
16 porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.
Nuestra conducta es la manera de comportarnos o las acciones que tenemos hacia las demás personas. La conducta se refiere al estilo de vida de cada ser humano. Cuando Dios dice “Si mi pueblo abandona su mala conducta”, se refiere a que si cada persona se convierte a él de corazón, y se aparta de todas las iniquidades y los pecados que podemos tener ignorando su palabra, él te bendecirá, ¿De ¿De qué manera te bendecirá el Señor si dejarás tu mala conducta? Haciéndote libre de acuerdo a tu búsqueda hacia Él.

Lunes II de Cuaresma
«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
(Lucas 6, 36-38)
FUENTE, Clic aquí: Fr. Zacharias MATTAM SDB(Bangalore, India)
¿Cómo debe actuar un cristiano ante sus hermanos y hermanas?
La forma es mostrando hacia ellos la misma misericordia y amabilidad del Padre celestial: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6,36).
Jesús dijo, «Yo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo» (Jn 12,47).
Jesucristo ni siquiera juzgó a sus propios verdugos. Al contrario, Él pensó bien de ellos excusándolos y rezando por ellos: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Como discípulos suyos, estamos invitados a ser como el Maestro.
Jesús dice en el Evangelio de Mateo: «No juzguéis para no ser juzgados. ¿Por qué te fijas en la paja del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo?» (Mt 7,1.3).
La viga es el “no-amor”, el “orgullo” y el “resentimiento” en nuestro corazón. Estos vicios son como una viga que nos impide considerar la falta de nuestro hermano desde su propia perspectiva, lo cual es más serio que la misma falta (a fin de cuentas, ¡una paja!), y por tanto aquellas actitudes son lo que debiera ser removido en primer lugar. Sólo con el amor podemos realmente corregir al otro, teniendo en cuenta que «el amor todo lo excusa» (1Cor 13,7).
Cuando Cristo dice «no juzguéis» no está prohibiendo el ejercicio de nuestra capacidad de discernimiento, ni tampoco se dice que tengamos que aprobar todo lo que hace nuestro hermano.
Lo que Él prohíbe es atribuir una intención mala a la persona que actúa de esa manera. Solamente Dios conoce qué hay en el corazón de la persona. «El hombre mira las apariencias pero el Señor mira el corazón» (1Sam 16,7). Por tanto, juzgar es una prerrogativa sólo de Dios, prerrogativa que nosotros le usurpamos cuando juzgamos a nuestro hermano.
Lo importante en el Cristianismo es el amor: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13,34).
Este amor es derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo (cf. Rom 5,5).
En la Eucaristía, Cristo nos entrega Su Corazón como un don y así -y sólo así- nosotros podemos amar a cada uno con Su Corazón y sólo alimentados con la Eucaristía -el Cuerpo y la Sangre de Cristo- podremos ser misericordiosos tal como el Padre del Cielo es misericordioso.
De no ser alimentados de la Eucaristía, nuestro Amor a Dios y al prójimo, quedará sólo en un intento fallido.

Domingo II de Cuaresma
"Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; ESCÚCHENLO”.
(Marcos 9, 2-10)
FUENTE: REGNUM CHRISTI
El monte Tabor en la Cuaresma, lo encuentras en el confesionario. Busca en esta Cuaresma, hacer la experiencia de Cristo misericordioso a través del sacramento de la reconciliación
Llama la atención que la Iglesia nos ponga este pasaje evangélico de la transfiguración en un período de conversión, penitencia, sacrificio, como es la Cuaresma.
La Iglesia como Madre que es experta en humanidad, quiere enseñarnos que la abnegación por sí misma no tiene valor; es preciso sublimarla con el amor a Cristo. Reflexionemos un poco en este pasaje, y veamos qué nos puede enseñar en este período de la Cuaresma.
Cristo se adelanta a la prueba
Muchos eruditos de la Biblia que localizan este episodio evangélico un año antes de la pasión.
Jesús conocía bien a sus apóstoles, y sabía que no entenderían fácilmente que el Mesías, tan largamente esperado, tuviese que morir despreciado por los jefes de su pueblo en una cruz.
Por ello, como quien prepara un duro momento, regala a Pedro, Santiago y Juan este momento de consolación, esta clara manifestación de su divinidad.
Sabe que vendrán momentos muy duros, y quiere mostrarles claramente su divinidad.
¡Cuántas veces nos sucede a nosotros lo mismo!
Si miramos hacia el pasado encontramos algunos momentos de consolación: Jesucristo nos ha cuidado mucho, nos ha hecho ver su amor, nos ha hecho experimentar la alegría de haberle conocido. A veces Jesús nos regala estos buenos momentos para fortalecer nuestra fe, para que ante las dificultades recordemos que Él es Dios, amor pleno y entrega incondicional hacia nosotros.
¡Qué bien se está aquí!
La reacción de Pedro ante esta consolación es el reflejo de un corazón generoso:
¡Qué bien se está aquí, en estos dulces momentos! Tanto entusiasmo tiene que le propone a Jesucristo construir tres chozas y ninguna para quedarse él.
Está feliz con Cristo, viéndole conversar con Moisés y con Elías; quisiera que esa experiencia durara para siempre. ¿Por qué los acompañantes de Jesús son Moisés y Elías? Jesucristo, también en estos momentos de consolación nos quiere transmitir su enseñanza.
Elías representa a los profetas del antiguo testamento y Moisés a los patriarcas, los primeros grandes hombres que fueron construyendo la historia de la salvación.
De este modo, Cristo nos enseña que Él es la plenitud del antiguo testamento, el culmen de ese camino de amor que fue recorriendo el pueblo de Israel a lo largo de cientos de años. ¡Qué enseñanza más profunda!
El amor de Dios, que se fue manifestando a lo largo del antiguo testamento, llega a su plenitud en Jesús, principalmente con la pasión y resurrección que anunciará a estos tres apóstoles al bajar del monte Tabor, después de la transfiguración.
El mundo está abajo, esperándote
A pesar de los buenos deseos de Pedro, este hermoso momento llega a su fin.
La nube de Dios Padre les cubre con su sombra, escuchan la voz del Padre:
“Este es mi Hijo amado, ESCÚCHENLO”, y todo vuelve a la normalidad.
Pedro y sus compañeros hubieran preferido continuar con esa hermosa revelación de Jesús; pero Jesús se les acerca y les dice: ¡Ánimo, tenemos que bajar!
El mundo está ahí abajo y tiene muchas necesidades. Esta experiencia no es un regalo para satisfacción y disfrute personal; es un don que deben de transmitir a los hombres, un sentido de la existencia toda que deben enseñar a sus semejantes.
En los momentos felices de la vida, en los de consolación debemos recordar que Dios nos regala esas gracias para transmitirlas a los demás, y en los momentos de oscuridad, recordemos los buenos momentos y confiemos en la luz de Cristo, que sigue brillando por encima de las nubes que cierran nuestro horizonte.
La CUARESMA es para acompañar a Jesús en su subida a Jerusalén, en su camino hacia la CRUZ.
El monte Tabor en la Cuaresma, lo encuentras en el confesionario. Busca en esta Cuaresma, hacer la experiencia de Cristo misericordioso a través del sacramento de la reconciliación.
¡Que Así Sea!

Sábado I de Cuaresma
Sean, pues, perfectos como su Padre Celestial es Perfecto
(Mateo 5, 48)
FUENTE: Exégesis Evangelio San Mateo, Mons. Juan Straubinger.
Odiarás a tu enemigo:
En el versículo 43, importa mucho aclarar que esto jamás fue precepto de Moisés, sino deducción teológica de los rabinos que “a causa de sus tradiciones habían quebrantado los mandamientos de Dios” (15, 9 ss.; Marcos 7, 7 ss.) y a quienes Jesús recuerda la misericordia con palabras del Antiguo Testamento (9, 3; 12, 7).
El mismo Jesús nos enseña que Yahvé —el gran “Yo soy”— cuya voluntad se expresa en el Antiguo Testamento, es su Padre (Juan 8, 54) y no ciertamente menos santo que Él, puesto que todo lo que Él tiene lo recibe del Padre (11, 27), al cual nos da precisamente por Modelo de la caridad evangélica, revelándonos que en la misericordia está la suma perfección del Padre (5, 48 y Lucas 6, 35).
Esta misericordia abunda en cada página del Antiguo Testamento y se le prescribe a Israel, no sólo para con el prójimo (Éxodo 20, 16; 22, 26; Levítico 19, 18; Deuteronomio 15, 12; 27, 17; Proverbios 3, 28, etc.), sino también con el extranjero (Éxodo 22, 21; 23, 9; Levítico 19, 33; Deuteronomio 1, 16; 10, 18; 23. 7; 24, 14; Malaquías 3, 5, etc.). Véase la doctrina de David en Salmo 57, 5 y nota.
Lo que hay es que Israel era un pueblo privilegiado, cosa que hoy nos cuesta imaginar, y los extranjeros estaban naturalmente excluidos de su comunidad mientras no se circuncidaban (Éxodo 12, 43; Levítico 22, 10; Números 1, 51; Ezequiel 44, 9), y no podían llegar a ser sacerdote, ni rey (Números 18, 7; Deuteronomio 17, 15), ni casarse con los hijos de Israel (Éxodo 34, 16; Deuteronomio 7, 3; 25, 5; Esdras 10, 2; Nehemías 13, 27).
Todo esto era ordenado por el mismo Dios para preservar de la idolatría y mantener los privilegios del pueblo escogido y teocrático (cf. Deuteronomio 23, 1 ss.), lo cual desaparecería desde que Jesús aboliese la teocracia, separando lo del César y lo de Dios. Los extranjeros residentes eran asimilados a los israelitas en cuanto a su sujeción a las leyes (Levítico 17, 10; 24, 16; Números 19, 10; 35, 15; Deuteronomio 31, 12; Josué 8, 33); pero a los pueblos perversos como los amalecitas (Éxodo 17, 14; Deuteronomio 25, 19), Dios mandaba destruirlos por ser enemigos del pueblo Suyo (cf. Salmo 104, 14 ss. y nota). ¡Ay de nosotros si pensamos mal de Dios (Sabiduría 1, 1) y nos atrevemos a juzgarlo en su libertad soberana! (cf. Salmo 147, 9 y nota).
Aspiremos a la bienaventuranza de no escandalizarnos del Hijo (11, 6 y nota) ni del Padre (Jueces 1, 28; 3, 22; I Reyes 15, 2 ss.). “Cuidado con querer ser más bueno que Dios y tener tanta caridad con los hombres, que condenemos a Aquel que entregó su Hijo por nosotros.”
El perdón y el Amor a los enemigos es la nota característica del cristianismo.
En los versículos 44 y siguientes, se da a la caridad fraterna su verdadera fisonomía, que es la misericordia, la cual, como lo confirmó Jesús en su Mandamiento Nuevo (Juan 13, 34 y 15, 12), consiste en la imitación de su amor misericordioso.
El cristiano, nacido de Dios por la fe, se hace coheredero de Cristo por la caridad (Levítico 19, 18; Lucas 6, 27; 23, 34; Hechos 7, 59; Romanos 12, 20).
Este pasaje se complementa con el de Lucas 6, 36.
En el versículo 48, Jesús nos ofrece como modelo de perfección al Padre Celestial, que es bueno también con los que obran como enemigos suyos, y allí se aclara y confirma que, en el concepto de Jesús, esa perfección que hemos de imitar en el divino Padre consiste en la misericordia (Efesios 2, 4; 4, 32; Colosenses 3, 13).
Y ¿por qué no dice aquí imitar al Hijo? Porque el Hijo como hombre es constante imitador del Padre, como nos repite tantas veces Jesús (Juan, 5, 19 s. y 30; 12, 44 s. y 49; etc.), y adora al Padre, a quien todo lo debe. Sólo el Padre no debe nada a nadie, porque todo y todos proceden de Él (Juan 14, 28 y nota).

Viernes I de Cuaresma
"Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿Quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos".
(Sal 129, 3-4)
Fuente: reflexiones del Papa Francisco sobre su Exhortación apostólica Evangelii gaudium
"Cuando vayas de camino con tu adversario arréglate pronto, no sea que te entregue al Juez"
Con el paso del tiempo, nos acercamos cada vez más al final de nuestra vida, y, querámoslo o no, tendremos que presentar cuentas a nuestro Juez.
¿Por qué no nos esforzamos desde ahora por arreglarnos con la persona que nos ha hecho -o a la que le hemos hecho- mal, que no nos cae muy bien y a la que solemos criticar? Y en vez de presentarnos con un enemigo aquel día, ganemos amigos que sean nuestros abogados, para la hora de este momento.
El mensaje de este evangelio es un mensaje de paz y de amor.
¡Cuánta paz alcanza un hombre que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra sino que es presencia de Dios, presencia de Amor.
"Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el reino de los cielos"
Jesús da un nuevo sentido a la ley rabínica, un nuevo sentido a nuestro modo de pensar; no matarás decía la antigua ley, Cristo dice: no te enfades con tu hermano, perdona. A veces es difícil perdonar, pero tenemos el ejemplo de Cristo que nos perdona todo, si se lo pedimos; que perdona a cualquier pecador si, en su corazón, se arrepiente.
Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo!
A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!”.
Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: “Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella”.
Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador.
¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno! Haz el propósito de rezar hoy -y siempre que sea necesario- un Ave María por aquellas personas que te han ofendido y pídele a Dios la gracia de perdonarlas de corazón.
¡Que Así Sea!
Con mi Bendición Apostólica, S.S. Francisco.

Cátedra de San Pedro
"Simón Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le contestó: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
(Mt 16,13-19)
FUENTE: Vaticannews
Tú eres el Cristo
Jesús interroga a los suyos y, después de haberles preguntado sobre lo que la gente piensa de Él, estrecha el campo y les pregunta: "¿Quién decís que soy yo?".
Una pregunta que viaja a través de los siglos para subrayar que la fe en Jesús es la fe en Dios, en el Señor Jesucristo, y que está ligada al papel de PEDRO y de sus SUCESORES, los OBISPOS.
La barca de la Iglesia tiene al timón a Jesús, el Hijo de Dios: no hay tormentas que puedan hacer que se hunda.
Signo de unidad
Pedro y sus sucesores, elegidos como principio y fundamento visible de la unidad de la fe y de la comunión, son un punto de referencia al que mirar para seguir el camino de la vida con confianza y seguridad. Celebrar la "Cátedra" de san Pedro, significa, por tanto, atribuirle un fuerte significado espiritual y reconocer que es un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno que quiere congregar a toda su Iglesia y guiarla por el camino de la salvación.
La liturgia celebra hoy la fiesta de la Cátedra de San Pedro.
Se trata de una tradición muy antigua, atestiguada en Roma desde el siglo III, con la que se da gracias a Dios por la misión encomendada al apóstol san Pedro y a sus sucesores.
La "cátedra", literalmente, es la sede fija del obispo, puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama "catedral", y es el símbolo de la autoridad del obispo y de la enseñanza evangélica que, como sucesor de los Apóstoles, está llamado a conservar y transmitir a la comunidad cristiana.
Podemos decir que la primera "sede" de la Iglesia fue el Cenáculo, donde Jesús reunió a sus discípulos para la Última Cena y después en Pentecostés, donde recibieron, con la Virgen María, el don del Espíritu Santo, como se revela en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Más tarde, Pedro se trasladó a Antioquía, ciudad evangelizada por Bernabé y Pablo, donde los discípulos de Jesús fueron llamados por primera vez "cristianos" (Hechos 11:6).
Allí Pedro fue el primer obispo, y esto explica por qué Antioquía tenía una fiesta propia de la Cátedra de Pedro que se celebraba el 22 de febrero.
Luego Pedro se dirigió a Roma, centro del Imperio, símbolo del "Orbis", la tierra, donde concluyó con el martirio su vida al servicio del Evangelio.
Por eso, la sede de Roma, que había recibido el mayor honor, fue reconocida como la del sucesor de Pedro, y la "cátedra" de su obispo representó la del Apóstol Pedro encargado por Cristo de apacentar a todo su rebaño.
Hasta 1960, hubo dos fiestas de la Cátedra de San Pedro, una el 18 de enero -referida a la sede de Roma- y otra el 22 de febrero -referida a la sede de Antioquía-. En 1960, Juan XXIII unificó ambas fiestas suprimiendo la del 18 de enero.
Cristo mismo confirió al apóstol Pedro la autoridad pastoral y magisterial, como recuerda el Evangelio elegido por la liturgia para esta fiesta.
Dos fidedignos testimonios nos ayudan a entender su significado y valor. San Jerónimo escribe al Obispo de Roma: "He decidido consultar la cátedra de Pedro, donde se encuentra la fe que la boca de un Apóstol exaltó; vengo ahora a pedir un alimento para mi alma allí donde un tiempo fui revestido de Cristo. Yo no sigo un primado diferente del de Cristo; por eso, me pongo en comunión con Vuestra Beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia" (Cartas I, 15, 1-2).
Y San Agustín: "La institución de la solemnidad de hoy tomó de nuestros predecesores el nombre de Cátedra, por el hecho de que se dice que el primer apóstol, Pedro, ocupó su Cátedra Episcopal. Por lo tanto, las Iglesias honran con razón el origen de esa Sede, que por el bien de las Iglesias el Apóstol aceptó". (Serm. 190, I; P.L. 39, 2100).
Que la "Cátedra de San Pedro" siga siendo para todos los que profesamos, junto con el Apóstol Pedro, que Jesús, "es el Cristo, el Hijo de Dios Vivo" un fuerte y claro signo UNIDAD y de SALAVACIÓN.
Que Así Sea.

Miércoles I de Cuaresma
"Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados".
(Sal 50, 3-4)
Lucas 11, 29-32
nos presenta una acusación muy fuerte de Jesús contra los fariseos y los escribas, que representan a "la gente de nuestra generación".
Ellos querían que Jesús diera una señal, pues no creían en las señales y en los milagros que estaba haciendo.
Esta acusación de Jesús, debemos tomarla con mucho cuidado para no generalizar la acusación de Jesús como si fuera dirigida contra el pueblo judío o contra toda la humanidad, sino contra los seres humanos de todos los tiempos que se resistan a creer y aceptar las señales de la presencia de Jesús Dios, en el mundo.
Desde el pasado, la ausencia de esta fe en Jesucristo, guía y Salvador de la humanidad, ha contribuido lamentablemente, a aumentar tantos males para la humanidad a lo largo de los siglos.
En vez de levantar el dedo en contra de los fariseos del tiempo de Jesús, es mejor mirarnos en el espejo de los textos, para percibir en ellos al fariseo que vive escondido en nuestra Iglesia y en cada uno de nosotros, y que merece la misma crítica de parte de Jesús.
Señal de Jonás.
“Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.”
Lucas 11,31: Salomón y la reina del Mediodía. La alusión a la conversión de la gente de Nínive asocia y hace recordar la conversión de la Reina del Mediodía:
“La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón”.
Esta evocación casi ocasional del episodio de la Reina del Mediodía que reconoció la sabiduría de Salomón, muestra cómo se usaba la Biblia en aquel tiempo. Era por asociación. La interpretación principal era ésta:
“La Biblia se explica por la Biblia”.
Hasta hoy, ésta es una de las normas más importantes para la interpretación de la Biblia, sobre todo para la Lectura Orante de la Palabra de Dios.
Lucas 11,32: Aquí hay algo más que Jonás. Después de la digresión sobre Salomón y la Reina del Mediodía, Jesús vuelve a hablar de la señal de Jonás:
“Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás”.
Jesús es y se sabe mayor que Jonás, mayor que Salomón. Para los cristianos, es la clave principal para la Escritura (2Cor 3,14-18)
La única señal será la resurrección de Jesús.
Esta es la señal que en el futuro se dará a los escribas y a los fariseos. Jesús, condenado por ellos a una muerte de cruz, será resucitado por Dios y seguirá resucitando de muchas maneras en aquellos que creen en él.
La señal que convierte no son los milagros, sino ¡el testimonio de vida!
La señal de Jonás es la Resurrección, incluye también el ARREPENTIMIENTO y la CONVERSIÓN.
La señal de Jonás, podemos decir con seguridad que está contenida en el PREGÓN CUARESMAL:
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio".
(Marcos 1, 15)
Reflexión personal
• Jesús critica a los escribas y a los fariseos que llegaban a negar la evidencia, volviéndose incapaces de reconocer la llamada de Dios en los acontecimientos. Y nosotros, los cristianos de hoy, y yo: ¿merecemos esta misma crítica de Jesús?
• Nínive se convirtió ante la predicación de Jonás. Los escribas y los fariseos no se convirtieron con la predicación de Jesús. Hoy, lo que acontece provoca mutaciones y conversiones en la gente del mundo entero: amenaza ecológica, la urbanización que deshumaniza, el consumismo que masifica y aliena, las injusticias, la violencia, etc. Muchos cristianos vivimos ajenos a estos clamores de Dios que vienen de la realidad.
Oración final
¡Alabad, siervos de Yahvé,
alabad el nombre de Yahvé!
¡Bendito el nombre de Yahvé,
desde ahora y por siempre!
(Sal 113,1-2)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)

Martes I de Cuaresma
"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y para siempre tú eres Dios".
(Sal 89, 1– 2)
LA ORACIÓN DEL SEÑOR: “PADRE NUESTRO"
(Catecismo de la Iglesia Católica)
2857 En el Padre Nuestro, las tres primeras peticiones tienen por objeto la Gloria del Padre:
la santificación del nombre, la venida del reino y el cumplimiento de la voluntad divina. Las otras cuatro presentan al Padre nuestros deseos: estas peticiones conciernen a nuestra vida para alimentarla o para curarla del pecado y se refieren a nuestro combate por la victoria del Bien sobre el Mal.
2858 Al pedir: “Santificado sea tu Nombre” entramos en el plan de Dios, la santificación de su Nombre —revelado a Moisés, después en Jesús— por nosotros y en nosotros, lo mismo que en toda nación y en cada hombre.
2859 En la segunda petición, la Iglesia tiene principalmente a la vista el retorno de Cristo y la venida final del Reino de Dios. También ora por el crecimiento del Reino de Dios en el “hoy” de nuestras vidas.
2860 En la tercera petición, rogamos al Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para realizar su Plan de salvación en la vida del mundo.
2861 En la cuarta petición, al decir “danos”, expresamos, en comunión con nuestros hermanos, nuestra confianza filial en nuestro Padre del cielo. “Nuestro pan” designa el alimento terrenal necesario para la subsistencia de todos y significa también el Pan de Vida: Palabra de Dios y Cuerpo de Cristo. Se recibe en el “hoy” de Dios, como el alimento indispensable, lo más esencial del Festín del Reino que anticipa la Eucaristía.
2862 La quinta petición implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.
2863 Al decir: “No nos dejes caer en la tentación”, (sexta petición) pedimos a Dios que no nos permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.
2864 En la última petición, “y líbranos del mal”, el cristiano pide a Dios, con la Iglesia, que manifieste la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre el “príncipe de este mundo”, sobre Satanás, el ángel que se opone personalmente a Dios y a su plan de salvación.
2865 Con el “Amén” final expresamos nuestro “FIAT” respecto a las siete peticiones: “Así sea”.

Primer Lunes de Cuaresma
"Entonces irán éstos al castigo eterno
y los justos a la vida eterna” (Mt. 25,46)
FUENTE: "Espero la Vida del mundo futuro", Isabel Vidal de Tenreiro, Ed. Trípode.
¿Qué es el Juicio Final? ¿Cuándo será?
El Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios.
Según la doctrina católica, inmediatamente después de la resurrección de los muertos tendrá lugar el Juicio Final, Juicio Universal o Juicio General.
El Juicio Final es una verdad de fe expresamente contenida en la Sagrada Escritura y definida por la Iglesia de una manera explícita y será para toda la humanidad de todos los tiempos y naciones, creyentes o no creyentes.
Por ello cada vez que rezamos el Credo recordamos este artículo de fe cristiana: “(Jesucristo) vendrá de nuevo con Gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin”.
El anuncio de un Juicio Final, el cual será para todos los seres humanos, está presente en muchas citas del Antiguo Testamento.
Allí vemos anunciado cómo Dios juzgará al mundo por el fuego (Is. 66, 16). Reunirá a las naciones y se sentará a juzgar realizando la siega y la cosecha (Joel 4, 12-14).
El Profeta Daniel describe con imágenes impresionantes este juicio con el que concluye el tiempo y comienza el Reino eterno del Hijo del Hombre (Dn. 7, 9-12 y 26).
El Libro de la Sabiduría muestra a buenos y malos juntos para rendir cuentas; sólo los pecadores deberán tener temor, pues los justos serán protegidos por Dios mismo (Sb. 4 y 5). (cfr. X. León-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica)
Cristo mismo varias veces nos habló de este momento, así:
“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del mundo.” (Mt. 24, 30- 31).
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus Ángeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, así también lo hará Él. Separará unos de otros, poniendo las ovejas a su derecha y los machos cabríos a su izquierda” (Mt. 25, 32).
San Pedro y San Pablo también se ocuparon del tema del Juicio en varias oportunidades. Nos aseguran que Dios juzgará a cada uno según sus obras sin hacer diferenciación de personas, de raza, de origen o de religión. (1 Pe. 1, 17 y Rom. 2, 6).
También nos dice San Pablo que todo se conocerá, hasta las acciones más secretas de cada uno. (Rom. 2, 16).
San Juan nos narra en el Apocalipsis la visión que tuvo del Juicio Final: “Vi un trono espléndido muy grande y al que se sentaba en él. Su aspecto hizo desaparecer el cielo y la tierra sin dejar huellas. Los muertos, grandes y chicos, estaban al pie del trono. Se abrieron unos libros, y después otro más, el Libro de la Vida. Entonces los muertos fueron juzgados de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros, es decir, cada uno según sus obras” (Ap. 20, 11-14).
De acuerdo a estas citas bíblicas sabemos que:
1. Cristo vendrá con gran poder y gloria, en todo el esplendor de su divinidad.
2. Cristo glorioso será precedido posiblemente de una Cruz en el Cielo (la señal del Hijo del Hombre).
3. Vendrá acompañado de todos sus Ángeles y con toda su Gloria y Majestad.
4. Con su omnipresencia, todos los resucitados, de todas las naciones estarán ante Cristo, Juez Supremo.
Y comparecerán delante del Tribunal de Dios todos los seres humanos -SIN EXCEPCIÓN- para recibir la recompensa o el castigo que cada uno merezca. En el Juicio Final vendrá a conocerse la obra de cada uno, tanto lo bueno, como lo malo, y aun lo oculto.
5. Ya resucitados todos, Cristo separará a los salvados de los condenados.
¿Quién se salvará?
Aquél que tiene fe en Jesucristo, nos dice el Evangelio. Pero tener fe en Jesucristo no significa solamente creer en El, sino que es indispensable vivir de acuerdo a esa fe; es decir, siguiendo a Cristo en hacer la Voluntad del Padre.
Para los que así hayan obrado, no habrá condenación. “Sólo quien haya rechazado la salvación ofrecida por Dios con su misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí mismo”. (SAN JUAN PABLO II, 7-7-99)
En el Juicio Final se sabrá por qué permitió Dios el mal y cómo sacó de eso, los mayores bienes.
Quedarán definitivamente respondidas las frecuentes preguntas:
¿Por qué Dios permite tanta injusticia? ¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan? Mucho de lo que ahora en este mundo se considera tonto, negativo, incomprensible, se verá a la luz de la Sabiduría Divina.
El Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios.
Se conocerá cómo los diferentes males y sufrimientos de las personas y de la humanidad los ha tornado Dios para Su gloria y para nuestro bien eterno.
Ese día conocerá toda la humanidad cómo Dios dispuso la historia de la salvación de la humanidad y la historia de cada uno de nosotros para nuestro mayor bien, que es la felicidad definitiva, perfecta y eterna en la presencia de Dios en el Cielo, por lo siglos de los siglos.

Primer Domingo de Cuaresma
"Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían" (Mc.12,1-13)
FUENTE: https://www.escuelabiblica.com
La importancia de este pasaje
Después de que el Señor Jesucristo fuera aprobado por el Padre durante su bautismo, fue conducido al desierto donde había de enfrentarse con el "príncipe de este mundo" (Jn 12:31).
Aunque nuestro pasaje se conoce normalmente como "la tentación de Jesús", debemos comprender que lo que estamos presenciando aquí es mucho más que una tentación como la que cualquier de nosotros podemos tener, se trata más bien del primer combate entre el Hijo de Dios y Satanás en la gran batalla por conseguir la liberación de los hombres y su salvación.
Por fin, el Mesías de Dios, tan largamente esperado, irrumpe en el mundo para conquistar a los poderes del mal que aprisionan, mutilan y distorsionan la vida humana. Tan importante es este pasaje que de su desenlace -del triunfo de Jesús sobre satanás- depende nuestra salvación.
Finalmente lo que se está poniendo a prueba es la capacidad del Señor Jesucristo para emprender la Obra de la salvación. ¿Fracasaría como el primer hombre, Adán, o saldría victorioso? Por otro lado, el pasaje es muy importante también para nosotros, porque la tentación es sin duda una experiencia bien conocida por todos los cristianos.
Todo creyente enfrenta a lo largo de su vida un conflicto espiritual en el que es tentado y su fe es probada sin descanso.
El apóstol Pablo nos advertía con estas palabras:
(Ef 6:10-13) "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."
¿Quién es el diablo?
Aunque algunos teólogos "modernistas" o "liberales" niegan la existencia de Satanás, la Biblia lo afirma con toda claridad.
Ahora bien, ¿qué sabemos de él? Satanás fue originalmente un importante ángel conocido como "querubín grande, protector" (Ez 28:14), y era llamado "Lucero", que significa "hijo de la mañana" (Is 14:12). Parece que fue la máxima expresión de la creatividad de Dios (Ez 28:12-13). Sin embargo, el mismo poder y hermosura de Satanás, lo llevaron a caer en el orgullo y la vanagloria. Queriendo ser igual a Dios, se rebeló contra Él y cayó en pecado (Is 14:13-15) (Ez 28:16). Con él se rebelaron hasta una tercera parte de todos los seres angelicales (Ap 12:3-4).
A partir su caída, "Lucero" vino a ser "Satanás". Esta palabra viene de un término hebreo que significa "adversario" (1 Cr 21:1) (Job 2:1). Otro de sus nombres es "diablo" (griego), que significa "acusador" o "calumniador" (Ap 12:10-12). Los dos nombres aparecen juntos en (Ap 12:9).A lo largo de la Biblia vemos que ha establecido su nefasto dominio en la tierra por haber inducido al hombre a la rebelión contra Dios, de tal manera que también es conocido como "el príncipe de este mundo" o "el príncipe de la potestad del aire" (Jn 14:30) (Ef 2:2).
Jesús en el desierto con Satanás
El mismo Espíritu que descendió sobre él en el bautismo, es el que ahora le impulsaba al desierto de la tentación: "el Espíritu le impulsó al desierto".
Nuestro texto dice que el Espíritu "le impulsó", que es una palabra vívida, más enérgica que la que emplea Mateo, "fue llevado", y la que usa Lucas, "era conducido".
Marcos hace énfasis en la convicción de que fue el Espíritu Santo quien lo impulsó -y fortaleció- para salir victorioso de aquella experiencia.
Por supuesto, no debe entenderse que Cristo opusiera resistencia a la dirección del Espíritu Santo. Cristo siempre se sometía a los impulsos del Espíritu por ser algo que indicaba la voluntad del Padre, pero en este caso, lo que Marcos indica, es que este impulso fue inusualmente fuerte.
Pero, ¿Cuál fue la razón por la que el Espíritu Santo impulsó al Señor al desierto...?

Cuaresma: el papel fundamental de la ORACIÓN en este tiempo de conversión y penitencia
Durante este tiempo de Cuaresma la Iglesia nos propone algunos caminos necesarios para preparar nuestro corazón a la Pascua y son especialmente tres: el ayuno, la oración y la limosna.
La oración nos vuelve a Dios, el ayuno nos libera de una excesiva cautividad del mundo, la limosna nos vuelve más al prójimo.
No hay que olvidar que la Cuaresma nos hace acompañar cuarenta días a Jesús en el desierto, totalmente distanciado del mundo, y dedicado en absoluto a la oración y al ayuno. También podemos ver como Moisés, durante cuarenta días y cuarenta noches, se prepara en el Sinaí, en soledad, oración y ayuno, para recibir los diez mandamentos. Cuarenta años de travesía por el desierto dedica Israel para salir de Egipto y entrar en la Tierra prometida. De las tres acciones señaladas es la oración, sin duda, la que por gracia de Dios más fuerza tiene para convertirnos a Él.
La oración lo que hace es ponernos en el centro de nuestra vida a Dios. Encontrarnos con él, adorarlo, alabarlo y imitarlo. Cuando nos vean a nosotros actuar, vean al mismo Cristo. Esa oración es el camino al discipulado. Podemos acercarnos a los demás y a Dios con esa imitación perfecta de Jesucristo.
Las parroquias aumentan sus iniciativas durante este tiempo de Cuaresma
La oración es, sin ninguna duda, la fuente de toda la vida espiritual cristiana. Durante este tiempo de Cuaresma las parroquias aumentan sus iniciativas que nos pueden ayudar a rezar: diversos ejercicios espirituales, adoraciones frente al Santísimo, charlas cuaresmales, retiros. Todo esto puede ayudar para fortalecer nuestra relación con Dios.
La oración puede ser mental o vocal, ninguna desmerece con tal que se haga, según decía Santa Teresa, con consideración. La meditación de las Sagradas Escrituras, la estancia en silencio ante el sagrario o en medio de la naturaleza, la recitación de salmos u otros textos, la invocación litánica como ejercicio para mantenerse en la presencia de Dios, los actos de amor interiores hacia quien sabemos que nos ama son expresiones orantes de los maestros espirituales y de los santos.
Un momento para rezar, cada día
La oración, el espacio de silencio ante Dios, es un elemento decisivo para reforzar por dentro la fe y la vida cristiana. Habría que buscar, en esta Cuaresma, momentos para hacer presente ante el Señor nuestras ansias y esperanzas de cada día, nuestra petición de ayuda y de perdón, nuestro deseo de fidelidad al Evangelio. Dependerá de las posibilidades de tiempo y de tranquilidad de cada uno, pero en cualquier caso habría que esforzarse por encontrar esos espacios.
Otra forma muy útil de oración consiste en la lectura de los evangelios, o de los salmos. Eso también dependerá, claro está, de las posibilidades de cada uno. Pero, por ejemplo, uno podría proponerse leer durante esta Cuaresma el evangelio de Marcos: se trata de un texto fácil de leer y constituye un buen acercamiento a la persona de Jesús. Finalmente, otro buen propósito para este tiempo sería la participación en la Eucaristía diaria.
Que así Sea.

1. «¡Proclamad el ayuno!» (Jl 1,14).
Son las palabras que escuchamos en la primera lectura del Miércoles de Ceniza. Las escribió el profeta Joel, y la Iglesia, en conformidad con ellas, establece la práctica de la Cuaresma, disponiendo el ayuno.
1 ¿Por qué al ayuno?
En este momento quizá nos vienen a la mente las palabras con que Jesús respondió a los discípulos de Juan Bautista cuando le preguntaban: «¿Cómo es que tus discípulos no ayunan?» Jesús les contestó: «¿Cómo pueden los compañeros del novio llorar mientras está el novio con ellos? Pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán» (Mt 9,15).
De hecho, el tiempo de Cuaresma nos recuerda que el esposo nos ha sido arrebatado, arrestado, encarcelado, abofeteado, flagelado, coronado de espinas, crucificado...
El ayuno en el tiempo de Cuaresma es la expresión de nuestra solidaridad con Cristo. Tal ha sido el significado de la Cuaresma a través de los siglos, y así permanece hoy:
«Mi amor está crucificado y no existe en mí, sino el fuego que desea las cosas materiales», como escribía el obispo de Antioquia, Ignacio, en la Carta a los romanos (Ign. Antioq., Ad Romanos VII 2).
2 ¿Por qué el ayuno?
Actitud cristiana en la civilización del consumo.
Es necesario dar una respuesta más amplia y profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el «ayuno» y la «metanoia», que significa transformación espiritual que acerca a la persona a Dios.
Trataremos, pues, de concentrarnos no sólo en la práctica de la abstinencia de comida o bebida –efectivamente, esto significa el ayuno en el sentido corriente–, sino en el significado más profundo de esta práctica que, por lo demás, puede y debe a veces ser sustituida por otras.
La comida y la bebida son indispensables al hombre para vivir, se sirve y debe servirse de ellas; sin embargo, no le es lícito abusar de ellas de ninguna forma.
El abstenerse, según la tradición, de la comida o bebida tiene como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir "actitud consumista".
Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las características de la civilización, y en particular de la civilización occidental.
¡La actitud consumista! El hombre orientado hacia los bienes materiales, múltiples bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos.
Cuando el hombre se orienta exclusivamente hacia la posesión y el uso de los bienes materiales, es decir, de las cosas, también entonces toda la civilización se mide según la cantidad y calidad de las cosas que están en condición de proveer al hombre, y no se mide con el metro adecuado al hombre.
Esta civilización, en efecto, suministra los bienes materiales no sólo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades creativas y útiles, sino cada vez más... para satisfacer los sentidos y la excitación que se deriva de ellos, el placer momentáneo, una multiplicidad de sensaciones cada vez mayor.
A veces se oye decir que el aumento excesivo de los medios audiovisuales en los países ricos no favorece siempre el desarrollo de la inteligencia, particularmente en los niños; al contrario, tal vez contribuye a frenar su desarrollo.
El niño vive sólo de sensaciones, busca sensaciones siempre nuevas... Y así llega a ser, sin darse cuenta de ello, esclavo de esta pasión de hoy.
Saciándose de sensaciones, queda con frecuencia intelectualmente pasivo; el entendimiento no se abre a la búsqueda de la verdad; la voluntad queda atada por la costumbre a la que no sabe oponerse.
De esto resulta que el hombre contemporáneo debe aprender a ayunar, es decir, abstenerse no sólo de la comida o bebida, sino de otros muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos. Ayunar significa abstenerse, renunciar a algo.
Lee y aprende más acerca de los grandes beneficios sobre: Renuncia y mortificación.
la interpretación del ayuno hoy día.
El dominio de nuestro cuerpo.

Jueves después de Ceniza
Invoqué al Señor, y él escuchó mi voz; me libró de los que me atacaban. Encomienda al Señor lo que te agobia y él te sustentará. (Sal 54, 17– 20. 23)
FUENTE: https://www.crsricebowl.org
LA LIMOSNA Y LA CUARESMA
Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al dueño de la posada diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.»” —Lucas 10,35
Dar limosna en Cuaresma puede cambiar el mundo.
Nuestras limosnas tienen el poder de transformar el mundo. Durante esta Cuaresma, la Iglesia te invita a reflexionar sobre algunas de las vidas que han sido cambiadas gracias a las limosnas y donaciones cuaresmales. Conoce las historias de esperanza de diferentes partes del mundo y reflexiona con tu familia utilizando nuestro Calendario de Cuaresma para la familia.
¿Qué son las limosnas?
Las limosnas son dinero o bienes que se dan a los pobres, u otras obras de caridad que se realizan para ellos. El Catecismo de la Iglesia Católica, nos dice que la limosna es “un testimonio de caridad fraterna” y “una práctica de justicia que agrada a Dios” (n. 2462).
¿Qué significa dar limosna?
La limosna, junto con la oración y el ayuno, forma parte fundamental de la Cuaresma, son sus pilares.
Dar limosna es compartir con Cristo sufriente presente en nuestros hermanos más necesitados.
La limosna fluye de la oración y del ayuno. Cuando nos abrimos a los demás y reflexionamos sobre las necesidades del mundo, entonces descubrimos cómo Dios nos llama a satisfacer esas necesidades al compartir lo que tenemos.
En la oración, descubrimos que es importante velar por las necesidades de los demás. Mediante el ayuno vemos cómo el Espíritu Santo obra en nosotros y nos ayuda a reconocer a Cristo en las necesidades del mundo, llevándonos al compromiso personal de actuar dando limosna.
Una parábola que ejemplifica el acto de dar limosna
Todos queremos ser “buenos samaritanos”. Todo cristiano, es en potencia, una persona "Generosa y Misericordiosa con todos"; sólo necesita, "dejarse guiar por la Voz de Dios".
Al ver a nuestro hermano o hermana sufriendo, queremos solidarizarnos con su dolor. Queremos ayudarles.
La limosna es dar de corazón. Es dar de lo que tenemos; es partir nuestro pan de cada día y compartirlo con el que no tiene.
Y eso fue lo que hizo el buen samaritano de la parábola. Cuando se va, le da al posadero unas pocas monedas y le dice: “Cuídalo. Si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta”.
El samaritano da libremente y de todo corazón, sin reservas ni condiciones.
Ve tú, y haz lo mismo...
Mira el video de la Parábola del "Buen Samaritano". (clic aquí)

"Espiritualidad Bíblica de la cuaresma".
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de una etapa de arrepentimiento sincero
Tú, Señor, te compadeces de todos y no aborreces nada de lo que has creado, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse, porque tú eres el Señor, nuestro Dios. (Sab 11, 24-25. 27)
El Papa Francisco recuerda el significado de este Miércoles de Ceniza:
“La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle -poner su morada- en nosotros (Jn 14,23)
Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador”.
Durante esta jornada, los cristianos practicantes deben confesar sus pecados, ya que es un día para reconocer la propia fragilidad y la mortalidad. Después hay que pedir perdón a Dios con una serie de obligaciones que sirven para demostrarle la intención de ser mejores. Así, en este Miércoles de Cenizas, igual que el día de Viernes Santo, los fieles mayores de 18 años y menores de 60 deben realizar ayuno, con lo que solo pueden hacer una comida fuerte. Asimismo, comienza la época de abstinencia de carne (blanca, roja y sus derivados) durante todos los viernes de Cuaresma para aquellos que tengan más de 14 años.
Por otra parte, durante la celebración de la eucaristía de este día es costumbre que un sacerdote, o diácono dibuje en la frente de quien lo desee una cruz de ceniza.
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
o “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”,
son las dos fórmulas del Misal Romano que el sacerdote pronuncia cuando impone la ceniza, obtenida de los restos que surgen al quemar las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior.
Hoy es un día que marca, para algunos, "crecer en el amor a Dios y al prójimo"; para otros, tal vez signifique "dejar el pecado y acercarse a Dios, tal vez después de muchos años de estar lejos de Él"; y para todos los bautizados, es tiempo de
"Arrepentirnos y creer en el Evangelio".
Así sea.

"Espiritualidad Bíblica".
V: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tu Palabra.
R: Alabando y bendiciendo tu Nombre,
V: Esperando tu Palabra.
R: Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.
V: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tu Palabra.
(Alabando y bendiciendo tu Nombre)
(Sal.118)
De la Vida de San Francisco: Por amor nuestro Jesús se hizo leproso
«Jesús extendió la mano y le tocó» (Mc 1,41)
FUENTE: https://www.deiverbum.org
Un día en que Francisco se paseaba a caballo por la llanura cerca de Asís, en su camino encontró a un leproso.
Ante este encuentro inesperado, le vino un sentimiento de intenso horror, mas, acordándose de la resolución que había hecho de vida perfecta y que, antes que nada, debía vencerse a sí mismo si quería llegar a ser «soldado de Cristo» (2Tm 2,3), saltó del caballo para abrazar al enfermo de lepra.
Éste, que alargaba su mano para recibir una limosna, recibió, junto con el dinero, un beso de Francisco, quien volvió a subirse al caballo. Pero sintió ganas de mirar a su alrededor, y ya no vio más al leproso; lleno de gozo y admiración, se puso a cantar alabanzas al Señor.
Algunos días más tarde, con gran cantidad de dinero en el bolsillo se dirigió hacia el hospicio de los leprosos y, una vez reunidos todos, les dio a cada uno de ellos una limosna besándoles las manos.
A la vuelta experimentó lo que en un principio le resultaba amargo, -ver y tocar a los leprosos-, se le había vuelto dulzura.
Antes, la simple vista de los leprosos, como él mismo confesaba, le era tan penoso que incluso evitaba ver las casas donde habitaban.
Si en alguna ocasión los veía o le tocaba pasar cerca de una leprosería volvía el rostro y se tapaba la nariz. Pero la gracia de Dios le convirtió de tal manera que se le hizo familiar y le gustaba convivir con ellos y servirlos, como el mismo reconoce en su testamento: "visitar a los leprosos y estar junto a ellos, me han transformado".
Se abandonó entonces, al espíritu de pobreza, al gusto por la humildad y a seguir los impulsos de vivir una piedad profunda.
Siendo así que antes la sola vista de un leproso le sacudía interiormente de horror, desde aquel momento se puso a prestarles todos los servicios posibles con una despreocupación total de sí mismo, siempre humilde y muy humano; y todo ello lo hacía por Cristo crucificado el cual, según el profeta, le «estimamos leproso» (Is 53,3).
A menudo los visitaba y les daba limosnas; después, movido por la compasión, besaba afectuosamente sus manos y su rostro.
También a los mendigos, no quedándose contento con darles lo que tenía, hubiera querido darse él mismo y, cuando ya no le quedaba más dinero en la mano, les daba sus vestidos, descosiéndolos o, a veces, haciéndolos pedazos para repartírselos.
Por esta época peregrinó a Roma hasta el sepulcro del apóstol Pedro; cuando vio a los mendigos pululando por el atrio de la basílica, movido de compasión tanto como por el amor a la pobreza, escogió a uno de los más miserables, le propuso cambiar sus propios vestidos por los pingajos del mendigo y pasó todo el día en compañía de los pobres, con el alma llena de un gozo que no había conocido hasta entonces.
El Poverello de Asís, recibió del Maestro -mi Hermano Crucificado, como él le llamaba a Jesús- la Misericordia y el Poder para "extender la mano, tocar a los enfermos y curarlos de cualquier tipo de lepra"


Noveno mandamiento de la Ley de Dios:
'No consentirás pensamientos ni deseos impuros'. (2/2)
FUENTE: https://pastoralsj.org/biblia
Se sabe que el cerebro genera diariamente una gran multitud de pensamientos. Llegan a estimar que son aproximadamente 60.000 pensamientos, de los cuales la mayoría son repetitivos, negativos con la persona y no llegan a ser conscientes en ningún momento. Algunos de ellos son deseos, es decir, algo que queremos o que nos atrae.
Sin embargo, por razones variadas decidimos tomar conciencia solamente de algunos de ellos. Es más, se nos hace necesario para comprendernos mejor y relacionarnos con otras personas.
Esta decisión, este paso, lo damos para ser capaces de establecer unas bases sólidas ante la aventura de vivir, y hacerlo plenamente. Incluso para contar con más datos, relativamente objetivos aunque sujetos siempre a la observación personal, y así tomar con ciertas garantías decisiones importantes.
¿Cuáles de ellos son impuros? ¿Cómo cumplir el noveno mandamiento de la ley de Dios?
Impuro sería aquello obsceno, que escandaliza u ofende, por grosero, en el terreno del pudor.
Este concepto lleva implícita una carga moral grande y nos limita la propia imagen de Dios.
Dios que es puro amor y libertad para darse, queda encerrado en conceptos tan variables y sucios como la grosería, la obscenidad o el descaro.
Como no me convence del todo, tomo una segunda acepción.
Reconozco que no me esperaba que una rama de la ciencia que bastante tiempo me llevó en mi etapa estudiantil y que a día de hoy forma parte de mi trabajo, fuese a darme más luz:
En química, lo impuro es aquello que no conserva su naturaleza original, que va mezclado con otra sustancia y por ello se pierde.
Dios es para nosotros ese origen puro, en el que ponemos la referencia de toda pureza y amor.
Por otro lado nos sabemos creados «a imagen y semejanza suya», es decir, capaces también de ello. Para Dios es bello y puro todo aquello que respeta a sus hijos, que les permite conocerse a fondo para desarrollarse hasta sus propios límites, que genera relaciones de amor, entrega y perdón, de fidelidad y de vida. Y esto es lo que podemos entender que Dios quiere que consintamos.
Que tengamos su mirada presente en nuestro día a día, que nos hagamos uno con Él para saber aceptar aquellos pensamientos que nos construyen y que construyen a los demás.
Pensamientos que no desvirtúan la naturaleza amorosa de un Dios que nos enseña a amar.
Pasemos tiempo con Él para saber cumplir este mandamiento tan íntimo, tan nuestro, y tan importante en la vida de todo creyente, y dejemos que sea esa la pureza que nos juzgue.
Autora: Elena López

Noveno mandamiento de la Ley de Dios:
'No consentirás pensamientos ni deseos impuros'. (1/2)
FUENTE: https://www.cope.es
Es evidente el desorden que provoca en nosotros el entretenernos por gusto en pensamientos y deseos impuros; por esto lo prohíbe Dios en este noveno mandamiento. Pero, además, estos pensamientos y deseos impuros desequilibran la sexualidad e incitan al pecado.
Aún humana y psicológicamente, es recomendable evitar pensamientos irracionales (impuros) que enferman nuestro pensamiento y nuestra mente. Son inútiles y dañinos pues impiden nuestra madurez humana y nuestro cristiano desarrollo.
En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí para ayudar a su pueblo escogido a cumplir la ley divina. Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia.
En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó. (Jn. 15, 12-27)
El Señor pone de relieve la energía con la que debemos luchar contra el desorden de nuestras pasiones: "Si tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque te es mejor que parezca uno de tus miembros y que no todo tu cuerpo sea arrojado al infierno" (Mt 5,29)
El noveno mandamiento de la Ley de Dios nos manda que seamos puros y castos en pensamientos y deseos.
Estos pensamientos y deseos impuros son pecado cuando la voluntad se complace en ellos y los busca intencionalmente, aunque no se realice el acto impuro; pero no son pecado cuando la voluntad no los consiente y procura rechazarlos.
Por eso, la pureza de corazón se logra con la oración, la mortificación y la práctica de la castidad de acuerdo al estado de vida, juntamente con la pureza de intención y de mirada.
Recuerda que el camino del BIEN es estrecho, la EXIGENCIA es mucha, pero los frutos son ABUNDANTES.
Continuará...

Evangelio de Marcos. (18)
FUENTE: https://www.bibleref.com
Los Doce regresan de su primer viaje misionero sin Jesús.
Viajaron por Galilea, enseñándoles a las personas a arrepentirse de sus pecados, sanando a los enfermos y expulsando demonios (Marcos 6:12–13). Aunque están ansiosos por contarle a Jesús lo que había sucedido, sus historias específicas no se registran en las Escrituras; tal vez porque lo que le interesa a Marcos, es resaltar el deseo de los Doce de hablar con Jesús y la invitación del Maestro a retirarse, después de la Misión, a estar tranquilos y a solas con Él.
Esta es la única vez que Marcos llama a los Doce "apóstoles".
El título proviene de la palabra raíz griega "apostolos," que se refiere a un mensajero enviado específicamente por una autoridad.
En la Biblia, el término "apóstol" se usa de dos maneras.
Es "apóstol" quien Jesús elige directamente y a quién Jesús mismo le da el oficio de realizar apostolado: los doce discípulos de Jesús, incluido el reemplazo de Judas, Matías (Hechos 1:15–26) y también Pablo (1 Corintios 15:8–9).
También recibieron el don espiritual del apostolado Bernabé (Hechos 4:36; 14:14) y otros (Romanos 16:7; 2 Corintios 8:23; Gálatas 1:19; Filipenses 2:25) que no fueron enviados directamente por Jesús, sino por los Doce, Pablo y los ancianos.
El oficio de apóstol conlleva tres requisitos estrictos.
1. La persona debe haber presenciado a Jesús después de su Resurrección (1 Corintios 9:1)
2. Debe haber sido seleccionado por el Espíritu Santo (Hechos 9:15),
3. Debe tener la autoridad para realizar milagros (Hechos 2:43).
Aunque hoy en día enviamos misioneros, la autoridad del oficio de Apóstol ya no existe.
Los "apóstoles" modernos que afirman tener una nueva revelación del Espíritu Santo, o una AUTORIDA ESPECIAL DE DIOS, son falsos maestros (2 Corintios 11:12–15).
En otras palabras, el verdadero "Apóstol" es un mensajero enviado específicamente por una autoridad facultada por el mismo Jesús y su Iglesia.
Los seguidores de Jesús, somos enviados que vivimos de acuerdo a sus enseñanzas, reveladas ya, por el Espíritu Santo, en el Evangelio.

Evangelio de Marcos. (17)
"Para leer el Evangelio de San Marcos". (segunda parte)
FUENTE: Luis Alonso Schökel
ELECCIÓN Y ENVÍO DE LOS DOCE.
Jesús invita a seguirlo desde el comienzo de su misión, escoge a unos pescadores (1,16-20), a un recaudador de impuestos (2,13-14), forma un grupo de doce para que estén con él y enviarlos a predicar (3,13-19).
Estos discípulos tendrán que hacer también un itinerario espiritual desde el entusiasmo inicial, pasando por incomprensión y crisis (4,13; 6,52; 7,18), hasta la adhesión cordial a Jesús resucitado que el evangelista deja en suspenso (16,1-8).
Este final enigmático del Evangelio de Marcos (paradójico) tiene un propósito: los cristianos de Roma están llamados completar el anuncio, que las mujeres temerosas se guardaron de comunicar a los discípulos, haciendo ellos su confesión de fe en Jesús Resucitado en medio de las persecuciones.
ESQUEMA.
El Evangelio tiene una introducción (1,1-13): anuncio de Juan Bautista, bautismo de Jesús, tentaciones.
Sigue la actividad en Galilea (1,14–7,23). Luego las incursiones a Fenicia y Cesarea (7,24–8,26). Dos sucesos dan un giro a la misión: la sanación del ciego de Betsaida (8,22-26) y la confesión de Pedro (8,27-30). Los discípulos comienzan así a dar también un giro en su comprensión de Jesús.
Después de la confesión de fe de Pedro, Jesús va a emprender el camino a Jerusalén para completar su misión (8,27–10,52); las tensiones irán en aumento, él anuncia cuál será su destino en tres ocasiones (8,31; 9,30; 10,32), su entorno se irá estrechando (8,34; 10,17; 10,35).
En Jerusalén, Jesús es el profeta y mesías humillado (11–13), tal como lo presenta el relato de la pasión y resurrección (14,1–16,8).
El momento culminante de la confesión de fe son las palabras del centurión el pie de la cruz: «Realmente este hombre era Hijo de Dios» (15,39).
Concuerdan con la confesión de fe en el título de Evangelio: «Inicio de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios».
¿Quién es ese Mesías, Hijo de Dios? No es el Jesús Resucitado, sino el Jesús Crucificado.
Paradójicamente -en comparación a los otros tres Evangelios- en el Evangelio de Marcos no hay apariciones de Jesús Resucitado.
Las mujeres que van al sepulcro de madrugada y escuchan al mensajero que declara la resurrección de Jesús, pero no llevan el mensaje a sus discípulos. «Ellas salieron corriendo del sepulcro, asustadas y fuera de sí. Y de puro miedo, no dijeron nada a nadie» (16,8).
Esa es la paradoja del Evangelio de Marcos. ¿Por qué concluye así?
El centurión romano que confiesa a Jesús Crucificado como Hijo de Dios representa a los cristianos perseguidos de Roma que están llamados a confesar la fe en Jesús en medio de la persecución.
Curiosamente, Marcos añadió luego un apéndice con un sumario de las apariciones (16,9-20) como para suavizar el final desconcertante (paradójico) de las mujeres que no dicen nada.
Diez años antes del Evangelio de Marcos, Pablo presenta en su Primera Carta a los Corintios la paradoja desconcertante y escandalosa de un Mesías Crucificado.
Hay una convergencia entre el Evangelio de San Marcos y las consideraciones de San Pablo en su primera carta a los Corintios, CONÓCELA, haz clic (aquí).

Evangelio de Marcos. (16)
"Y no podía hacer allí ningún milagro". (Mc. 6, 5)
FUENTE: https://www.escuelabiblica.com
"Jesús salió de allí y vino a su tierra".
Aunque no se dice específicamente a qué lugar fue Jesús, los versículos siguientes hacen evidente que se trata de Nazaret, el hogar de su infancia, donde él había trabajado como carpintero y en donde todavía vivía su familia.
¿Cuál fue el propósito de su visita a Nazaret? Tal vez deseaba pasar un tiempo con su madre y sus hermanos. Recordemos que un tiempo atrás, ellos le habían visitado en Capernaum preocupados por él (Mr 3:20-21) (Mr 3:31-35). O quizá estaba huyendo de la fama, en cuyo caso, ya sabía que Nazaret era el sitio ideal, como finalmente veremos.
"Comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole se admiraban"
Marcos nos dice que Jesús iba acompañado por sus discípulos, es decir, iba como un rabino, así que cuando llegó a la sinagoga, le invitaron a tener la enseñanza de la Palabra. Y como en ocasiones anteriores, los asistentes quedaron asombrados, sin poder negar la sabiduría de su enseñanza, ni el poder de sus milagros (Mr 1:21-28). Pero curiosamente, lejos de producir en ellos la fe, el evangelista nos dice que "se escandalizaban de él". ¡Con cuanta facilidad el hombre se vuelve irracional cuando se trata de la fe!
"¿De dónde tiene éste estas cosas?"
La pregunta de los presentes era razonable: "¿Qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?". Sin duda, el Espíritu Santo estaba queriendo guiar sus mentes a descubrir la verdadera naturaleza de Jesús.
Esta cuestión acerca de la verdadera identidad de Jesús, fue lo que causó tanto revuelo entre la gente de Nazaret, y será también la clave en los próximos relatos.
(Mr 6:14-15) "Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas."
Y finalmente será el mismo Jesús quien haga la pregunta: (Mr 8:27-29) "¿Quién dicen los hombres que soy yo?... Y vosotros, ¿quién decís que soy?"
Pero, ¿por qué rechazaron tan rápidamente la idea de que Jesús obraba por el poder de Dios? Para ellos debió de resultar inaceptable que Dios pudiera estar actuando usando medios tan débiles. Los judíos de Nazaret consideraban a Jesús como un hombre igual a ellos, cuya familia vivía entre ellos. Al fin y al cabo, no era más que el carpintero del pueblo. Sin embargo, éste ha sido siempre el proceder de Dios: "Lo vil del mundo y lo menospreciado, escogió Dios..." (1 Co 1:27-28).
"Y no pudo hacer allí ningún milagro"
La razón por la que "no pudo hacer allí ningún milagro" no se debía a que no tuviera poder. En los pasajes anteriores vimos su poder sobrenatural en la naturaleza (Mr 4:35-41), sobre los demonios (Mr 5:1-20), sobre la enfermedad y la misma muerte (Mr 5:21-43). Pero lo que ahora quiere es enseñarnos algunas cosas fundamentales:
Primero, que este poder no se impone a los hombres. Dios respeta la libertad que él mismo en su soberanía ha dado a todos los hombres, y espera que sea el mismo hombre quien se lo pida.
Y segundo, que la única forma de disfrutar del poder de Dios en nuestras vidas es por medio de la fe. La fe es el cauce por el cual llegan al hombre todas las bendiciones de la gracia de Dios.
Dicho esto, queda claro que la incredulidad ata las manos de Jesús, porque el Reino que él predica no es un poder que se impone, sino una oferta de amor que se recibe en libertad. Por supuesto, la incredulidad del mundo no reduce en lo más mínimo el poder de Cristo; lo único que hace es quitarle al mundo el privilegio de experimentar el beneficio de su poder. Tristemente este fue el caso de Nazaret: (Mt 13:58) "Y no hizo allí más que algunos pocos milagros, a causa de la incredulidad de ellos".

Evangelio de Marcos. (15)
"Para leer el Evangelio de San Marcos". (primera parte)
FUENTE: Luis Alonso Schökel
Autor, fecha, destinatarios. Fue escrito por Marcos, compañero de Bernabé (Hechos 12,12.25; 13,13; 15,37.39), discípulo de Pedro, con quien llegó a Roma. Se escribió en torno a la primera persecución de Nerón contra los cristianos (año 64) y antes de la conquista de Jerusalén y la destrucción del templo por Tito (año 70). Su autor lo escribió para los cristianos de Roma que eran de origen pagano y padecían persecución, tenían que dar razón de su fe en Jesús muerto y resucitado y este escrito servía para fortalecerlos.
Tema central. Es la persona de Jesús, su misterio de un Mesías Crucificado, la reacción de la gente ante él, y el camino que recorren con él sus discípulos para llegar a aceptar su muerte.
Los cuatro Evangelios fueron pensados y escritos a la luz de la resurrección de Jesús, pero cada uno lo presenta a su manera. Marcos pone de relieve a Jesús como un Mesías crucificado, no glorioso, que causa admiración en la gente y a la vez incomprensión y rechazo, aun de sus propios discípulos.
La presentación que hace el autor de Jesús es clave: «Comienzo de la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios» (1,1). Declaración corroborada por el Padre en el bautismo: «Tú eres mi Hijo amado en quien me gozo» (1,13). Y que será nuevamente corroborado por un soldado en la crucifixión: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (15,39). Los cristianos perseguidos de Roma debían hacer esa misma confesión de fe en Jesús Crucificado, el centurión al pie de la cruz los representa.
Anuncio del reinado de Dios. Jesús comienza su misión proclamando la llegada inminente del Reinado de Dios (1,14). Sus acciones sorprendentes y milagrosas, su enseñanza con parábolas y dichos, su actitud de compasión, cercanía y amistad con toda clase de gente, especialmente pecadora y marginada, son signo de que Dios está presente y de que la semilla de su Reinado comenzará a germinar.
Desde un principio el anuncio de Jesús y sus acciones que lo acompañan provocan una confrontación: asombro (1,22), estupor (1,27), entusiasmo (1,45); también murmuración (2,6.16), insidia (3,6), difamación (3,22), violencia (12,12) contra él; entre su familia y vecinos hubo también incomprensión (3,21.31; 6,1-6).


Evangelio de Marcos. (14)
"¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo" (Mc. 5,7-8)
FUENTE: https://es.enduringword.com
El hombre de este relato de hoy probablemente era un pagano, porque vivía al este del lago de Galilea. Los paganos criaban cerdos y los comían, algo que no estaba permitido a los judíos. A menudo los espíritus demoníacos toman posesión de una persona a través de la adoración a un ídolo.
"En seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo": Esta es la descripción más detallada que tenemos en la Biblia de un hombre con posesión demoniaca. Es el perfil clásico de una posesión demoniaca.
· El hombre había sido poseído por demonio ya hace mucho tiempo (Lucas 8:27).
· El hombre no usaba ropa y vivía como un infrahumano, o como un animal salvaje (Lucas 8:27).
· El hombre vivía entre lo decadente y lo muerto, contrario a la ley Judía y a la distinción humana (que tenía su morada en los sepulcros).
· El hombre tenía una fuerza sobrenatural (las cadenas habían sido hechas pedazos).
· El hombre era atormentado y era auto destructivo (gritando y golpeándose con piedras).
· El hombre tenía un comportamiento incontrolable (nadie le podía dominar). Extrañamente, algunos Cristianos piensan que así es como opera el Espíritu Santo: abrumando las operaciones del cuerpo, haciendo que uno haga cosas extrañas y grotescas.
Jesús demuestra su autoridad sobre los espíritus malignos.
¿Cómo te llamas? Jesús probablemente preguntó por el nombre para que pudiéramos conocer completamente este problema, al saber que el hombre estaba lleno con muchos demonios (Legión) y no solamente por uno. Una legión Romana consistía de 6,000 hombres. Esto no significa que el hombre estuviera habitado por 6,000 demonios, sino que él tenía muchos.
Y luego Jesús les dio permiso: En lugar de sacar completamente a los demonios fuera del juego, Jesús permitió esto porque el tiempo de su demostración total de Su autoridad sobre los demonios aún no había llegado – esto vendría en la cruz. Colosenses 2:15 nos dice que en la cruz Jesús despojó a los demonios en sus ataques hacia los creyentes.
JESÚS pública la derrota de los espíritus inmundos que consuma su triunfo sobre ellos en la CRUZ.

Evangelio de Marcos. (13)
"Y se admiraban de su enseñanza ; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas." (Mc. 1,22)
FUENTE: https://www.bibleref.com
Antes de que las personas presentes en la Sinagoga se sorprendieran de los tantos milagros que realizó Jesús en Capernaúm, ya sentían "admiración" por sus enseñanzas.
La raíz griega traducida como "admirada" es ekplesso, que significa "ser sorprendido"; como cuando alguien es empujado con fuerza hacia atrás. Incluso, los rabinos judíos -hasta hoy- apoyan su interpretación de las Escrituras al citar las opiniones de los maestros que los precedieron -a los profetas del Antiguo Testamento, por ejemplo- comienzan diciendo: "Así dice el Señor…".
Jesús, en cambio, no se basa en la confirmación de otras fuentes; Él enseña como quien tiene autoridad, y no como los escribas." (Mc. 1,22)
Esto es algo que deja a los fariseos sin palabras. Como eruditos judíos, los fariseos se sienten insultados por un rabino que no estaba usando sus interpretaciones de las Escrituras, las que ellos mismos consideraban como las únicas que estaban "autorizadas".
El principal objetivo de Jesús es la enseñanza.
Además de la sinagoga, Jesús enseñó junto al mar (Marcos 2:13), entre las aldeas (Marcos 6:6), en privado con sus discípulos (Marcos 9:31), a los principales sacerdotes y escribas (Marcos 11:18), y en el templo (Marcos 14:49). Marcos a menudo observa la notable capacidad de Jesús para enseñar en diversos lugares con gran autoridad e influencia entre todo tipo de personas.
Capernaúm.
Está situada en la ribera norte del mar de Galilea, fue el centro del ministerio galileo de Jesús (Mateo 9:1–2; Mar. 2:1–5).
Durante la vida de Jesús, Capernaúm fue un pueblo de pescadores y hogar de los discípulos Andrés, Juan, Santiago y Pedro, todos pescadores, así como del recaudador de impuestos, Mateo.
Fue un centro pesquero y comercial importante y próspero; allí convivían gentiles y judíos. Es probable que durante el tiempo de Jesús, hubiera mucha población flotante, ya que estaba situada en la encrucijada de importantes rutas comerciales, rodeada de tierras fértiles. Los soldados romanos construyeron allí termas y depósitos de almacenamiento.
A pesar de los muchos milagros que Jesús efectuó allí, por lo general, la gente lo rechazó como Mesías; por ello, Jesús maldijo la ciudad (Mateo 11:20, 23–24). Con el tiempo, Capernaúm quedó en ruinas y todavía hoy sigue deshabitada.
Acontecimientos importantes en Capernaúm..
Capernaúm se conocía como “la ciudad del Salvador” (Mateo 9:1–2; Mar. 2:1–5) y obró en ella muchos milagros.
Por ejemplo, Jesús sanó ahí a muchas personas (Mar. 1:32–34), como el siervo del centurión (Lucas 7:1–10), la suegra de Pedro (Mar. 1:21, 29–31), el paralítico al que sus amigos bajaron por una abertura que hicieron en el techo (Mar. 2:1–12), y el hombre que tenía la mano seca (Mateo 12:9–13). Jesús expulsó en este lugar a muchos espíritus inmundos (Mar. 1:21–28, 32–34), levantó a la hija de Jairo de entre los muertos (Mateo 9:18–19, 23–26; Mar. 5:22–24, 35–43), y pronunció el sermón sobre el pan de vida en la sinagoga de Capernaúm (Juan 6:24–59). El Salvador dijo a Pedro que pescara un pez en el mar de Galilea y que, al abrirle la boca, hallaría una moneda para pagar con ella un impuesto (Mateo 17:24–27).
«Da órdenes incluso a los espíritus malignos y le obedecen»
(Mc. 1,27)

Evangelio de Marcos. (12)
"Se levantó una gran tempestad de viento" (Mc. 4,37)
FUENTE: https://www.escuelabiblica.com
Lo que nos dice Marcos hoy, refleja fielmente lo que con mucha frecuencia ocurre en la vida del creyente: tiempos de refrigerio espiritual en la presencia del Señor son alternados con periodos de prueba.
Y como vemos en este pasaje, todo esto es preparado y dirigido por el Señor mismo.
Podemos estar seguros de que Cristo sabía que se iba a levantar una terrible tempestad, pero sin embargo, les hizo cruzar el mar en ese momento. ¿Por qué lo hizo? Porque las situaciones prácticas son la única forma adecuada de completar la enseñanza teórica.
Sin duda, había sido muy interesante escuchar al Señor predicando acerca de la importancia de la fe, y de lo que él mismo haría con aquellos que tuvieran fe -como nos dijo ayer- aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza.
Ahora llegaba el momento de poner en práctica la enseñanza: ¿tendrían los discípulos fe en esta nueva situación a la que el Señor les estaba conduciendo?
Podemos decir que es una especie de "examen por sorpresa", y que si el Señor lo planeó así, era porque estaban preparados para ello.
Recordemos que en (Mc. 4:33) el Señor "les enseñaba la palabra, conforme a lo que podían oír"
Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el Señor creía que ellos estaban preparados para enfrentar una situación así.
Él nunca nos colocaría en una situación para la que sabe que no estamos preparados y nunca nos dejará solos para salir de ella.
Y recuerda los que nos enseña San Pablo en su primera carta a los Corintios 10:13.
"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis resistir."

Evangelio de Marcos. (11)
"No les hablaba sino en parábolas; pero a sus propios discípulos, les explicaba todo en privado". (Mc.4,34)
FUENTE: https://www.bibleref.com
Todas y cada una de las parábolas de Jesús, están diseñadas para atraer a las personas e invitarlas a tener una relación más profunda con el maestro y con el tema que presentan.
Las parábolas no intentan convencer a los oyentes sobre términos abstractos de teología, sino que tienen el objetivo de revelar cuál de los oyentes querrá saber más después de escucharla.
Entre los oyentes de Jesús, hubo -y siempre habrá- buscadores que desean obtener una mayor comprensión de la verdad, a quienes Cristo dejará en el mundo para explicar su Evangelio después de su resurrección y ascensión. Para entonces la enseñanza se volverá mucho más clara.
Por lo tanto, las parábolas son un proceso de investigación para aquellos que tienen el potencial de convertirse en futuros maestros.
Este versículo de hoy: "a sus propios discípulos se los explicaba todo en privado" (Mc.4,34), sugiere que los discípulos regularmente le pedían a Jesús una aclaración después de que les enseñara a las multitudes con parábolas.
Esto significa que los que piden explicación de las parábolas son la buena tierra (Marcos 4:8) son quienes que eligen escuchar y comprender el mensaje de Jesús (Marcos 4:9,23), y a quienes Él ha elegido para continuar su obra (Marcos 3: 13–15).
En el relato de Mateo, Jesús cita el Salmo 78:2, y dice: "esto fue para cumplir lo que dijo el profeta: «abriré mi boca y en parábolas hablaré de cosas escondidas desde la fundación del mundo.» (Mateo 13:35).
Las parábolas presentan la verdad oculta de Dios y la describen a través de una situación que sea mucho más fácil de entender; esto finalmente atrae el interés de aquellos que quieren saber esa verdad de una manera más profunda.
Aquellos que buscan la verdad y profundizan en su significado, acaban siendo las personas a las que Jesús considera Sus discípulos y Su familia (Marcos 3:31–35).

Evangelio de Marcos. (10)
FUENTE: Pbro. Gustavo Albarrán, S.J.
Jesús se va y cada uno de sus amigos y amigas han de permitir que salga a fuera aquella fuerza de la llamada que nace del encuentro con Él, con la que se puede hacer visible y creíble las señales de salud, vida y salvación de Dios.
Según el evangelista Marcos (16, 15-20), las señales de la compañía de Jesús son: arrojar demonios, hablar lenguas nuevas, agarrar serpientes con las propias manos, el veneno mortal no los dañará e imponer las manos a los enfermos para que queden sanos. Pero como son señales tan gráficas podemos correr el riesgo de pasarlas por alto.
La 1ª señal es “arrojar demonios”. Hoy necesitamos seguir arrojando demonios pero con la fuerza de Jesús: arrojar el demonio de la división, quitar el demonio de la sutil soberbia, de la mentira y la mezquindad, etc. Y sobre todo, desterrar de nuestras vidas el demonio que nos hace creer que al vivir de acuerdo a nuestras preferencias -simplemente personales- no hacemos daño a nadie y renunciamos a vivir de acuerdo a lo que nos enseña Jesús, y nos resistimos a creer en Él y en su Evangelio.
La 2ª señal es “hablar lenguas nuevas”. Y es que hoy, más que ayer, necesitamos hablar en lenguas o lenguajes que lleguen realmente al corazón de las personas. Lenguas que convoquen, que muestre caminos nuevos, que abran puertas y despierten nuevos deseos de vivir.
La 3ª señal es “agarrarán serpientes en sus manos”. Y es que necesitamos deshacer nudos, desenredar conflictos y desatar complejos que mantienen ocultas o huyendo a las personas bajo fachadas de rabias, caprichos o temores y no alcanzan a ver la luz.
La 4ª señal es “si beben un veneno mortal, no serán dañados”. Porque quien lleva dentro de sí a Dios, no se paraliza, no puede morir. Y es que este amor hará que surja una libertad, una entrega y una gratuidad que son más fuertes que la muerte.
La 5ª señal es “impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos”. Y es que hay muchos males y dolencias que claman sanación; soledades y tristezas que urgen compañía. Por eso necesitamos extender nuestras manos a quien padece miedo, hambre, injusticia. Estrechar la mano del que sufre para infundir valor. Abrazar al adversario y trasmitir perdón.
Que este envío del Señor Jesús -en esta fiesta de la Conversión del Gran Apóstol, San Pablo- nos abra a una fe viva, a una amistad profunda y a un compromiso que cambie todo miedo en confianza y todo sin sentido en esperanza.
¡Que así Sea!

Evangelio de Marcos. (9)
FUENTE: Ariel Álvarez Valdés; Doctor y profesor de Sagradas Escrituras
Fundación para el Diálogo entre la Ciencia y la Fe Santiago del estero, Argentina
"Jesús se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: Escuchad: Una vez salió un sembrador a sembrar"...
Según la parábola, el sembrador no sembró unas semillas buenas y otras malas.
Todas eran buenas. Del mismo modo, no podemos culpar a Dios de las desgracias y calamidades que a veces nos envuelven. Cuando ocurren sucesos negativos o malos, nunca hay que decir: “Ha sido la voluntad de Dios,” o “Dios así lo ha dispuesto”.
Dios -el Sembrador- en todos ha sembrado SEMILLA BUENA
La parábola del sembrador es quizás la más famosa de las parábolas pronunciadas por Jesús, y una de las más importantes de su repertorio.
Esto se ve sobre todo en el evangelio de Marcos; en efecto, allí:
a) es la única que, al contarla Jesús, dice el evangelista que se juntó una “grandísima multitud” (óchlos pléistos ) para oírla (Mc 4:1);
b) es la única que comienza con una orden expresa de Jesús de prestarle atención: “Oíd” (Mc 4:3);
c) es la única presentada por Jesús como “clave” de lectura para entender las demás, ya que, si no se comprende esta, es imposible entender las otras (Mc 4:13);
d) es la única (con la del trigo y la cizaña) que lleva una explicación explícita de Jesús, como si no hubiera querido que se malinterpretara su significado;
e) y es una de las pocas parábolas que se encuentra narrada en los tres evangelios sinópticos.
La parábola es muy esperanzadora. Enseña que los males que nos rodean no son responsabilidad de Dios. Dios solo manda cosas buenas a este mundo. Según la parábola, el sembrador no sembró unas semillas buenas y otras malas. Todas eran buenas.
Por lo tanto, lo malo que nos rodea se debe a que nosotros no hemos permitido que dé frutos la semilla que Jesús sembró.
Deja de responsabilizar a Dios del mal que existe en el mundo -en tu persona, en tu familia, en la sociedad- sé VALIENTE, sé HONESTO y RESPONSABILÍZATE del MAL que COMETAS.

Evangelio de Marcos. (8)
FUENTE: www.bibleref.com
El pasaje de hoy (Mc. 3,31-35) dice que la familia de Jesús se compone de aquellos que hacen la voluntad de Dios. El primer y más importante punto de creer en Cristo, es la obediencia a la Voluntad de Dios.
Tener fe en que Jesús es el Hijo de Dios, quien murió por nuestros pecados y resucitó, nos lleva a formar parte de la familia de Dios.
Obedecer a Dios en otras áreas evidencia que estamos en la familia de Dios (Santiago 1:22; 2:18) y hace que la familia sea mucho más pacífica (Efesios 4:1–6).
Jesús nos muestra la tensión que desemboca del deseo de un padre que contradice la voluntad de Dios. Jesús no seguirá a María de regreso a Nazaret, pero sí cree que honrar a los padres es algo importante.
Aunque Jesús nos advierte que a veces es necesario dejar a la familia por el bien del evangelio (Marcos 10:28–30), también enseña que cuidar a los padres es una parte esencial a la hora de adorar a Dios (Marcos 7:9–13). Jesús ejemplifica esta responsabilidad. Mientras cuelga de la cruz, Jesús se asegura de que María fuera atendida por su discípulo (Juan 19:26–27).
Finalmente, algunos toman estas palabras de Jesús, como un desdén a María, su Madre; en realidad es una de las declaraciones más grandes que hace Jesús, pues coloca a su Madre, como la primera creyente y la más obediente a la voluntad de Dios. En ese momento, sin duda que Jesús recordó aquél día en que su Madre dijo: He aquí la esclava del Señor,
“HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA” (Lc 1,38)
Desde entonces, "todos los que DICEN SÍ a la voluntad de Dios", son bienvenidos a la comunidad de creyentes; son la FAMILIA de DIOS.

Evangelio de Marcos. (7)
FUENTE: Paul Lamarche, Pecado, en: Xavier Léon-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder 1978, 660-672;
Francesco Roberti, Pecado contra el Espíritu Santo, en: Diccionario de Teología Moral, Editorial Litúrgica Española, Barcelona 1960, pp. 924-925.
¿Cuál es el pecado contra el Espíritu Santo?
Este pecado corta todas las vías para el arrepentimiento y para una verdadera "CONVERSIÓN" a Dios.
La expresión “pecado contra el Espíritu Santo” está tomada del Evangelio de Marcos. 3, 22-30 (Mt 12,32 y Lc.12,10)
Hay que tener en cuenta que estas palabras las pronuncia Cristo después que los fariseos intentan desacreditar sus milagros diciendo que los obra por el poder de Beelzebul, Príncipe de los demonios (Mc. 3, 22).
Algunos Santos Padres, como Atanasio, Hilario, Ambrosio, Jerónimo y Crisóstomo, consideraron que este pecado es aquella blasfemia que atribuye las obras del Espíritu Santo a los espíritus diabólicos (como ocurre en el episodio relatado en el Evangelio).
San Agustín enseñó, en cambio, que este pecado es cualquier blasfemia contra el Espíritu Santo por quien viene la remisión de los pecados. Muchos otros después de San Agustín lo identificaron con todo pecado cometido con plena conciencia y malicia (y se llamaría “contra el Espíritu Santo” en cuanto contraría la bondad que se apropia a esta divina Persona).
Santo Tomás, complementando estas tres interpretaciones señaló que el “pecado contra el Espíritu Santo” es todo pecado que pone un obstáculo particularmente grave a la obra de la redención en el alma, es decir, que hace sumamente difícil la conversión al bien o la salida del pecado; así:
(1) Lo que nos hace desconfiar de la misericordia de Dios (la desesperación que excluye la confianza en la misericordia divina) o nos alienta a pecar (la presunción, que excluye el temor de la justicia).
(2) Lo que nos hace enemigos de los dones divinos que nos llevan a la conversión: el rechazo de la verdad (que nos lleva a rebatir la verdad para poder pecar con tranquilidad) y la envidia u odio de la gracia (la envidia de la gracia fraterna o tristeza por la acción de la gracia en los demás y por el crecimiento de la gracia de Dios en el mundo).
(3) Y finalmente, lo que nos impide salir del pecado: la impenitencia (la negativa a arrepentirnos y dejar nuestros pecados) y la obstinación en el mal (la reiteración del propósito de seguir pecando).
Evidentemente a este pecado no se llega de repente, sino después de haberse habituado en el pecado. La malicia de este pecado implica muchos otros pecados que van deslizando al hombre hasta rechazar la conversión. Dice Nuestro Señor que este pecado no será perdonado, será reo de pecado eterno (Mc. 3, 29).
No quiere decir esto que este pecado no “pueda” ser perdonado por Dios, sino que la persona no da pie alguno para el perdón (corta todas las vías para el arrepentimiento y para la verdadera CONVERSIÓN a Dios).
Sin embargo, nada puede cerrar la omnipotencia y la misericordia divina, que puede causar la conversión del corazón más empedernido así como puede curar milagrosamente una enfermedad mortal.

Evangelio de Marcos. (6)
fuente: https://www.bibleref.com
Comentario exegético de Marcos. 3, 20-21.
La cadena de eventos que provocan que la familia de Jesús se preocupara por él no está del todo clara.
Tal y como es común en la literatura de la época, los Evangelios tienden a agrupar pasajes por temas en lugar de cronológicamente.
Como resultado, no sabemos si Jesús regresó a Nazaret desde que comenzara su ministerio; sí sabemos que había personas de todas partes de Galilea, Judea y más allá que iban a verlo, y Nazaret está a solo veinte millas de Cafarnaúm.
En Marcos 6: 1–6, Jesús regresará, solo para ser rechazado groseramente por la gente de Su ciudad natal.
Por lo tanto, es posible que la gente de Nazaret haya ido a Cafarnaúm para curarse y haya regresado, sorprendida de saber que Jesús era quién estaba curando a las personas. También es posible que los viajeros hayan ido a Cafarnaúm para curarse y regresen a través de Nazaret.
De cualquier manera, la gente de Nazaret se niega a creer que un hombre a quien han visto crecer podría ser un profeta importante, y mucho menos el Mesías. Mientras que los escribas creen que Jesús estaba poseído por demonios (Marcos 3:22), los habitantes de Su ciudad pensaban que estaba loco.
"Fuera de sí" viene de la palabra raíz griega existemi, que significa "estar desplazado mentalmente".
La misma palabra se usa cuando Jesús sana al paralítico (Marcos 2:12) y a la hija de Jairo (Marcos 5:42), y cuando calma la tormenta después de caminar sobre el agua (Marcos 6:51).
En este caso, sin embargo, se refiere a que la familia no veía bien lo que Jesús estaba haciendo, ya que sus acciones podrían tener consecuencias graves para el bienestar de Su familia.
Entonces deciden buscarlo y, probablemente, llevárselo de regreso a Nazaret.
Evangelio de Marcos. (5)
P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Seminario María Mater Ecclesiae
Jesús y sus discípulos: CON ELLOS SIGUIÓ UN ITINERARIO DE FE.
* Los llama: Dios llama a quien ama -llamó a los que Él quiso- (cf. 3, 13), desde cualquier condición y realidad (cf. 1, 16-20); llama personalmente, por su nombre; llama para estar con Él y darles una misión (cf. 3, 14); llama a ir en pos de Él, recorriendo su camino, exigiendo confianza en su persona (cf. 1, 17).
* Los forma: esta formación pasa por varios estadios. Primero les va abriendo los ojos para que comprendan quién es Él (cf. 4, 11-12). Luego, el discípulo reconoce su situación de ignorancia (4, 13; 4, 40; 6, 52; 8, 17; 9, 32); los discípulos no comprenderán el misterio de Jesús hasta que no hayan recorrido todo el camino hasta la cruz. Más tarde, viene el paso de compartir los momentos de vida de Jesús, sus jornadas, sus enseñanzas. Finalmente, Jesús se dedica más a la formación del seguimiento, insiste sobre la entrega de sí hasta la profesión de fe en el Mesías sufriente. Marcos narra la pasión y muerte de Jesús para decir a todos que no tengan miedo a la persecución ni al fracaso aparente, pues es el camino obligado del discípulo para llevar a cabo la misión. Los personajes de la Pasión toman partido o con Él o contra Él.
* Los envía: los llama a ser predicadores confiados y audaces del Evangelio. Esta instrucción misionera se transforma en llamada insistente a acoger la Palabra, a proclamar sin miedo su fe en Cristo resucitado y exaltado en la Gloria de Dios.

Evangelio de Marcos. (4)
P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Seminario María Mater Ecclesiae
Contenido teológico y espiritual
Finalidad del Evangelio de Marcos: Demostrar que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios, el vencedor del poder de Satán, acreditando esto con sus milagros; que padeció, murió y resucitó. Pero un Jesús incomprendido y rechazado por los hombres, no un Jesús de triunfos humanos.
Claves para entender a Marcos:
- En la comunidad de Marcos predominan los no judíos, que se reunían en las casas para celebrar el culto y tener catequesis. Marcos es quien más subraya las tradiciones misioneras. Es una comunidad organizada para evangelizar.
- Se planteaba ya el tema de la persona de Jesús. Quizá este planteamiento estuvo originado por las circunstancias difíciles (persecuciones de Nerón) que atravesaban los cristianos entre los años 60-70. Marcos presenta a Jesús como Mesías, Hijo de Dios, condenado a muerte y resucitado.
- Además, están surgiendo ya algunos movimientos heréticos, que insistían en Jesús resucitado, comunicador del Espíritu, sin considerar ni valorar las tradiciones históricas de Jesús de Nazaret, como verdadero hombre y verdadero Dios.
Evangelio de Marcos. (3)
P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Seminario María Mater Ecclesiae
- División y contenido temático.
Hay una estructura geográfica:
- Predicación de Juan (1, 1-13)
- Ministerio en Galilea (1, 14-9)
- Ministerio en Judea (10-12)
- Discurso escatológico (13)
- Pasión y triunfo (14-16)
Y hay también una estructura teológica bien clara:
Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías: (1-8)
Introducción y hechos preparatorios: 1, 1-13
Revelación de Jesús y ceguera de los discípulos: 1, 14 al 3, 6
Revelación de Jesús e incomprensión de parientes y paisanos: 3, 7 al 6,6
Revelación de Jesús y reconocimiento inicial de los discípulos: 6,6 al 8,39
Características de Jesús Mesías-sufriente e Hijo de Dios: (9-16)
En camino hacia Jerusalén: anuncios de la pasión: 8, 31 al 10, 52
En Jerusalén: revelación de Jesús como juez y Señor del Templo: 11,1-13.27
Pasión, muerte y resurrección: revelación de Jesús en plenitud: 14, 1-16.8
Apéndice: misión de los discípulos: 16, 9-20
Evangelio de Marcos. (2)
P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Seminario María Mater Ecclesiae
- Autor, fecha y destinatarios
La tradición lo identifica con Juan Marcos, natural de Jerusalén, primo de Bernabé y compañero de éste en su primer viaje apostólico.
No forma parte de los doce apóstoles. También lo presenta como compañero e intérprete de Pedro en la comunidad de Roma.
Este Evangelio se escribió en Roma hacia el año 70, ya que hay datos que sugieren una comunidad que desconocía algunas costumbres judías, y el texto contiene latinismos y alusiones al horario y al derecho romano, equivalencias entre las monedas hebreas y romanas.
Marcos escribió su Evangelio para los fieles de Roma, provenientes del paganismo.
- Características literarias
- Está escrito en griego vulgar o común, con construcciones sencillas.
- Su fuente: recuerdos y predicación de Pedro.
- Marcos presenta las enseñanzas de Jesús con un lenguaje sencillo y con un esquema catequético basado en la presentación de los hechos históricos de Jesús, en su persona histórica: vivió como hombre auténtico, murió y resucitó y trazó unas directrices misioneras al grupo de sus seguidores.
- Viveza y realismo: el lector se mete rápido en escena. Son escenas en presente, con detalles propios de un testigo presencial de los hechos
- No tiene detalles cronológicos ni precisión en la geografía. En lo periodístico es directo y simple, utiliza verbos típicos, frases cortas.
- Usa muchas palabras latinas: censo, centurión, denario, legión, entre otras.
Evangelio de Marcos. (1)
P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Seminario María Mater Ecclesiae
INTRODUCCIÓN
Cada uno de los evangelistas nos da una perspectiva de Cristo; cuatro caminos para llegar al corazón del Evangelio.
Marcos es el Evangelio más antiguo y más breve de los cuatro. De él se servirán Mateo y Lucas.
El Evangelio de Marcos es una catequesis, un manual básico para los catecúmenos. Es decir: es un Evangelio hecho para esos miembros de la comunidad que comenzaban su itinerario cristiano.
Marcos se propone escribir el “principio” de la Buena Nueva de Jesucristo y levantar el velo sobre la identidad de Jesús.
Hizo falta mucho tiempo para que esta identidad sea reconocida por los discípulos y por el pueblo, pues esperaban un Mesías triunfante y no sufriente.
Marcos quiere despertar en el catecúmeno, y en nosotros, la misma profesión de fe que Pedro dirá (cf. Mc 8, 29) frente a Jesús que revela su identidad con los hechos de su autoridad, de sus milagros y de sus actitudes.
La consigna de silencio que Jesús impone (secreto mesiánico) es para decirnos que quiere recorrer el camino, no de la gloria, sino de la humillación y de la cruz, para salvar a los hombres.
El Evangelio de san Marcos se dirige a probar que Jesucristo es Hijo de Dios; por eso, se dedica sobre todo a narrar milagros.
El Cristo que presenta Marcos no es un Mesías triunfalista y coronado de victoria, sino un Cristo que va derecho a la cruz.
Por eso, el secreto mesiánico de Marcos quiere dar a entender que a Cristo no le interesan la fama ni el prestigio, sino la humildad y el anonadamiento.
A san Marcos lo pintan con un león, porque empieza diciendo que Jesús ayunaba en el desierto y las fieras le hacían compañía.
"Espiritualidad Bíblica". (10)
Albert Nolan op
¿Qué clase de Justicia?
Si la justicia es tan importante en la Biblia, entonces, aún antes de comenzar a reflexionar sobre el significado del AMOR en el Nuevo Testamento, debemos preguntarnos de qué clase (tipo) de JUSTICIA de Dios nos exige.
Ya vimos que la justicia de Dios es un concepto amplio que abarca todos sus mandamientos, inclusive los mandamientos sobre el adulterio y la idolatría. Pero, tal vez, lo que necesitamos que nos muestren es que en el Antiguo Testamento, especialmente en los profetas, la justicia incluye lo que llamaríamos JUSTICIA ECONOMICA.
Se puede notar que en la Biblia, las personas a quienes se debe hacer justicia son generalmente descritas como los pobres y los necesitados, o las viudas y los huérfanos.
Ellos eran el pueblo que sufría de carencias económicas. Eran el pueblo abandonado, aún explotado por el hombre injusto y auxiliado y salvado por el hombre justo. Hoy en día, muchas veces denominamos el auxilio al pobre o al necesitado “obras de misericordia”.
En el Antiguo Testamento eso era considerado como “obras de justicia”.
El ideal de justicia económica en el Antiguo Testamento era un ideal de igualdad económica.
La tierra y los recursos económicos en Israel pertenecían a Dios y se entendían que todo eso debía ser igualmente compartido por las tribus y familias de Israel.
Eso era un mandamiento de Dios (véase por ej. No. 33, 50-54; Jos 13, 21).
Pero a medida que el tiempo pasaba, surgía cada vez más la desigualdad.
Esto porque, cuando la cosecha de una familia se perdía, era forzada a vender alguna tierra a otra familia.
Como siempre, eso llevaba a más deudas y a más ventas de tierra, en tanto que el rico se volvía más rico y el pobre más pobre, hasta que el pobre era forzado a vender toda su tierra, y aún así quizás no era capaz de saldar sus deudas. Y por fin, como última solución, se veía forzado a pagar sus deudas vendiéndose a sí mismo como esclavo al hombre rico.
Para los judíos, ese desequilibrio era una injusticia que Dios no podía tolerar, porque Dios amaba a todo su pueblo y se preocupaba por Él.
Y así recibieron el mandamiento del Dios de justicia, según el cual la igualdad debía ser restaurada por medio de un Año Jubilar (Lc 25). Cada año Jubilar (quiere decir, cada cincuenta años) el pueblo de Israel debía emancipar a sus esclavos, cancelar todas las deudas de los pobres y devolver toda la tierra a las familias que las poseían inicialmente.
Como lo expresa el comentario de San Jerónimo, “esto equivalía a un proyecto social basado en los conceptos, profundamente religiosos, de justicia e igualdad; su espíritu de respeto por los derechos de la persona y por la dignidad humana sintetiza buena parte de las enseñanzas del Antiguo Testamento”.
La justicia y la espiritualidad del amor y del Nuevo Testamento
Si “JUSTICIA” resumen el Antiguo Testamento, entonces “AMOR” sintetiza el Nuevo Testamento.
Esto, con todo, no significa que el Nuevo Testamento no tenga nada que decir en relación a la justicia.
En cierto sentido, todo el Nuevo Testamento, versa también, sobre la justicia. No estoy tratando de decir ahora que todo él no trata del amor; estoy intentando decir que, en el Nuevo Testamento, justicia y amor están íntimamente ligado entre sí.
Es verdad que la palabra “justicia” no es usada con mucha frecuencia en el Nuevo Testamento (aunque debamos recordar que la palabra “rectitud” significa justicia).
Pero la palabra “amor” tampoco es usada con mucha frecuencia, excepto en el Evangelio de Juan.
No es esta, entonces la cuestión. Aunque los términos “justicia” y “amor” no sean usados con frecuencia, todo el conjunto del Nuevo Testamento es sobre la justicia y el amor. Déjenme explicar.
Sermón de la Montaña
En el Sermón de la Montaña, Jesús expone su mensaje como algo que VA MAS ALLA de la justicia de los escribas y fariseos.
Dice que Él no vino para revocar la ley (esto es, la exigencia de justicia por parte de Dios), sino para completarla. Y después explica: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y de los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt. 5, 17-20).
Aquí está proponiendo una espiritualidad más profunda. Jesús entonces pasa a tomar ejemplos extraídos de los mandamientos de la Ley del Antiguo Testamento para profundizarlos, ir más allá de ellos y realizarlos.
Toma el mandamiento “no matar” y lo profundiza, acentuando que no es sólo el acto exterior del asesinato que debe ser evitado, sino incluso el acto interior de odiar al hermano y maldecirlo. A esto podemos llamar “asesinato de corazón”.
Igualmente, no es sólo el acto exterior del adulterio lo que debe ser evitado por el hombre justo, sino también el acto interior de desear a la mujer del prójimo. Es lo que podemos llamar “adulterio de corazón”.
¿Qué es lo que Jesús está haciendo?.
Está tratando de INTERIORIZAR los mandamientos del Antiguo Testamento, está tratando de interiorizar la justicia. O en otras palabras, está preocupado con la MOTIVACION INTERIOR que lleva a las personas a practicar la justicia y observar los mandamientos. ¿Cuál es tu motivo para no matar a tu hermano o a tu hermana?. ¿Es porque temes el castigo de Dios y de los tribunales, o porque tú quieres amar a tu prójimo y ser justo con Él o ella?. ¿Y por qué evitas tú el acto exterior del adulterio?. ¿Por qué tienes miedo de ser atrapado in-fraganti o por qué tú no quieres, sinceramente, perjudicar a tu prójimo?. Aquello que Jesús pide es el tipo de justicia que brota espontáneamente del CORAZON.
Para Jesús, el hombre verdaderamente justo es aquel que no sólo hace lo que es justo y cierto, sino alguien que lo hace porque está fuertemente motivado por una PASION por la justicia.
"Espiritualidad Bíblica". (9)
Albert Nolan op
El Dios de Justicia y Amor.
1. JUSTICIA: La Espiritualidad del Antiguo Testamento.
Si nos pidiesen, para condensar el Nuevo Testamento en una sola palabra, todos responderíamos: AMOR.
Del mismo modo, si quisiéramos resumir el Antiguo Testamento en una palabra, podríamos decir: JUSTICIA.
Todo el Antiguo Testamento versa sobre justicia.
Sin embargo, cuando lo leemos en español, como es el caso de la mayoría de
nosotros, no es obvio, de ninguna manera, que todo él verse sobre la justicia. ¿Por qué? Porque es una una cuestión de palabras.
El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y hay dos palabras, en hebreo para “justicia”: MISPAT y SEDAKAH. Ambas significan exactamente lo mismo, pero en nuestras traducciones de la Biblia son frecuentemente traducidas por otras palabras, tales como rectitud, honradez, integridad, honestidad o juicio. Eso desorienta al lector, que no sabe que esos términos se refieren todos a las mismas dos palabras hebraicas que designan justicia.
Hay igualmente verbos hebraicos que significan literalmente hacer justicia o volver justo lo que está errado.
En las traducciones, sin embargo, tales palabras son generalmente traducidas por “juzgar”.
Esto desorienta porque nos hace pensar en un juez que condena y castiga a las personas, mientras que la expresión hebraica significa alguien que vuelve justo lo injusto defendiendo o salvando al inocente.
El juicio final, en la Biblia, significa el acto final de justicia de Dios, cuando Él CORRIGE todo lo que en el mundo está ERRADO y hace JUCTICIA ante lo que es INJUSTO.
En el Libro de los Jueces, Gedeón, Sansón, Débora, Jefté y Aod (Ehud), no son jueces que se sientan en tribunales para oír causas; son libertadores de Israel que reúnen ejércitos para hacer justicia, corrigiendo el error o liberando a los israelitas de sus opresores.
Es verdad que las palabras hebreas que en la Biblia significan justicia, tienen un sentido más amplio que “justicia” para nosotros, pero el hecho de traducirlas por rectitud, integridad, honestidad o juicio, no nos ayuda a comprender ese significado más amplio.
El Dios de la Justicia.
Ya todos observamos, especialmente en los salmos la frecuencia con que la Biblia habla sobre el “hombre justo”.
El ideal espiritual que todo judío debía luchar por conseguir generalmente no era llamado virtud, santidad o bondad, sino justicia.
No hablan de hombre santo, de hombre bueno, sino de hombre JUSTO, esto es, del hombre que practica la JUSTICIA.
Hablando sencillamente, el justo es el hombre que observa la LEY de Dios.
Buena parte del Antiguo Testamento, como sabemos, versa sobre la ley de Dios. De hecho, en el Antiguo Testamento, la revelación fundamental hecha por Dios es su ley, sus mandamientos -no sólo los famosos Diez Mandamientos-. Pero, ¿Qué es lo que eso tiene que ver con la justicia?.
La Ley Mosaica es simplemente la revelación de Dios sobre lo que sería justo y lo que sería injusto en las circunstancias de aquellos tiempos.
Es una expresión de la exigencia de justicia por parte de Dios. Todo es visto en términos de justicia.
El adulterio y la prostitución son vistos como formas de injusticia. Aún la idolatría y el culto a los falsos dioses son tenidos como injusticia, o por lo menos como algo que lleva a la injusticia.
La idolatría no es sólo una cuestión de dar culto a imágenes de manera mental. La idolatría era abominable porque envolvía tres cosas:
a) Rechazo de la ley. b) Prostitución del culto. c) Sacrificio humano.
a) El principal problema con relación a los falsos dioses, ídolos o baales, era el hecho de que ellos no exigían ninguna especie de justicia o moralidad a quienes les daban culto. Al contrario del Dios verdadero; los idólatras no tienen ningún mandamiento moral, ninguna ley, ninguna exigencia de hacer justicia. En vez de esto, esos falsos dioses que eran frecuentemente dioses de la fertilidad, exigían solamente ritos y sacrificios como precio que el pueblo tenía que pagar para garantizar que sus tierras y sus mujeres fueran fértiles, a fin de asegurarse una buena cosecha y muchos hijos.
b) Más allá de esto, los ritos de fertilidad exigidos por los falsos dioses incluían prostitución pública, ya que debían tener relaciones sexuales con la mujer con la que querían tener un hijo, en lugares públicos, como forma de culto, bajo los árboles o en lugares elevados, esto es, en altas plataformas para que todos pudiesen verlos. Los profetas consideraban inmoral esa exigencia, no porque fuesen “puritanos” en materia sexual, sino porque tal comportamiento era injusto. El sexto mandamiento del Dios verdadero prohíbe tener relaciones con la mujer de otro hombre, porque esto es una injusticia contra ese hombre.
c) Otra cosa que esos falsos dioses exigían del pueblo, principalmente cuando estaban enfadados y necesitaban ser aplacados, era que el pueblo sacrificase lo que para ellos era lo más precioso y valioso que cualquier otra cosa, o sea sus propios hijos. De ahí la práctica del sacrificio humano que los profetas rechazaban como injusta y destructora de toda justicia. Eso, una vez más, contrariaba la exigencia del Dios verdadero: “no matarás”.
La IDOLATRÍA, pues, lleva a la INJUSTICIA.
De hecho, la idolatría ya era, por sí misma, una forma de injusticia, porque era una expresión cultural de las actitudes y del comportamiento injusto del pueblo.
Los ídolos eran falsos dioses porque eran los dioses de la INJUSTICIA, inventados y adorados por personas que eran INJUSTAS.
El Dios del Antiguo Testamento es un Dios de JUSTICIA.
El hace justicia y quiere ver la justicia hecha. Corrige lo que está errado y quiere que su pueblo corrija lo que está errado en todos los aspectos de su vida.
En el Antiguo Testamento, justicia no es una idea secular o puramente política; es un concepto enteramente religioso. En realidad, el único pueblo que luchaba conscientemente por la justicia era el pueblo que adoraba al verdadero Dios. Podemos incluso llegar a afirmar que en el Antiguo Testamento, DIOS ES JUSTICIA.
Los profetas tenían una aguda conciencia de esto. Es por eso que no sólo condenan el culto a los falsos dioses; también condenan la adoración ritual del Dios verdadero CUANDO ESTÁ DIVORCIADA DE LA PRÁCTICA DE LA JUSTICIA. Por ejemplo, en Isaías 1, 11-17; 58, 1-12; Am 5, 21-24; Jer 6, 19-20 y en muchos otros pasajes, los profetas nos advierten que Dios halla detestables y repulsivas todas las prácticas religiosas, como sacrificios, oraciones, incienso,
ayunos y días festivos, cuando no son acompañadas por la práctica de la justicia.
Los profetas estaban listos a ir incluso más allá. En Jeremías, por ejemplo, Dios y justicia están de tal forma inter-relacionados, que practicar justicia ES CONOCER a DIOS y CONOCER a DIOS es PRACTICAR la JUSTICIA (Jer 22,16).
La palabra “CONOCER”, aquí, (YADA en hebraico) significa “EXPERIENCIA”. Jeremías quiere decir, pues, que la experiencia de luchar por la justicia ES la experiencia de Dios.
Todos nosotros ya encontramos esa idea antes con referencia al AMOR, en la primera Carta de Juan, cuando dice: El amor es de Dios, y todo aquel que ama nació de Dios y conoce a Dios (tiene la experiencia de Dios). Aquel que no ama,
no conoció a Dios (no tuvo la experiencia de Dios), porque “Dios es Amor” (Jn 4, 7-8).
Pocos, sin embargo, perciben que, en otro lugar de la misma carta, Juan dice lo mismo respecto de la justicia. Naturalmente esto es, una vez más, cuestión de
palabras. En las traducciones se usa la palabra “recto” en vez de “justo”. Veamos el texto de San Juan: “Ustedes saben que Dios es el justo”; reconozcan entonces que quien obra la justicia, ese “ha nacido de Dios” (1 Jn 2, 29). Esto es exactamente lo que Jeremías dice.
Todo esto tiene consecuencia de largo alcance para nuestra fe y nuestra vida espiritual. Significa: si DECIMOS que creemos en Dios, pero en nuestra vida cotidiana no practicamos la justicia, no tenemos, de verdad ninguna experiencia verdadera de Dios, o mejor, no tenemos una experiencia real del verdadero Dios. Y eso hace surgir la pregunta: ¿a quién rezamos en nuestras oraciones? ¿A un falso Dios?. ¿A un Dios imaginario?. ¿A un ídolo, un espejo de
nuestros propios intereses y preocupaciones egoístas? Y si así fuera, ¿no seremos en la practica, sino en teoría, idólatras o ateos?
Otra consecuencia de esto es que nuestra experiencia de Dios depende totalmente de nuestra práctica y de nuestro comportamiento.
Sabremos y comprenderemos lo que Dios es, sólo en la medida en que PENSEMOS y VIVAMOS como Él piensa y vive, sintamos lo que Él siente, practiquemos la justicia como Él lo hace o por lo menos nos esforzamos por conseguirlo.
Descubrir la verdad con respecto de Dios es pues un proceso gradual de llegar a vivir esa verdad. A menos que practiquemos la verdad, jamás llegaremos a entender la verdad.
La unión con Dios en la ORACIÓN y en nuestra VIDA DIARIA es simplemente IMPOSIBLE sin una preocupación apasionada por la JUSTICIA y sin la práctica diaria de tratar, siempre que podamos, corregir lo que está errado.
(CONTINUARÁ)
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"Espiritualidad Bíblica". (8)
Albert Nolan op
La ira de Dios.
Nuestra tendencia hoy es encontrar que la ira de Dios es una limitación.
La expresión profética de la furiosa ira de Dios, tiende a llenarnos de consternación. Pero, de verdad, mientras no podamos compartir algo de ese sentimiento divino, nuestra vida espiritual continuará siendo inmadura, y nuestra unión con Dios será abstracta e irreal.
La compasión de Dios está siempre acompañada de su ira e indignación.
Son los dos lados de una misma moneda, porque no podemos realmente amar o tener una verdadera compasión si no somos capaces de sentir ira e indignación.
Cuando una persona perjudica a otra, cuando algunas personas son crueles para con las otras, cuando explotan y oprimen a los demás, entonces la verdadera compasión por aquellos que están siendo oprimidos, necesariamente lleva consigo ira e indignación contra aquellos que los hacen sufrir.
Esa no es la ira del egoísmo o del odio, es la ira de la compasión. Dios se enfada con ellos por su propio bien. Es la ira que los desafía a cambiar, mostrando claramente la GRAVEDAD de aquello que están haciendo.
Jesús sintió compasión por los pobres que estaban siendo explotados por los mercaderes y cambistas en el patio del Templo.
Su ira mostró claramente que ese pecado de explotación era terriblemente grave.
Necesitamos tener cuidado de no trivializar a Dios.
El es muy serio con relación a la crueldad de una persona para con otra en el mundo de hoy. A menos que consigamos compartir su seriedad, estaremos siempre DISTANTES de Él, y cualquier experiencia de aparente proximidad con Él sería una ilusión.
Compartir la ira de Dios puede ser una experiencia liberadora y una fuente de fuerza, energía y decisión en nuestra vida espiritual. Todos nosotros tenemos un instinto agresivo.
Podemos usarlo de forma egoísta contra nuestro vecino, o podemos volverlo contra nosotros mismos o introyectarlo. Pero también, podemos usarlo como fuente de energía y decisión para luchar contra el pecado y el sufrimiento del mundo.
Eso fue lo que los santos hicieron, y por eso eran tan decididos y tenían un sentimiento tan saludable de indignación en relación a los pecados de las personas.
Cualquier espiritualidad nueva hoy, y especialmente una espiritualidad bíblica, debería incluir un esfuerzo muy serio PARA LEER LOS SIGNOS DE NUESTROS TIEMPOS. No podemos hacer esto solos.
Necesitamos hacerlo juntos.
Lo más importante sin embargo, es no dejar de hacerlo, si no “ocultaremos el Espíritu” y destruiremos cualquier posibilidad de vida espiritual verdadera.
El mismo Jesús nos dice que debemos leer los signos de los tiempos (Lc 12, 54-57) y el Concilio Vaticano II nos recuerda la urgente necesidad de hacerlo hoy (ver los primeros capítulos de la Gaudium et Spes).
Además de esto, una vida espiritual saludable incluye una constante conversión o deseo de cambiar y una tendencia de mirar hacia la novedad del futuro mas que a detenerse en el pasado. El deseo de que el pasado vuelva no es una actitud que viene del Espíritu Santo.
Necesitamos estar dispuestos a santificar la seguridad que obtenemos al confiarnos en los valores y en las prácticas del pasado.
Una vida en el Espíritu es una vida de denuncia de aquello que está errado en nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra Iglesia y nuestra comunidad, de hablar abiertamente sobre el futuro para el cual caminamos o deberíamos estar caminando, de decir lo que Dios debe sentir con relación a los acontecimientos de nuestro tiempo. Esta es, por lo menos, la dirección hacia la cual debemos caminar, si queremos ser fieles al Espíritu de los profetas, que es el Espíritu de Dios.
En la esencia de todo esto, está nuestro esfuerzo personal para con Dios en la Oración.
Es preciso que nos volvamos totalmente honestos delante de Dios con respecto a nuestros verdaderos sentimientos y actitudes relativos a los ACONTECIMIENTOS DE NUESTRO TIEMPO.
Necesitamos también ser honestos con relación al “por qué” sentimos eso y ver honestamente si Dios siente de la misma manera que nosotros en relación a esos acontecimientos.
¿Compartimos verdaderamente el amor de Dios y su compasión por los pobres y oprimidos, y compartimos realmente su ira e indignación?. ¿Hacemos a Dios a nuestra imagen y semejanza, o permitimos que Él nos rehaga de acuerdo con su imagen y semejanza?
(CONTINUARÁ)
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"Espiritualidad Bíblica". (7)
Albert Nolan op
Ellos hablan por...
Los profetas tenían mucha conciencia de ser mensajeros de Dios.
Siempre hablaban en nombre de Dios: “Yahveh Dice”. Por lo tanto, su mensaje no era de ellos mismos, sino mensaje de Dios, era una REVELACION de Dios. No que Dios murmurase en sus oídos o mandase un ángel para dictarles un mensaje. Dios hablaba con los profetas y se revelaba a ellos en los signos de los tiempos.
Hay, no obstante, una diferencia entre la manera como Dios habló a los profetas y como Él nos habla hoy.
En ambos casos habla a través de los signos de los tiempos y en ambos casos es una revelación, al menos para la persona que oye cuando Dios habla con Él. Sin embargo, en el caso de los profetas bíblicos, Dios reveló cosas nuevas respecto de sí mismo, cosas que antes no habían sido reveladas a nadie.
Esta revelación de cosas nuevas “TERMINÓ” con Jesús y con el último libro de la Biblia. "Jesús fue la revelación final y definitiva de Dios, su última Palabra".
Pero desde entonces, aunque Dios no tenga nada nuevo que revelar respecto a sí mismo, continúa revelándose a cada nueva generación y a cada creyente. Ahora se revela de MODO NUEVO en cada Época.
El mensaje de los profetas, completado por el mensaje de Jesús, necesita ser revelado a nosotros constantemente por Dios en una serie totalmente nueva de signos para nuestro tiempo.
Con los signos de los tiempos Dios no trata de darnos hoy un nuevo mensaje diferente del mensaje de Jesús. Pero para revelarnos el mensaje de Jesús de modo nuevo en las situaciones concretas de nuestro tiempo, Él usa NUEVOS
SIGNOS, los signos de nuestro tiempo.
La característica especial de los profetas, entonces, es que Dios les reveló cosas totalmente NUEVAS, con respecto de sí mismo, y ellos fueron especialmente inspirados por el Espíritu Santo para descubrir esas cosas nuevas para el bien de todos los hombres.
En este sentido, su mensaje tiene de modo especial una garantía de verdad:
la Biblia es inspirada.
Digo esto sólo para enfatizar que en todos los otros aspectos nosotros somos y podemos ser como los profetas.
Cómo leer los signos de los tiempos ¿Cómo es que los profetas leen los signos de los tiempos? ¿Cómo es que ellos fueron capaces de reconocer lo que Dios les decía? Esta es realmente la cuestión crucial.
La respuesta es que el Espíritu de Dios los hacía capaces de SENTIR CON DIOS. Ellos eran capaces de compartir las actitudes de Dios, o sea sus valores, sentimientos y emociones. Eso los volvía aptos para ver los acontecimientos de su tiempo como Dios los veía y sentir lo que Dios sentía respecto de esos acontecimientos.
Ellos compartían la ira, la compasión, la tristeza, la desilusión, la aversión de Dios, su sensibilidad por el pueblo y su seriedad.
Esos sentimientos no eran compartidos de forma abstracta, sino en relación a los hechos concretos de su Época.
Se puede decir que tenían un tipo de EMPATÍA con Dios, que los capacitaba a ver el mundo a través de los ojos de Dios.
La Biblia no separa las EMOCIONES de los PENSAMIENTOS. La palabra de Dios expresa el modo como Él PIENSA y SIENTE.
Los profetas tenían los pensamientos de Dios, porque ellos compartían sus sentimientos y valores. Eso es lo que significa estar lleno del Espíritu de Dios, y eso es lo que nos hace capaces de leer los signos de los tiempos con honestidad y veracidad. Esto es también lo que significa la unión mística con Dios.
Antes, sin embargo, de desarrollar esa idea, vamos a examinar más cuidadosamente y detalladamente la manera cómo los profetas experimentaron es empatía con Dios.
Nos vamos a limitar al profeta Jeremías y examinar primeramente algunos textos que expresan los sentimientos de Dios; después, algunos textos en los cuales Jeremías comparte los sentimientos de Dios al respecto de los acontecimientos de su tiempo; y finalmente algunos textos en los cuales los sentimientos de Jeremías se contraponen a los sentimientos de Dios.
Aquí, finalmente, estaremos examinando la médula de la vida espiritual de Jeremías, su oración y su lucha para alcanzar la unión con Dios.
a) Hay muchas expresiones de la ira de Dios, pero será suficiente examinar el texto 5, 7-11. En 2, l-l3 vemos la desilusión y desánimo de Dios y en l4, l7-l8 su tristeza. Nuevamente, en 30, l0-11, tenemos un ejemplo de la inmensa compasión de Dios por su pueblo.
b) En 23, 9, cuando Jeremías se siente oprimido por las palabras de Dios, debemos acordarnos que una palabra no es sólo un pensamiento, sino la expresión de un sentimiento. Jeremías sintió la ira de Dios de modo especial saturando todo su ser. El nos habla de eso en 6, 10-11 y l5, 17.
c) En los pasos del texto que llamamos Oraciones o Confesiones de Jeremías, vemos al profeta quejándose con Dios y entrando en conflicto con Él ya sea porque Jeremías no consigue compartir la ira de Dios y clama por bondad
(10, 23-25) o porque la ira egoísta de Jeremías no es compartida por Dios (11, 20; l2, l-6; l8, 19-23). Esto se convierte en una crisis de Jeremías. Desea no haber nacido y quiere renunciar a ser profeta (15, 10-21; 20, 7-18).
A veces Jeremías encontraba difícil entender lo que Dios hacía y el por qué. Pero no se limita a aceptar todo ciegamente. El cuestionaba a Dios. Reclama y medita sobre el problema con espíritu crítico. Sentía que necesitaba cuestionar para tratar de entender. Si Él no hubiese hecho esto, hubiera tenido poca percepción de los signos de su tiempo, nunca hubiera conseguido realizar aquella unión con Dios que le permitió la que Dios veía en los acontecimientos de su tiempo.
Jeremías experimentó, está claro, momentos de paz (31, 26), pero esa paz fue duramente conquistada, después de mucho esfuerzo y verdadera agonía mental.
Tenemos la tendencia de pensar que rezamos bien solamente cuando sentimos paz, y que la unión con Dios es siempre una experiencia plácida, pacífica y sin emociones. Eso no es verdad porque, a veces hasta el propio Dios no está calmo ni pacífico, sino por el contrario, muy perturbado y airado.
(CONTINUARÁ)
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Albert Nolan op
Una espiritualidad vuelta hacia el futuro. (6)
Los profetas desviarán la atención del pueblo, del pasado hacia el futuro.
Ellos, al contrario de intentar entender el presente en términos de acontecimientos pasados (Éxodo, Monte Sinaí, Rey David, etc.) piden al pueblo que entienda el presente en términos de una futura acción de Dios. Los profetas estaban orientados hacia el futuro, avizoraban el futuro, eran “progresistas” en el estricto sentido del término.
Ellos querían que el pueblo cambiase, planease, actuase en vistas al futuro. Ya ese acontecimiento futuro o “escathón” sería un acontecimiento cualitativamente nuevo, ellos pedían al pueblo que hiciese cosas nuevas, que
realizase transformaciones inauditas.
Es muy interesante que notemos la frecuencia con que los profetas usan la palabra “nuevo”: un nuevo pacto, una nueva era, un nuevo corazón, un nuevo espíritu, un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva Jerusalén, o simplemente que Dios haría una cosa nueva. Ellos incentivaban al pueblo a romper con su pasado y a mirar hacia la novedad del futuro de Dios.
“No se acuerden más de otros tiempos, ni sueñen ya más en las cosas del pasado. Pues yo voy a realizar una cosa nueva” (Is 43, l8-l9).
Esto no significa que los profetas querían que el pueblo de Israel rechazase todas sus tradiciones: ellos tomaban las tradiciones y las interpretaban de nuevo modo, en términos de la nueva era o del nuevo futuro.
Así la antigua alianza es usada para hablar de una nueva alianza futura o nuevo testamento, el Éxodo o Reino del Pasado serán usados para llamar la atención sobre el nuevo Éxodo o Nuevo Reino del Futuro.
Cuando los profetas miraban hacia atrás, hacia los acontecimientos pasados, ellos los veían como profetas de Dios hacia el futuro. Por lo tanto, el mismo pasado apunta hacia el futuro y al final nosotros nos encontramos nuevamente cara a cara con el futuro.
Lo último que se podría decir al respecto de los profetas es que ellos no fueron conservadores. Ellos estaban muy enfrentados a su tiempo y por eso raramente eran apreciados por sus contemporáneos. Estaban orientados hacia el futuro, y en este sentido eran progresistas.
Eso tampoco significa que querían cualquier progreso.
Lo que ellos buscaban era la novedad total del futuro de Dios.
(CONTINUARÁ)
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Albert Nolan op
Ellos (los Profetas) hablan antes. (5)
Un profeta es esencialmente un hombre que mira hacia el interior del futuro. No es un adivino o cartomancista que hace profecías absolutas e incondicionales respecto del futuro. La previsión o predicción de un profeta es siempre condicional.
El mensaje de todos los profetas tiene la misma estructura.
Hay una llamada a la “metanoia” (arrepentimiento, conversión, transformación) como una advertencia sobre el juicio que vendrá si el pueblo no cambia, y una promesa de salvación si el pueblo realmente cambia.
El juicio futuro o la salvación futura no son absolutos inevitables.
Están limitados por cláusulas condicionales: “si ustedes no cambian”, “si ustedes no cambian”. En otras palabras, lo que los profetas prevén son las consecuencias de aquello que está o no está siendo hecho ahora.
Ellos prevén el futuro en el presente, en las tendencias actuales, en los signos de los tiempos.
Consecuentemente, si las personas cambiaran ahora, el futuro sería diferente. Dios tiene piedad cuando los hombres se arrepienten.
Este principio puede ser hallado explícitamente en muchos pasos de la Biblia, (ej.: Jer 26, l3, l6-23; Jn 3, l0; 4, 2; Am 7, 3-6; Ex 32, l4) y está implícito en todas las profecías.
Debemos examinar más de cerca esta estructura o patrón del mensaje profético.
Todas las palabras pronunciadas por los profetas se refieren al "juicio" o a la "salvación" o a la “metanoia”.
a) JUICIO: En los profetas esto no se refiere principal e inmediatamente a un acontecimiento en la vida después de la muerte. Se refiere a algún acontecimiento histórico futuro, tal como la pérdida de una batalla, la caída de Jerusalén, el cautiverio o el exilio.
En otras palabras, sus profecías de sentencia son profecías de algún desastre que resultará en sufrimientos terribles para el pueblo.
El juicio de Dios es el castigo futuro y presente, en este caso, es la ligazón existente entre el sufrimiento y el pecado.
El sufrimiento que se sigue al pecado no es un castigo impuesto arbitrariamente, sino lo que podemos llamar consecuencia natural del pecado. El pecado por su propia naturaleza perjudica a quien peca y a los otros también, sino inmediatamente, por lo menos en el futuro. Todo pecado tiene consecuencias nocivas. Las advertencias de los profetas no son como las amenazas de los padres que castigan a los hijos por no haber hecho sus deberes en la casa, mandándolos a la cama sin comer.
Las advertencias de los profetas se parecen más a las de los padres que explican a su hijo las consecuencias que puede tener el no haber hecho las tareas escolares, por ejemplo y repetir el año escolar.
De esa forma, el objetivo de las advertencias de los profetas con respecto al futuro es incentivar a sus contemporáneos a cambiar de vida (metanoia).
b) SALVACION: Del mismo modo, la salvación a la que los profetas se refieren, no es principal e inmediatamente la salvación eterna del cielo. Ellos prevén un futuro de bendiciones, prosperidad, paz, felicidad y justicia en los términos concretos de un retorno del exilio o de la liberación de la guerra, de la dominación, del cautiverio. Y, nuevamente, eso está previsto como una consecuencia natural de la justicia que está siendo practicada ahora o que el
pueblo está siendo incentivado a practicar ahora.
La única razón, por la cual el profeta predice eso, es asegurar, que el pueblo continúe en el buen camino o corrija sus errores.
Mientras tanto, hay una importante diferencia entre las profecías de juicio y las de salvación. Al final la salvación vendrá. Al final el bien vencerá al mal. Al final el pueblo se transformará. Esto está garantizado por Dios.
Por más sombríos que el presente y el futuro inmediato puedan ser, por más que puedan sobrevenir el juicio y el infortunio, los profetas tienen siempre esperanza respecto del resultado final.
c) METANOIA: En general traducimos esta palabra como arrepentimiento o conversión, pero literalmente significa cambio de mentalidad, un cambio interior, un cambio de actitud, de comportamiento. Y este cambio es siempre
visto como el cambio de un comportamiento injusto a uno justo.
El cambio que Dios exige es siempre una exigencia de justicia (como veremos más adelante).
Además, es también una cuestión de transformación social mas que individual. Es una conversión de todo el pueblo, o por lo menos, de los líderes del pueblo. “Conviértete, Jerusalén”.
En las últimas frases de Jeremías, Ezequiel y Juan Bautista, la conversión del individuo comienza a tener alguna importancia, pero aún así, es por el bien de la Nación o por lo menos del “resto” de Israel.
La llamada hacia una “metanoia” toma forma diferente cuando el pueblo ya se convirtió o está intentando hacerlo.
En estos casos, los profetas tienen un mensaje de aliento, consolación, y exhortación, un mensaje de esperanza.
Eso es particularmente evidente en Isaías en la parte que conocemos como el libro de la Consolación (40-55).
Ese elemento de la metanoia es importante, porque pone en evidencia la creencia profética de que aún cuando la historia sea hecha por Dios, el Señor de la historia, lo que Él hará en el futuro depende de aquello que hagamos ahora.
En otras palabras podemos, nosotros cambiar la historia, determinar el futuro, por nuestras acciones.
(CONTINUARÁ)
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Albert Nolan op
Los Profetas denuncian. (4)
La diferencia entre los apóstoles antes y después de Pentecostés es bastante clara. Antes de recibir el Espíritu Santo eran débiles, tímidos, vergonzosos, callados e inseguros. Tan pronto fueron movidos y motivados por Espíritu
Santo, se volvieron valientes y confiados, hablaban con coraje y vigor, sin importarles las consecuencias. El Espíritu de Dios nos permite denunciar.
Esto es bastante evidente en la vida de los profetas del Antiguo Testamento. Ellos hablaban contra casi todo lo que los judíos de su tiempo hacían, contra todos los presupuestos y las normas de comportamiento aceptadas.
Se caracterizaban por su crítica o denuncia no solamente contra los enemigos de Israel, sino también contra el mismo Israel, contra los líderes del pueblo, los sacerdotes, los falsos profetas, contra los ricos y los sacrificios en el Templo. Por eso eran generalmente muy impopulares y frecuentemente perseguidos y martirizados. En la Época del Nuevo Testamento se tenía como cierto que la persecución caminaba lado a lado con la profecía (Lc 6, 22-26) y que un profeta era también un mártir (Mt 23, 29-33).
Los signos de los tiempos.
La crítica de los profetas contra el “statu quo”, era siempre constructiva.
Ellos clamaban por transformaciones o “metanoia”, a la luz de lo que veían.
Y lo que veían eran los “signos de los tiempos”.
Aquello que volvía al profeta diferente de los otros hombres era su interpretación divinamente inspirada de los signos de su tiempo. el mensaje de los profetas no es deducido de principios eternos; ni tampoco sacan conclusiones eternamente válidas.
El mensaje de los profetas es limitado en el tiempo, en el sentido de que provienen de los signos de una Época y situación determinadas, y es dirigido a personas específicas que viven em aquella Época y en aquel lugar.
Así, para poder comprender el mensaje de un profeta, necesitamos conocer la Época y su situación histórica. Los signos de los tiempos varían de Época a Época, obviamente. Los signos de la Época de Jeremías eran muy diferentes de los de la Época de Nahúm, y los signos que Amós leía eran muy diferentes de aquellos que Isaías interpretaba.
Por otro lado, los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento tienen un conjunto totalmente nuevo de signos para interpretar.
Los signos de los tiempos eran siempre acontecimientos históricos que hoy nosotros clasificaríamos como acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales, religiosos y hasta psicológicos. Muchos profetas eran perspicaces observadores políticos que examinaban cuestiones como la guerra o la amenaza de guerra, el crecimiento o expansión de los imperios, el valor de esta o aquella alianza militar, la política de un rey o emperador.
En cuanto a esto, en la vida interna del país ellos prestaban atención a la explotación de los pobres, al estilo de vida de los ricos, a los pesos y medidas falsificadas por comerciantes, y así sucesivamente.
Ellos tenían también una extraordinaria percepción de la verdadera naturaleza de las prácticas religiosas como dar limosna y rezar, así como el ayuno y el legalismo hipócrita de los fariseos.
Todos esos acontecimientos eran vistos como señales: buenas y malas señales, señales de lo que Dios estaba haciendo o planeando hacer, señales de aquello que Él está condenando y rechazando; signos de su misericordia y de su ira, signos de esperanza y signos de una desgracia inminente.
El hecho es que Dios hablaba con los profetas en una especie de lenguaje de signos, sólo que los signos eran acontecimientos de su Época.
El Espíritu de dios los volvía capaces de leer los signos de su Época de forma correcta y de proclamar lo que veían y preveían.
(CONTINUARÁ)
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Albert Nolan op
El Espíritu de los Profetas. (3)
No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas.
l Tes 5, l9
En la Biblia, el Espíritu Santo está íntimamente asociado a las profecías.
Los profetas eran personas movidas y motivadas por el Espíritu más que cualquier otras. En la Biblia, ser movido por el Espíritu y ser un profeta es prácticamente la misma cosa.
Tanto que cuando queremos identificar al Espíritu en el que creemos, decimos: “creemos en el Espíritu Santo que habló por los profetas”.
(Credo niceno-constantinopolitano).
Antes de Cristo, ese Espíritu sólo era dado a pocas personas, pero en Pentecostés el Espíritu de Dios fue derramado sobre muchos y se tornó accesible a todos.
El resultado inmediato es que todos ahora pueden ser como los profetas, pueden compartir el Espíritu de los profetas de una u otra forma.
Como Pedro nos dice en los Hechos 2, l5-21, la profecía de Joel ahora se realiza: “sucederá en los últimos días, dice Dios derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres. Sus hijos y sus hijas profetizarán y los jóvenes tendrán visiones y los ancianos tendrán sueños. “Tendrán visiones” y “tendrán sueños”, son maneras metafóricas de referirse a la actividad de los profetas.
En el Nuevo Testamento, la palabra profecía es usada tanto de un modo restringido como en sentido amplio y general.
En sentido restringido sólo se aplica a un grupo específico de cristianos que son llamados profetas (He 21, 10-11; l Cor l2, 28-29), pero en su sentido general y amplio se aplica a todos los cristianos que son movidos por el espíritu, no importa qué dones del Espíritu ellos manifiesten (He 2, l7-18; l9, 6; Stgo 5, l0), en este sentido más general, podemos decir que la vida espiritual es siempre una vida profética, que en la Biblia la vida en el Espíritu es una vida vivida de acuerdo con el espíritu de los profetas: “Ustedes son herederos de los profetas” (He 3, 25).
Eso significa que si quisiéramos saber lo que significa una verdadera vida espiritual, tendremos que comenzar por un estudio más profundo de los profetas bíblicos.
Ahí veremos las primeras grandes manifestaciones del Espíritu.
La palabra griega “prophetas”, posee tres significados inter-relacionados. Significan los que DENUNCIAN, los que HABLAN ANTES y los que HABLAN POR.
Ellos DENUNCIAN, porque son valientemente críticos de su mundo; ellos HABLAN ANTES, porque consiguen prever el futuro; ellos HABLAN POR, porque hablan como mensajeros de Dios, en su nombre.
Más adelante, vamos a considerar más detalladamente el significado de estos tres aspectos de la profecía.
(CONTINUARÁ)
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La vida del espíritu según la Biblia (2)
En los Evangelios leemos sobre los “malos espíritus”, “espíritus inmundos”, “un espíritu de debilidad” (Lc l3, ll), un “espíritu sordo y mudo” (Mc 9, 25), etc.
La vida según la carne es, entonces, una vida motivada por malos espíritus, por espíritus mundanos o por valores mundanos. En cuanto que la vida según el espíritu es una vida motivada por el espíritu del bien o Espíritu de Dios.
El punto que estoy tratando de aclarar es que, en la Biblia, tener una vida espiritual o una vida según el espíritu no es una cuestión de estar siendo movido por un espíritu cualquiera, que baste que sea espíritu y no materia. La vida espiritual es una cuestión de estar siendo movido por el ESPIRITU DE DIOS y no por cualquier otro espíritu.
Lo opuesto a la carne no es el espíritu en general, sino el Espíritu Santo. La palabra espíritu en vida espiritual significa el Espíritu de Dios como oposición a cualquier otro espíritu. Así, lo opuesto a la vida espiritual no es la vida material, sino una vida mundana o sin fe.
El problema no está, entonces, en preferir mi alma a mi cuerpo, sino en saber cómo discernir el Espíritu de Dios en el mundo y en mí, en ver la diferencia el Espíritu Santo y todos los otros espíritus profanos que motivan a las personas.
Como dice Juan: “. . .no creáis en cualquier espíritu sino examinad los espíritus para ver si son de Dios” (l Jn 4, l).
La vida espiritual es entonces el esfuerzo constante y diario para asegurar que el espíritu que nos mueve es el Espíritu de Dios y no cualquier otro espíritu. Esto significa que tomamos en serio el consejo de Pablo cuando dice: “Y no os conforméis con este mundo” (Rom l2, 2). en vez de eso, buscamos los caminos de Dios, los caminos del Espíritu.
Digo “buscar” porque el Espíritu de Dios es difícil de captar. Es como el viento que “sopla donde quiere: oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene, ni para dónde va” (Jn 3, 8). El espíritu de Dios no puede ser fijado en leyes, reglas o
reglamentos. La nueva alianza no es de la letra, y sí del Espíritu, pues la letra mata, pero el Espíritu comunica la vida (2
Cor 3, 6). Es el espíritu de la ley el espíritu de la Biblia que nosotros estamos buscando porque el espíritu de la Biblia es el
espíritu de Dios.
Sabemos que es el Espíritu del Amor (l Jn 4, l3-l6), el espíritu de Verdad (Jn l4, l7; l6, l3-l4; l Jn 5, 7), el Espíritu de Libertad (2 Cor 3, l7; Rom 8, l-13), el Espíritu de Sabiduría y Entendimiento y así sucesivamente. Pero, qué significa todo eso en la práctica?
Nos fue dicho que los frutos del Espíritu son: “amor, alegría, paz, magnanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, autodominio” (Gál 5,22). Pero ¿Cómo alcanzar todo eso?
Hay manifestaciones o dones del Espíritu que varían enormemente de Época a Época, de lugar a lugar (comparar l Cor l2-l4; Rom l2, 6-8; Ef 4, 11).
Las relaciones que Pablo nos presenta de los dones varía y no pretenden ser exhaustivos. En verdad, uno de sus puntos más importantes es que hay mayor variedad de dones de los que la mayoría de sus lectores imaginan. ¿Cuáles son pues los dones o manifestaciones del Espíritu hoy?
La espiritualidad bíblica es un intento de descubrir cómo el Espíritu de Dios se manifiesta en las vidas de los personajes bíblicos que fueron movidos por el Espíritu, que tuvieron una vida espiritual ejemplar. Buscamos en la Biblia más el Espíritu que la letra, a fin de proporcionar al Espíritu más libertad para actuar en nuestras vidas hoy.
(CONTINUARÁ)
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La vida del espíritu según la Biblia (1)
La vida espiritual no es un compartimento de la vida que puede ser separado de los otros compartimientos, como la vida física (salud), la vida social (deporte y diversiones), la vida intelectual (estudio), la vida económica (patrón de vida),
la vida apostólica, la vida política o la profesional.
La vida espiritual es la totalidad de una vida, en la medida en que es motivada y determinada por el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús. Cuanto más fuéremos motivados por ese Espíritu en todo lo que hiciéremos, tanto más podremos decir que tenemos una vida espiritual.
A muchos de nosotros se nos enseñó a considerar a la vida espiritual como la parte de la vida en la que realizamos ejercicios espirituales, como oraciones, meditación, lectura espiritual, examen de conciencia, retiros, días de recogimiento y frecuencia a los sacramentos.
El resto de nuestras vidas, los otros compartimientos, eran considerados como vida material. Nosotros percibíamos suficientemente bien que nuestra vida espiritual debía influenciar en nuestra vida material, pero todavía pensábamos que las dos eran compartimientos o áreas distintas.
Lo primero que necesitamos aprender con respecto a la espiritualidad bíblica es que la Biblia no divide a la persona humana en una parte espiritual y otra material por lo menos, no del modo como acostumbramos hacerlo.
En la Biblia la persona humana es considerada como un todo y no como un alma que habita un cuerpo. La persona humana en la Biblia es considerada como "espíritu encarnado o cuerpo espiritualizado".
Esa división entre cuerpo y alma, que vuelve a la persona humana en un alma aprisionada en un cuerpo, no tiene su origen en la Biblia, sino en la filosofía griega.
Si partimos del presupuesto de la filosofía griega de que el ser humano es un alma aprisionada en un cuerpo, es muy fácil entonces pensar en que la vida espiritual, se refiere al alma y nada tendría que ver con el cuerpo.
Eso es particularmente cierto con relación a la diferencia que Pablo hace entre espíritu y carne.
El habla sobre aquellos que viven “según la carne” y aquellos que viven “según el Espíritu” (Rom 8, 4), o aquellos que “desean las cosas de la carne” y aquellos que “desean las cosas del espíritu” (Rom 8,5).
Pablo no está dividiendo a la persona humana, aquí, en dos partes:
espíritu y carne; ni está diciendo que debemos pensar sólo en nuestras almas y rechazar nuestros cuerpos.
Veamos entonces, que es lo que Él quiere decir.
Los traductores han encontrado dificultad en traducir la palabra “carne”.
La Biblia de Jerusalén la traduce como:
“viviendo vidas no espirituales”, lo que no ayuda mucho.
La Nueva Biblia Inglesa la traduce como “viviendo al nivel de nuestra naturaleza interior”. Pero la Biblia no conoce nada sobre naturalezas inferiores o superiores en una persona humana. La carne no significa nuestra naturaleza inferior.
La peor traducción la da la Biblia de la Buena Nueva. Ellos traducen esta palabra como “viviendo al nivel de nuestra naturaleza humana”.
Esto significaría que para tener una vida espiritual tenemos que luchar contra nuestra naturaleza humana y esta es la filosofía de los estoicos y griegos y no de la Biblia.
En primer lugar, necesitamos recordar que en la Biblia las palabras no son usadas de manera fija, definida y filosófica.
Las mismas palabras significan cosas diferentes en contextos diferentes.
En este contexto específico, Pablo no está usando la palabra “carne” en el sentido de deseo sexual o de naturaleza inferior o naturaleza humana.
Pablo está hablando sobre el pecado y mundanismo en general; él está hablando sobre un modo de vida que no está motivado ni inspirado por Dios.
Eso queda muy claro para nosotros a través de la relación que nos da de las “obras de la carne” (Gál 5, l9-2l). La relación incluye no sólo los pecados del sexo, sino también los pecados de idolatría, celos, envidia, mal humor.
Todas estas también son obras de la carne, aunque nada tengan que ver con una supuesta “naturaleza inferior” o con “las tentaciones del cuerpo”.
Más aún, la carne está también asociada a la Ley Mosaica o al espíritu del legalismo (Gál 5, l8; 3, 2-3). Y en otros lugares la vida según la CARNE es descrita como “el ESPIRITU de esclavitud” (Rom 8,l4) o “el ESPIRITU del mundo” (l Cor 2, l2) o “el ESPIRITU del anticristo” (l Jn 4, 3) o “el ESPIRITU del error” (l Jn 4, 6).
(CONTINUARÁ)
La FIESTA de MARÍA que el MUNDO MÁS NECESITA.
MI MADRE PERFECTA SUFRIÓ. 2/2
Al celebrar esta fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, recordamos que incluso la mujer más santa y perfecta que jamás haya existido sufrió.
María y José viajaron a Belén cuando ella estaba embarazada de nueve meses. Tuvieron que huir a Egipto. Ella perdió a Jesús por tres días. Ella fue testigo del rechazo de su Hijo durante tres años durante su ministerio público. María se mantuvo firme con valentía y fuerza para presenciar a su Hijo cargar la cruz y sufrir la muerte más brutal imaginable, todo a causa de nuestros pecados.
De hecho, nos dice Juan Pablo II, “nadie ha experimentado, en la misma medida que la Madre del Crucificado, el misterio de la cruz”. Siendo María la única persona en la historia que se ha unido completa y totalmente a Dios, sometiéndose a su santa voluntad, sin reservarse nada , es la única que verdaderamente comprende lo que significa el sacrificio de Cristo. Ella entra en este misterio con su propio fiat (“ hágase en mí ”), sacrificando su propio corazón. Experimentó el horror de la Cruz -la manifestación de lo que hace el pecado- con su corazón puro y no afectado por la concupiscencia. Nuestros corazones se han vuelto insensibles. Su corazón era completamente sensible y vio el pecado por el horror que era.
“María, pues, es quien tiene el conocimiento más profundo del misterio de la misericordia de Dios. Ella conoce su precio, sabe lo bueno que es”. (Juan Pablo II, Inmersiones en Misericordia).
En la oscuridad del sufrimiento, existe la tentación de pensar que Dios ya no nos ama o que nos está castigando. Cuando miramos a Nuestra Señora, podemos ver que esto es una mentira en la oscuridad. Dios no dejó de amar a María. Y ciertamente Él no la estaba castigando por nada de lo que ella misma había hecho. (El sufrimiento es el resultado del pecado, pero nuestro sufrimiento no siempre es el resultado de nuestros pecados personales. A veces lo es, cuando el sufrimiento es el resultado directo de mis malas decisiones. Pero otras veces Dios me permite sufrir por razones que tal vez no comprendo. Ver Juan 9:3.)
EL SUFRIMIENTO TIENE UNA RESPUESTA
No sufrimos solos. En su carta sobre el sufrimiento, Juan Pablo II nos recordó que a través de la Cruz, Cristo ha entrado en todo sufrimiento humano y puede actuar en ese sufrimiento. Además, desde esa Cruz, nos entregó a Su Madre:
“El Divino Redentor quiere penetrar el alma de todo sufriente a través del corazón de su santa Madre, la primera y más excelsa de todos los redimidos. Como si fuera una continuación de aquella maternidad que por obra del Espíritu Santo le había dado vida, Cristo moribundo confirió a la siempre Virgen María una nueva maternidad, espiritual y universal, hacia todos los seres humanos, para que cada individuo, durante la peregrinación de la fe, pueda permanecer, junto con ella, estrechamente unido a él en la Cruz, para que toda forma de sufrimiento, revitalizada por el poder de esta Cruz, ya no sea debilidad del hombre, sino fuerza. de Dios” (Juan Pablo II, Salvifici Doloris ).
El sufrimiento es un mal, una privación del bien. No buscamos el sufrimiento ni deseamos el dolor. Pero inevitablemente lo experimentamos en este valle de lágrimas. En lugar de predicar un evangelio falso que ignora el misterio del sufrimiento, miramos a la Cruz –y a la Mujer que está debajo de esa Cruz– para recordarnos que el sufrimiento ahora tiene una respuesta.
Fuente: https://integratedcatholiclife.org/2023/09/the-feast-of-mary-the-world-needs-the-most/
En la oscuridad del sufrimiento, existe la tentación de pensar que Dios ya no nos ama o que nos está castigando. 1/2
Cada año, el 15 de septiembre, día siguiente a la fiesta de la Exaltación de la Cruz, celebramos la memoria de Nuestra Señora de los Dolores. Recordamos los sufrimientos sufridos por Nuestra Señora a lo largo de su vida y, lo más importante, al pie de la Cruz. Para alguien que no esté familiarizado con la fiesta, tal vez le parezca extraña. ¿Estamos celebrando su dolor?
En cierto modo, esto va de la mano con una de las críticas más frecuentes a la teología católica: ¿Por qué hablamos tanto de la Cruz? ¿Por qué no nos centramos en la Resurrección? ¿Por qué se representa a Jesús en nuestras iglesias en la Cruz, cuando ha resucitado?
Hay algunos evangelistas modernos que intentan predicar el Evangelio sin hablar de sufrimiento. Se centran en las bendiciones que provienen de la fe en Jesús. Sí, Dios quiere que seamos felices. Nos ha prometido bendiciones y abundancia de vida si somos fieles. Pero eso no significa que nunca enfrentaremos el sufrimiento. Ignorar que hay sufrimiento en esta vida, o enseñar que sólo riquezas y bendiciones acompañarán nuestra profesión de fe, es exponernos a una profunda decepción.
EL FALSO EVANGELIO.
Un evangelio sin sufrimiento es un evangelio falso.
Este es el Evangelio que Pedro deseaba en Mateo 16:22. Jesús responde apasionadamente, rechazando el camino que no incluye la Cruz. Un Evangelio sin la Cruz no es el Evangelio de Cristo. ¿Qué nos recuerda Pablo? “La palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros, los que nos salvamos, es poder de Dios” (1 Cor 1,18).
La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores es una fiesta que nuestro mundo actual necesita desesperadamente. Vivimos en un mundo que sufre. Es posible que tengas un sufrimiento inmenso en tu vida mientras estás leyendo esto ahora mismo: lidiar con una muerte o tragedia en tu familia, enfrentar el desempleo, reconstruirte después de desastres naturales, luchar contra el cáncer u otra forma de sufrimiento físico, o luchar contra la depresión o una enfermedad mental. . Si ninguna de estas cosas te describe ahora mismo, seguramente conoces a alguien que esté lidiando con una o más de estas cruces.
Esta fiesta nos recuerda que la “Buena Nueva” no siempre elimina el sufrimiento de nuestras vidas. De hecho, ¡a menudo parece aumentar el sufrimiento! ¿Recuerdas la primera lectura de hace unas semanas? El profeta Jeremías se estaba lamentando precisamente por esto. “Me engañaste, Señor, y yo me dejé engañar”, se queja (Jer 20,7). El Señor entró en su vida y lo llamó a seguirlo, y el resultado no fue más que dolor, sufrimiento y burla. Pero ahora que conoce al Señor y lo ama, no puede evitar hablar de Él. El Evangelio trae muchas veces sufrimiento, pero una vez que nos hemos enamorado de Cristo y de la verdad, tenemos que decir con Pedro: '¿a quién iremos?' (Juan 6:68).
(fuente: Foros Virgen_Redes)
Los dos grandes medios de la espiritualidad bíblica para volverse SANTO son: el DESEO y la RESOLUCIÓN.
Ya hemos platicado del DESEO de ser Santo; PASAREMOS AHORA ahora al segundo medio para alcanzar la SANTIDAD: la RESOLUCIÓN. 2/2
Los buenos deseos deben ir acompañados de una voluntad decidida de realizar grandes esfuerzos para la consecución del bien deseado.
Muchos desean la perfección, pero nunca utilizan los medios para alcanzarla; desean ir a vivir a un desierto, hacer grandes penitencias y practicar gran oración y soportar el martirio; pero todos estos deseos no son más que meras fantasías que, en lugar de beneficiarles, les hacen mucho daño.
Estos son los deseos que “matan a los perezosos”, como dice la Escritura.
(Proverbios 21, 25)
Porque tal persona, alimentándose de estos deseos y fantasías infructuosos, no se preocupa de la corrección de sus defectos, de la mortificación de sus apetitos y de la paciencia para sufrir desprecios y contradicciones; quiere hacer grandes cosas que son incompatibles con su condición actual; y así aumentan sus imperfecciones. En cada adversidad se perturba, cada enfermedad lo impacienta; y así vive siempre imperfecto, e imperfecto muere.
Si, pues, deseamos verdaderamente llegar a ser santos, resolvamos realizar estas seis cosas:
primero evitar todo pecado, incluso venial, por leve que sea;
segundo, desapegarnos de todo afecto a las cosas terrenas;
en tercer lugar, evitar omitir nuestros acostumbrados ejercicios de oración y mortificación, por grande que sea el cansancio y el disgusto que en ellos sentimos;
cuarto, meditar diariamente en la Pasión de Jesucristo, que inflama de amor divino todo corazón que en ella medita;
quinto, aceptar en paz la voluntad de Dios en todo lo que nos molesta. Decía el Padre Baltasar Álvarez: “El que en las dificultades se resigna a la Divina Voluntad, corre a Dios a toda prisa”.
Y, en sexto lugar, pedir continuamente y con humildad a Dios el don de su santo amor, de su amistad, de la SANTIDAD.
(tomado de FDLVM)
HABLEMOS primero del DESEO de ser SANTO. 1/2
Toda santidad consiste en amar a Dios.
El amor divino, dice la Sagrada Escritura, “¡es un tesoro infinito para los hombres! y quienes lo DESEAN y ADQUIEREN, se convierten en amigos de Dios”.
(Sabiduría 7:14)
Dios está dispuesto a darnos este tesoro de su santo amor, pero requiere que lo DESEEMOS MUCHO. El que poco desea algo bueno, poco se preocupa por obtenerlo. Por otra parte, San Lorenzo Justiniano dice que un gran deseo aligera el trabajo y da fuerza.
Y así, quien tiene poca ambición de avanzar en el amor divino, en lugar de volverse más ardiente en la búsqueda de la perfección, irá volviéndose cada vez más tibio; y si continúa así tibio, correrá gran peligro de caer al fin en algún precipicio [es decir, en algún pecado mortal].
En cambio, quien aspira con fervientes deseos a la perfección y se esfuerza diariamente por avanzar, poco a poco la alcanzará. Santa Teresa dice: “Dios no concede muchos favores, excepto a aquellos que desean sinceramente su amor”. Y nuevamente: “Dios no deja ningún buen deseo sin recompensa”. Por ello, la santa exhortó a todos a no dejar que sus deseos decaigan, porque “confiando en Dios y esforzándonos lo mejor que podamos, poco a poco llegaremos a ese punto al que llegaron los Santos”.
Es un engaño del diablo (según la opinión del misma santa) que hace pensar a algunos que es orgullo desear ser santos.
Sería orgullo y presunción si confiáramos en nuestros propios esfuerzos o resoluciones, pero no si lo esperamos todo de Dios. Porque si lo hacemos, Él nos dará esa fuerza que no tenemos. Deseemos, pues, con muy grande deseo alcanzar un grado sublime del amor divino, y digamos con valentía: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”. ( Filipenses 4:13). Y si no encontramos que poseemos este gran deseo, al menos busquémoslo urgentemente en Jesucristo, porque Él nos lo dará.
(tomado de FDLVM)
Hoy se evidencia un indiscutible crecimiento de la espiritualidad bíblica.
Ejecutivos y magnates lo han reconocido, como es el caso de John Naisbitt que se desempeñó como alto ejecutivo de IBM, de Eastman Kodak, y fue consejero de los presidentes estadounidenses John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson.
John Naisbitt anticipó en su obra Megatendencias al referirse a un futuro en el cual -entre otras cosas- se desata una sed de espiritualidad.
Sin embargo, se trata de una espiritualidad no ligada a la religión, por cuanto esta última es comprendida por la gente como serie de dogmas, tradiciones, normas y doctrinas. Hay una gran demanda y necesidad de lo trascendente en las personas, más allá de la religión. De hecho, todo ser humano, independientemente de su cultura, confesión religiosa y condición social, por el solo hecho de su humanidad, posee la sensibilidad para identificar y seguir aquello que está en su esencia como ánimo, vigor, brío, espíritu, y que le invita y le llama a vivir. En otras palabras, todo ser humano posee una vida espiritual, una espiritualidad que dada su condición de totalidad, no se puede separar de su corporalidad. Es una espiritualidad que lo pone en relación con el mundo, con los demás y le plantea la apertura a Dios.
En paz me acuesto, enseguida me duermo, y me despierto, porque el Señor me sostiene.
No temeré las saetas de un ejército desplegado alrededor contra mí.
(Salmo 3, 6-7)
El Señor le dijo a Satán:
–¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, religioso y alejado del mal.
Satán le respondió:
–¿Y crees tú que su religión es desinteresada? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero tócalo, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldice en tu cara.
El Señor le dijo:
–Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.
Y Satán se marchó. (Job, 1, 8-12)
Juan el Bautista, viendo a muchos fariseos y saduceos venir a su bautismo, les dijo:
“Raza de víboras, ¿Quién os ha enseñado a huir de la cólera que viene?
Producid, pues, frutos propios del arrepentimiento. Y no creáis que podéis decir dentro de vosotros: «Tenemos por padre a Abrahán»; porque yo os digo: Puede Dios de estas piedras hacer que nazcan hijos de Abrahán. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. (Mt. 4. 7-10)
Señor, ¡cuántos son mis enemigos, cuántos los que se levantan contra mí!; cuántos dicen de mí: ¡Ni siquiera Dios le ayuda! Pero tú, Señor, eres un escudo en torno a mí, mi gloria, tú me haces levantar cabeza.
Si a voz en grito clamo al Señor, Él me escucha desde su monte santo.
(Salmo 3, 2-5)
Los planes del impío serán investigados, el informe de sus palabras llegará hasta el Señor y quedarán probados sus delitos, porque un oído celoso lo escucha todo y no le pasan inadvertidos cuchicheos ni protestas.
Cuídense, por tanto, de murmuraciones inútiles y absténganse de hablar mal; porque aun la palabra más secreta tiene sus consecuencias; y la boca mentirosa lleva a la muerte. (Sabiduría 1, 9-11)
Volveos para oír mi instrucción, y derramaré sobre vosotros mi espíritu, quiero enseñaros mis palabras. Os convidé y no respondisteis, tendí mis manos, y nadie prestó atención; rechazasteis todos mis consejos, y ningún caso hicisteis de mis amonestaciones.
Por eso también yo me reiré de vuestra calamidad, y me burlaré cuando os sobrevenga el espanto, cuando os sobrevenga cual huracán el terror, cuando caiga sobre vosotros, como torbellino, la calamidad, y os acometan la angustia y la tribulación.
Entonces me llamarán, y no les responderé; madrugarán a buscarme, y no me hallarán, por cuanto aborrecieron la instrucción y abandonaron el temor de Dios, no amando mi consejo, y desdeñando mis exhortaciones. Comerán los frutos de su conducta, y se saciarán de sus propios consejos.
Porque la indocilidad lleva a los necios a la muerte, y la prosperidad de los insensatos es causa de su ruina. Mas el que me escucha, habitará seguro, y vivirá tranquilo sin temer el mal. (Proverbios 1, 23-33)
Y ahora, reyes, sean prudentes; aprendan, gobernantes de la tierra: Sirvan al Señor con temor temblando ríndanle homenaje, no sea que pierdan el camino, si llega a encenderse su ira. ¡Felices los que se refugian en él! (Salmo 2, 10-12)
La corona de la sabiduría consiste en temer a Dios, y sus frutos producen plenitud.
(Eclesiástico 1, 20)
La sabiduría clama en las calles, en las plazas levanta su voz; 1llama donde hay más concurso de gente, en las puertas de la ciudad expone su doctrina: ¿Hasta cuándo, oh necios, amaréis la necedad? ¿Hasta cuándo los burladores se deleitarán en burlas, y odiarán los fatuos la sabiduría? (Proverbios 1, 20-22)
En aquel tiempo apareció Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea, y decía: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca.” Este es de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: “Voz de uno que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas».” (Mt 3, 1-3)
La Sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja sin castigo las palabras del blasfemo; Dios es testigo de sus sentimientos, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el Espíritu del Señor llena la tierra y el que todo lo contiene conoce cada voz. Por eso quien dice cosas malas no quedará oculto, no podrá evitar la acusación de la justicia.(Sabiduría 1, 6-9)
Él me ha dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Pídemelo y te daré las naciones en herencia, en propiedad los confines del mundo. (Salmo 2, 7-8)
La religiosidad guarda y justifica el corazón, da gozo y alegría. Quien teme al Señor será feliz y bendito será en el día de su fallecimiento. (Eclesiástico 1, 18-19)
Hijo mío, no sigas los caminos del mentiroso; aparta tu pie de sus senderos; porque sus pies corren al mal, van presurosos a derramar sangre.
(Proverbios 1,15)
No seas hipócrita delante de los hombres, ni ocasiones con tus labios tu ruina. (Eclesiástico 1,37)
Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre; y no deseches las enseñanzas de tu madre. Serán una corona de gracia para tu cabeza, un collar para tu cuello. (Proverbios 1, 8-9)
Señor, ¡cuántos son mis enemigos, cuántos los que se levantan contra mí!,
cuántos dicen de mí: ¡Ni siquiera Dios le ayuda! (Salmo 3, 2-3)
“Han oído que se dijo : «No cometerás adulterio» y Yo les digo: Quienquiera que mire a una mujer deseándola, ya cometió con ella adulterio en en su corazón". (Mt. 5, 27-28)
Si deseas la sabiduría, guarda los mandamientos, y Dios te la concederá. (Eclesiástico 1,33)
El respeto a Dios es el principio de la sabiduría; sólo los insensatos desprecian su sabiduría y su doctrina (Proverbios 1, 7)
La Sabiduría no entra en un alma perversa ni vive en un cuerpo que se entrega al mal. (Sabiduría, 1,4)
El Señor se ocupa del camino de los justos (Salmo 1,6)
-Al ver estas multitudes, subió a la montaña, y habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos. Entonces, abrió su boca, y se puso a enseñarles así:
“Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.
"Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados".
"Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra".
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán hartados".
"Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia".
"Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios".
"Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios".
"Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque a ellos pertenece el reino de los cielos".
"Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. 12Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. (Mateo 5, 1-12)
-Llénanos de tu Amor por la mañana, y júbilo será la vida toda.
(Sal.89)
-Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si has muerto con él, vivirás también con él. Si tienes constancia en el sufrir, reinarás también con él; si rehúsas reconocerle, también él te rechazará; si le eres infiel, Él permanece fiel. (2Timoteo, 2, 8-13)
-Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, útiles para aprender sabiduría e instrucción, para entender las palabras sensatas; para instruirse en la sabiduría, en la justicia, equidad y rectitud; para enseñar discernimiento a los sencillos, y a los jóvenes conocimientos y discreción. (Proverbios, 1, 1-4)
-Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan la tierra; tengan rectos pensamientos sobre el Señor y búsquenlo con sencillez de corazón.
Lo encuentran los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían.
Los razonamientos retorcidos alejan de Dios,
y su poder, cuando es puesto a prueba, confunde a los necios.
(Sabiduría 1, 1-3)
-Toda sabiduría viene de Dios, el Señor; con Él estuvo siempre, y existe antes de los siglos. ¿Quién ha contado las arenas del mar, las gotas de la lluvia y los días de los siglos? La altura del cielo, la extensión de la tierra, y la profundidad del abismo, ¿Quién las ha medido? (Eclesiástico, 1, 1-3)
Dichoso quien no acude a la reunión de los malvados ni se detiene en el camino de los pecadores ni se sienta en la sesión de los arrogantes; sino que su tarea es la ley del Señor y susurra esa ley día y noche.
Será como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo,
su fronda no se marchita; en todo lo que hace, prospera. (Salmo 1, 1-3)
-Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él.
El Señor me lo dio,
el Señor me lo quitó:
¡bendito sea el Nombre del Señor!
A pesar de todo, Job no pecó ni maldijo a Dios. (Job 1, 20-22)
-“Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? Para nada vale ya, sino para que, tirada fuera, la pisen los hombres.
"Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad situada sobre una montaña. Y no se enciende una candela para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, y (así) alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz ante los hombres, de modo tal que, viendo vuestras obras buenas, glorifiquen a vuestro Padre del cielo.” (Mateo 5, 13-16)
-Los malvados, serán como paja que lleva el viento. Por eso los malvados no se levantarán en el tribunal, ni los pecadores en la asamblea de los justos.
Porque el Señor se ocupa del camino de los justos, pero el camino de los malvados se disolverá. (Salmo 1, 4-6)
-La sabiduría de Dios, que precede a todas las cosas, ¿Quién es el que la ha investigado?
La sabiduría fue creada ante todas las cosas; y la luz de la inteligencia existe desde la eternidad.
El Verbo de Dios en las alturas es la fuente de la sabiduría, y sus caminos son los mandamientos eternos. (Eclesiástico 1, 3-5)

